Cultura Empresarial, Libre Empresa Y Excelencia.
Enviado por KarenFerR • 26 de Octubre de 2014 • 1.722 Palabras (7 Páginas) • 364 Visitas
Cultura empresarial, libre empresa y excelencia.
La cultura empresarial puede ser entendida a veces y precisamente por quienes más interés tendrían en un acercamiento profundo, es decir por los que de algún modo pertenecen al staff de la empresa como algo ideal, ideal con el significado de no práctico, no ligado realmente a la actividad productiva, con escasa o ninguna influencia en la realidad. En definitiva: no rentable, no conectado con lo más importante; y lo más importante, se reconoce con claridad, es el beneficio.
En esta especie de falta de pudor capitalista se han registrado diferentes épocas.
Gilbert Stoner (2009,560p) nos connota con el período del primer capitalismo industrial, cuando se descubren las posibilidades de ganancia que tiene la industria en comparación con sistemas anteriores. Por otro lado sabemos que muchos de los empresarios de entonces, que se hacen millonarios, entienden, obviamente, que eso es el negocio. Con la misma facilidad con que ganaban, a veces gastaban ostentosamente. Sin embargo nuestra autora María Teresa (1994. 224 p), considera de tal forma que todo eso ha sido criticado con tanta frecuencia, nos dice que se ha ridiculizado tanto, que se puede pensar, por contraste, que era cosa rara, que si se recuerda es por simple afán polémico. Y es cierto que hay toda la exageración posible en un capitalista, pero es igualmente verdadero que se dio esa ostentación.
Es más, en algunos aspectos y en algunos casos esos rasgos son también los del capitalista actual. María Teresa (1994. 224 p) Cambian los modos de la ostentación, pero continúa la ostentación demostrativa. Sólo la agudización de la presión del Fisco ha hecho que la prodigalidad se reserve para lo que se puede gastar sin espectadores. María Teresa (1994. 224 p) Los casos más macabros del despilfarro están, sin embargo, ya archivados. Relativamente pronto, a causa de la generalización de un estado de opinión pública que reaccionó negativamente ante la ostentación de la desigualdad, los empresarios que, mientras tanto, en muchos casos, ya no son propietarios de la totalidad ni de la mayor parte del capital aprenden a destacar que lo esencial en su actividad es la creación de riqueza y esto supone, de por sí, un beneficio para todos, aunque no se excluya -al contrario- el propio beneficio personal.
Es el tiempo de una creciente intervención del Estado en la actividad económica, en aras precisamente de la defensa de lo social, es decir, de la redistribución de la renta, de la corrección de las principales desigualdades. Ronnie (1992. 264 p), durante ese tiempo que es el de la segunda postguerra, los años sesenta y el principio de los setenta se dan, simultáneamente, tres fenómenos: un notable crecimiento económico, una reducción de las diferencias entre las rentas en el sentido de un reforzamiento de la clase media- y una extensión de la seguridad social patrocinada por el Estado, pero costeada por los trabajadores y las empresas. Desde un punto de vista ideológico fueron tiempos de tendencias socializantes, pero con un acuerdo tácito en la mayoría de los países occidentales en que no había que ahogar la libre iniciativa porque era la principal fuente de creación de riqueza. Después vino la crisis de los años setenta, duró hasta los primeros ochenta. La década que va de 1973 a 1983 es un período en el que, a la vez, empieza a fracasar ruidosamente el Estado del Bienestar, se reducen los beneficios empresariales, aumenta la inflación y crece el paro. La recuperación de los ochenta vuelve a poner de moda el espíritu de la libre empresa, en la misma medida en que el socialismo, en general, se demuestra poco rentable.
Se entiende por socialismo, en este contexto, la gestión económica del Estado, porque no son peculiaridades socialistas ni la justicia social, ni la tendencia a favorecer la redistribución de la renta, ya que ni teórica ni históricamente las medidas sociales han estado monopolizadas por las corrientes socialistas.
Al tomar de nuevo aire la libre empresa, podría pensarse que la mentalidad capitalista primitiva tenía toda la razón; que lo que cuenta, en definitiva, es la esperanza del lucro, la ganancia, los beneficios. Ese sería no un lenguaje sino el único lenguaje inteligible. Intentar hablar de una cultura empresarial aparece, en este contexto, como un caso claro de música celestial.
Ronnie (1992. 264 p), en realidad, si se acepta a fondo esa idea se estaría dando la razón al planteamiento de Marx, se estaría defendiendo un materialismo incluso más duro que el materialismo histórico. Se conoce la tesis principal del materialismo histórico de Marx: todo depende, hasta el punto de determinarlo todo, de las condiciones materiales de la existencia. Todo es, en definitiva, principalmente económico. Es la estructura económica lo que determina la supra estructura de una sociedad, es decir, su moral, su política, su arte, su religión. Es muy conocido que este férreo determinismo -que se puede encontrar en los textos de Marx con
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