DEPORTE Y SOCIEDAD

DEPORTE Y SOCIEDAD

Para una buena practica social- educativa desde el deporte

El deporte debe tener una función social que cumplir; bien sea desde la posición política, pedagógica o cultural, debe pretender a través de su discurso rescatar y fortalecer los valores, lo que evidentemente se pone en cuestión cuando pasa de ser una ayuda mediática para convertirse en una empresa económica significativa, como puede observarse en algunos deportes; donde un esfuerzo por un deporte que tenga un carácter social, puede pasar completamente desapercibido, frente a semejante competidor, como lo es cuando se involucran aspectos económicos, entonces allí naufragan las buenas intenciones de quien propone un enfoque distinto.

Las condiciones de mercadeo que son las que gozan de un interés serio, pues los beneficios económicos que otorgan son de cierta manera más relevantes que el asunto social de los argumentos propuestos desde el deporte como un medio hacia la buena practica social , lo que supone entonces, la producción del mismo para el comercio, ganar adeptos en masa, sin importar sí se cumple una buena función social o se fortalecen actitudes del conglomerado, que no ven en el deporte una opción pretender generar buenas practicas de interacción y participación dentro de un contexto social difícil, sino que por el contrario lo consume, sin que haya una mediación entre los contenidos que pueden construir sujetos sociales para la convivencia armónica, y que generan ciclos de violencia, en un mundo ya muy afectado por ella, dadas las circunstancias sociales, económicas, culturales, que la alimentan.

Dice Moragas que en nuestra sociedad diversos sistemas de valores se configuran mediante el deporte:”los procesos de identificación colectiva, de iniciación social, de representación nacional i grupal. Las formas de ocio como actividad y como espectáculo, el compañerismo y la rivalidad, el éxito y el fracaso”. 1

El deporte interfiere plenamente en la vida cotidiana, influye en los procesos de socialización, determina una buena parte del tiempo libre y constituye un punto de referencia clave para los procesos de identificación social de mucha gente. En diversos países y de diversas maneras, los éxitos deportivos se convierten en auténticas demostraciones sociales, o incluso, en reivindicaciones populares.

Por eso el deporte es llamativo para las personas. El impacto visual pocas veces filtrado por los espectadores logra cambiar de forma clara la percepción de la realidad y en ello el deporte otorga una magia apreciable desde todo punto de vista; puede dejar menos información que leer un libro, pero se posiciona como un medio de entretenimiento, cultural o de aprendizaje para aquellas personas que ven en el, una herramienta para la sana convivencia o la buena practica cultural; la dificultad radica, en que no se ha aprendido a manejar con inteligencia y

Sensibilidad la información que se recibe a través de él, para leerla, analizarla, digerirla, criticarla y por lo tanto se construyen patrones culturales negativos en los espectadores; precisamente por efecto mismo de la imagen y la no distinción entre lo real de lo ficticio, asumiendo las propuestas de los protagonistas para el entorno social.

El imaginario colectivo encuentra en el deporte, la posibilidad de evadir su realidad, olvidando que están creando otra realidad interna, en imaginarios psicológicos que pueden afectar de manera negativa las relaciones cotidianas, con los pares.

La práctica deportiva, como toda actividad humana, se construye dentro del marco de las relaciones sociales de los individuos. “El fenómeno deportivo está estrechamente vinculado a la realidad social y cultural, hasta el punto que se transforma con ella”, dice Xavier Medina.1

Las manifestaciones deportivas se consideran como un producto de la sociedad o sociedades que las crean o en las que se desarrollan y , por lo tanto, dentro de sistemas socioculturales concretos desde los cuales

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