Cultura (en)callada
Enviado por Cristina Trigo García • 10 de Septiembre de 2020 • Ensayo • 1.681 Palabras (7 Páginas) • 114 Visitas
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CULTURA
U N S E C T O R ( E N ) C A L L A D O
JAQUE ¿MATE?[pic 1]
P O R C R I S T I N A T R I G O G A R C Í A
Nuestra mirada es una pequeña ventana que se asusta cuando ve algunos acontecimientos. Si ella pudiera dar un ventanazo a este 2020 el viento sería devuelto a Eolia y así se alejaría cualquier tipo de mal.
Alguien dijo que "la esperanza es lo último que se pierde". Sin embargo, esperanza también implica esperar; una espera que no tiene un bonito cuento para algunos ámbitos. A veces por cuestión de tiempo tampoco se puede esperar o por dinero o por cansancio ante una lucha que se ha ido tornando pesimista con la caída del sol.
El sector cultural está anocheciendo a pasos agigantados, pero no hacía falta que mandaran una pandemia para que el día acabara así de rápido.
Hoy hablaba con unas compañeras arqueólogas sobre la situación actual en este mundo que tanto gusta en general. Mejor dicho: gusta, pero no se tiene en cuenta.
Durante la cuarentena los hogares se llenaron de cultura gracias a plataformas de series, películas y documentales; los libros dejaron de sujetar patas de mesa para ser el plato principal y los museos se sirvieron de las redes sociales para demostrar al público que las colecciones son tesoros castigados contra la pared el resto del año. La música, por su parte, intentó apaciguar las tardes desaboridas tras unos aplausos que se convirtieron en una manifestación para apoyar a unos héroes que ahora ven como su ventana de temor vuelve a abrirse porque alguien ha dejado la puerta abierta y la corriente se cuela por cualquier rincón.
Las casas acogieron a un nuevo compañero, al arte, pero ¿favoreció eso al sector cultural?
Algunos optimistas mantuvimos la esperanza que siempre habita escondida en nuestro alma. Algunos pensamos que eso ayudaría en el futuro.
Pero volvamos ahora al pasado, al antes de la pandemia, a la época en que algunos afortunados pedían un minuto más frente a un cuadro antes de que las salas de los museos cerrasen.
La cultura ha sido el hazmerreír, el sector acosado, el "¿pará qué sirve?", el último escalón de una montaña empinada.
Aún se recuerda cuando este año en la celebración de los Premios Goya se habló sobre la posibilidad de una mayor cantidad de subvención pública para el cine español. Las redes ardieron contra esta petición y ahí fue cuando comprendí que el trabajo cultural no está valorado, aunque realmente eso ya lo había podido comprobar por mi ocupación laboral y puedo afirmar que el público quiere una cultura gratuita, que no accesible. Obviamente, a la pregunta sobre si la cultura debe ser gratuita no la debatiré en un artículo de opinión porque se podría hacer un análisis DAFO sin una conclusión clara.
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C U L T U R A P Á G I N A 1
C U L T U R A
Por otro lado, hemos podido asistir a la caída del turismo, algo impensable en España hasta hace unos meses. Y cuando hablo de turismo no menciono al de playas solamente, sino al cultural, al deportivo, al rural; absolutamente a todo tipo de turismo.
Pero antes de la pandemia uno de los tipos de turismo más herido era el cultural, aunque verdaderamente asistíamos a un bucle del que era imposible zafarse. La cultura era considerada ocio para el público, negocio para el empresario, pero algunas veces los precios ¿desorbitados? provocaban que las salas de cines o teatros no tuvieran apenas espectadores, algunos cantantes tuvieran que suspender conciertos o que escritores emergentes se vieran obligados a autoeditar sus escritos porque las editoriales tradicionales no acogían a noveles si no era con padrino o madrina. Y escribo "¿desorbitado?" porque deberíamos recapacitar antes de opinar y tener en cuenta el trabajo que se realiza detrás de una cámara, las noches sin dormir de quienes posibilitan la apertura de una exposición o la de dioptrías que pierde un fotógrafo intentando captar una buena imagen sin mencionar al equipo humano y la cantidad de integrantes que lo conforman y que, obviamente, necesitan sobrevivir económicamente gracias a ese trabajo. Pero continuando con el bucle: si hay quejas sobre los precios de acceso a museos, teatros o cines, por ejemplo, las empresas que gestionan estos espacios optan por el cierre definitivo o por la precariedad perjudicando directamente a los que luchan diariamente por levantar la cultura. Eso conlleva entonces a una desprotección del sector, a un público que pide cultura, pero sin querer invertir en ella. Y entonces volvemos al punto de partida, a una pistola que apunta directamente a la cabeza del sector.
Pero la culpa no es del público sino también de las administraciones competentes.
Y eso no es actual, solo que se ha ido acumulando o dejando olvidado, según como se mire. En 2016 realicé una investigación sobre el turismo arqueológico en la Comunidad de Madrid y, sorprendentemente existe un programa llamado "El Plan de Yacimientos Visitables" desde el año 2003. El adjetivo "visitable" implica, por tanto, que los yacimientos están habilitados, que son accesibles y que se promocionan en distintos puntos de la región.
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