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Cultura de la legalidad: consideraciones acerca de su significado y su relación con otros conceptos


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2022  •  Ensayo  •  2.940 Palabras (12 Páginas)  •  100 Visitas

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Cultura de la legalidad: consideraciones acerca de su significado y su relación con otros conceptos.

Saraí Velasco Molina

UNAM, Facultad de Derecho

Sumario. 1. Introducción; 2. La relación entre Cultura y Legalidad; 3. Cultura de la legalidad y su relación con el Estado de Derecho y la Sociedad Civil; 4. Conclusiones; 5. Bibliografía.

Resumen. En el último medio siglo, la cultura de la legalidad ha tenido una creciente atención de gobiernos, organismos internacionales, y sectores de la sociedad que la consideran un elemento fundamental del fortalecimiento del Estado, así como coadyuvante en la solución de problemáticas sociales. La interrelación que guarda con otros términos devela la importancia de que los ciudadanos se apropien de ella, la incluyan dentro de sus hábitos y la transmitan a otras personas. Al ser la cultura de la legalidad una creación humana que particulariza una parte de la vasta producción cultural, se vincula de manera preponderante con términos como Cultura, Legalidad, Estado de Derecho, y Sociedad Civil. Si bien existen otros términos vinculados con la Cultura de la legalidad que también son importantes de atender, en el presente trabajo realizamos un acercamiento a esa interrelación conceptual.

1. Introducción

Es posible identificar una importancia creciente de la cultura de la legalidad en las últimas cinco décadas, a la par de problemáticas sociales que se han agudizado, tales como la inseguridad, corrupción, violencia, violación de los derechos humanos, entre muchas otras. La existencia de un marco legal que establece derechos y obligaciones a los individuos en su relación con otros seres humanos y las instituciones estatales, ha estado presente través del tiempo, dicha normatividad ha tenido su origen en necesidades y deseos de personas cuya existencia nos remite a un momento histórico particular; sin embargo, la relevancia de contar con un entorno legal se encuentra expresada en una inquietud perene por regular las conductas humanas, es decir, que los deseos e intereses individuales no afecten a otros individuos que forman parte de la sociedad en la nos encontramos.

La presencia de una normatividad como actualmente la conocemos ha sido producto de ideas y prácticas humanas que a través del tiempo han sido adoptadas y adaptadas a los requerimientos de las distintas sociedades que habitan el mundo. Si consideramos que la cultura es una creación humana expresada en ideas y prácticas sociales que permanecen a través del tiempo, la normatividad forma parte de esa creación cultural. Es relativamente reciente que de manera más precisa se denomina cultura de la legalidad a la existencia, emisión y prevalencia de normas, reglas y leyes dentro de las distintas sociedades, en donde la participación de los individuos tiene un papel determinante en su preservación.

Es hacia los finales de los años sesenta del siglo pasado que Lawrence M. Friedman plantea el término cultura de la legalidad como equivalente al concepto de cultura política de Gabriel Almond y Sidney Verba. Para Friedman la cultura de la legalidad es aquello que las personas piensan acerca de la ley, que incluye a las personas que ejercen la abogacía, el significado que tiene para ellos el sistema legal, las ideas, actitudes, opiniones y lo que esperan de dicho sistema.[1] A partir de esos años es que se desarrolla una amplia producción académica dentro del campo de las Ciencias Sociales que establecerá las características de la cultura de la legalidad, así como su relación con otros términos relacionados con el entorno legal, de participación política, de interacción social e institucionalidad estatal.

Reflexionar acerca de la cultura de la legalidad nos conduce al universo de las relaciones entre los individuos, las percepciones que generan en esa interacción, la manera en cómo se expresan dichas ideas de manera individual y social, y su cauce a través de la conducta en un entorno de legalidad. La cultura de la legalidad comprende una parte subjetiva, es decir, la internalización de un marco normativo y la utilidad que representa en la interacción con otros seres humanos, “es un término que trata de explicar la importancia del derecho no sólo en la obediencia de la ley por el temor a una sanción, como tradicionalmente se ha entendido, sino como una conformación cultural de la sociedad de que se trata”.[2] Por lo que el propósito del presente trabajo es ofrecer un acercamiento conceptual a la cultura de la legalidad y la relación que guarda con otros términos que forman parte del universo legal en el que habita el ser humano.

2. La relación entre Cultura y Legalidad

Para lograr una comprensión del término cultura considero importante aportar elementos que permitan comprender en un primer momento a lo que nos referimos al hablar de cultura, identificamos que esta comprende la manera en que las personas viven y piensan de manera compartida, así como los conocimientos, creencias, artes, leyes, usos y costumbres que tienen su origen y reproducción en un entorno social.[3] A partir de generar, compartir y preservar conocimiento en la interacción social, las personas adquieren un sentido de identidad, pertenencia a una comunidad con la que comparten una interpretación de la realidad y una manera de estar en relación con los demás. Lo anterior nos lleva a identificar la existencia de una cultura común, es decir, el reconocimiento y aceptación de un “núcleo cultural” compuesto por tradiciones o costumbres, que no significa la negación de la diversidad de culturas que prevalecen en una sociedad.[4]

La legalidad es otro de los términos que es importante revisar al igual que el de cultura. Existe una doble dimensión a considerar en la parte conceptual, y es su componente político y jurídico, es decir, la relación que guarda con el poder político y las leyes.[5] Es importante tener en cuenta a la legalidad en esta doble perspectiva: una es desde las instituciones encargadas de su promulgación, impartición y vigencia de la normatividad, y la otra desde el individuo, que participa en su creación y decide conducirse de acuerdo a ellas. Por lo que la expresión de dicha legalidad la observamos de manera bidireccional, es decir, en reciprocidad con los poderes estatales y en las relaciones interpersonales con los integrantes de una sociedad.[6] Así, la legalidad nos remite a un entorno jurídico conformado con antelación, en el que los integrantes de la sociedad han expresado necesidades, deseos e intereses que benefician al conjunto de la comunidad, donde la conducta humana encuentra una correspondencia con un marco legal, en el que el interés y beneficio colectivo prevalecen por sobre los impulsos.

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