DE LA CORRUPCIÓN Y OTROS DEMONIOS

DE LA CORRUPCIÓN Y OTROS DEMONIOS

Por Luis B. Carvajal C.

Los proyectos contra la corrupción naufragan en el Congreso y Vargas Lleras dice que el referendo ha fracasado y tiene razón. Además, habla de un proyecto que prepara la Contraloría General para vigilar la contratación pública, cuyos detalles revelará la semana entrante. Ojalá sea un instrumento eficaz. Uno similar que se intentó montar hace unos años, con leyes y todo, denominado SICE – Sistema de Información de la Contratación Estatal - fue abortado, sin mayores explicaciones.

Sin embargo, el alcance de un instrumento tecnológico no es muy grande, mientras el combate contra la corrupción no contemple medidas contra el clientelismo, la financiación torcida de las campañas electorales, la concentración de las decisiones en asuntos cruciales (contratación, pronunciamientos judiciales, expedición de normas con impactos económicos específicos), la ineficacia de las entidades de control (Superintendencias, Contralorías, Procuraduría y Personerías) así como la connivencia entre empresarios, funcionarios y políticos. Hasta hoy, con excepción de una norma sobre tipos de contratos, lo demás son medidas modestas o manifestaciones retórica. Claro, sin mencionar la ausencia de una campaña constante, amplia y sistemática, en todos los niveles, sobre ética pública y que los dineros públicos son sagrados, como dice Mockus. Esto en el corto y mediano plazo. Pero en el largo plazo, son necesarias acciones para corregir de fondo nuestro sistema político y lograr mayor equilibrio del poder social, en todas sus formas. Lo primero, porque cada vez más las decisiones deben ser tomadas por los ciudadanos y no por unos delegados de ellos, por la crisis de la democracia representativa. Es decir, debemos construir, gracias a los avances de la tecnología, una democracia directa, para evitar que unos pocos manipulen las decisiones y afecten los intereses colectivos. En este campo, el mayor peligro es el caudillismo, que muestra sus orejas en Colombia, tanto en la izquierda como en la derecha. Y lo segundo, lograr una mayor igualdad social, porque, al fin y al cabo, la corrupción es un mecanismo de acceso al poder social, económico y político cuando los canales formales no son expeditos. Eso está ilustrado en mi libro: el Poder de la Corrupción.

Por fortuna, a pesar de los tropiezos, hay una mayor conciencia ciudadana sobre este flagelo social y menos tolerancia. Según el diario El Tiempo, “en Colombia, los casos que han saltado a los medios han sido tan sonoros, preocupantes e indignantes, que la corrupción ya es el principal problema en el imaginario del 19% de la población, situándose de segundo en la lista general. Esto es, para una de cada cinco personas.”

...