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DESARROLLO SUSTENTABLE Y SALUD PÚBLICA


Enviado por   •  16 de Marzo de 2015  •  4.434 Palabras (18 Páginas)  •  242 Visitas

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DESARROLLO SUSTENTABLE Y SALUD PÚBLICA

Los temas ambiente y salud frecuentemente se tratan por separado, pero es obvio que son íntimamente relacionados. El estado del ambiente afecta directamente a la salud humana por medio del aire, el agua, el suelo, y la comida que consumimos. El “ambiente construido” – la infraestructura creada por los humanos -- también repercute en la salud. De hecho, es frecuentemente por medio del impacto en la salud que detectamos los problemas ambientales. Es imposible concebir la construcción de un futuro sustentable para la humanidad sin preocuparse de la salud pública.

A pesar de esta aseveración fácilmente aceptada tanto por los gobiernos como por los movimientos sociales, es difícil ver un avance significativo en la materia. Muchos comentaristas hablan de una “crisis” mundial en salud pública, reflejado por el avance incontrolable del VIH/SIDA y la continuación o reaparición en algunos países de enfermedades que ya deben haber sido eliminadas, tal como la cólera y el dengue. Al mismo tiempo, la lucha para alcanzar una acción mundial decisiva a favor del desarrollo sustentable parece estar estancada, si observamos los resultados poco alentadores de la reciente Cumbre Mundial de Desarrollo Sustentable en Johannesburgo. Sin embargo, hay algunas esperanzas y pistas a seguir. Pretendo en este artículo analizar las diferentes características de los esfuerzos mundiales por promover el desarrollo sustentable y la salud pública, y luego avanzar unas ideas de cómo hacer más práctica y funcional la tarea de vincular los dos temas.

Fue hace treinta años, en la Conferencia Mundial sobre el Medio Humano en Estocolmo (1972), que se discutió por primera vez en la comunidad internacional la relación entre el ambiente y el desarrollo, sugiriendo que posiblemente habría que establecer límites al crecimiento industrial para evitar la eliminación para siempre de los recursos no-renovables. Esto causó alarma sobre todo en los países en vías al desarrollo, donde todavía faltaba mucho para llegar a un nivel económico donde las necesidades básicas podrían ser atendidas. Más tarde, en los años 80, se creó el término “desarrollo sostenible” o “sustentable” precisamente para indicar que sí era posible, mediante la tecnología y los cuidados necesarios, avanzar con el desarrollo pero a la vez preservar el ambiente para las generaciones futuras.

En su momento, la idea del desarrollo sustentable fue radical, pero rápidamente se entró en un debate entre ambientalistas y desarrollistas que continua hoy en día. Por un lado, los ambientalistas argumentan que el concepto implica un desarrollo “ecológicamente sustentable” y para poder alcanzar dicho tipo de desarrollo habría que frenar el crecimiento económico, acabar con el consumismo exagerado del capitalismo, y reformar radicalmente la producción industrial. Los desarrollistas, por su lado, enfatizaron la sustentabilidad de la economía, que históricamente, al menos con el capitalismo, siempre ha requerido el crecimiento. La gran preocupación del desarrollo sustentable, para ellos, fue de cómo garantizar un crecimiento económico continuado, sin acabar con los recursos naturales que permiten la acumulación de la riqueza. Para complicar más el asunto, ha habido una divergencia entre países ricos y pobres sobre el concepto, ya que la gran mayoría de la contaminación del medio ambiente y la devastación de los recursos naturales se ha producido en los países industrializados. En la conferencia de Estocolmo, tal como en las dos conferencias sobre Ambiente y Desarrollo que han seguido – Río, 1992 y Johannesburgo, 2002 – los países en vías de desarrollo han reclamado su “derecho al desarrollo,” argumentando que son los países desarrollados que tienen la mayor responsabilidad de readecuar su sistema productivo. De tal forma, todos entraron en el debate, y el concepto “desarrollo sustentable” ha dejado de ser radical. Sin embargo, creo que sigue siendo útil como recordatorio que hay que pensar en el tipo de desarrollo que buscamos. Para fines de este artículo, quisiera aceptar el consenso general de la comunidad internacional de que es positivo e imprescindible preocuparnos a establecer un tipo de desarrollo que permite la satisfacción de las necesidades básicas de los humanos, la justicia social dentro de y entre los países, y la preservación del ambiente para las generaciones futuras. Para lograr este tipo de desarrollo, es conveniente distinguir entre el “desarrollo” y el “crecimiento,” tal como nos recomienda el economista ecologista Herman Daly. En la teoría de Daly, lo ideal sería alcanzar un “estado fijo” de la economía donde no crece cuantitativamente pero sí continúa desarrollándose para producir lo suficiente para atender las necesidades básicas de los humanos, sin dañar la ecología.

Para los que trabajan en promoción de la salud pública, el desarrollo sustentable no ha sido tradicionalmente un área de preocupación. La tarea de los “salubristas” ha sido promover y proteger la salud humana y la prevención de las enfermedades. El desarrollo económico y científico ha sido visto tradicionalmente como un aliado a la obtención de la “salud para todos,” meta mundial expresada en la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud, realizada en 1978 en Alma Ata (Kazajstán). Se dijo en esa conferencia, que “No es defendible ninguna distinción entre desarrollo social y económico [...]” y se ratificó la definición amplia de la salud usada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad.”

Sin embargo, la comprensión de los vínculos entre los conceptos salud pública y desarrollo sustentable ha ido creciendo en los últimos años. Es interesante notar que la persona responsable para la comisión que dio definición al término desarrollo sustentable en 1987 fue la doctora Gro Bruntland, la actual secretaria general de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La doctora Bruntland, quien obtuvo su maestría en salud pública en la Universidad de Harvard, había servido como Ministra del Ambiente en Noruega antes de ser Primera Ministra. Convencida de la importancia del vínculo entre el medio ambiente y la salud pública, la Doctora Bruntland ha conllevado a la OMS a trabajar a favor de acciones conjuntas. En Europa, han habido reuniones significativas entre autoridades de ambiente y salud, y varios países ya han comenzado a diseñar “planes nacionales de ambiente y salud” (NEHAP). Dichos planes incluyen una serie de actividades para mejor el ambiente y la salud a la vez, por ejemplo el mejoramiento de sistemas de abastecimiento del agua

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