Desarrollo Político y Económico del Sistema Internacional

Trabajo Unidad 5

Materia: Desarrollo Político y Económico del Sistema Internacional

Alumnos:  -    

• Baptista, Rocío
• Barbón, Natalie
• Blois, Camila
• Damiani, Máximo

Profesores: - Bernal Meza, Raúl

                    - Taborga, Ana

                    - Castiglioni, Lucas

                    - Nevia, Vera

Carrera: Relaciones Internacionales

Institución: UNICEN - FCH

En el periodo que va desde 1000 a 1500 el mundo sufrió distintos cambios, entre los cuales se puede destacar el perfeccionamiento de la navegación y su consecuente impacto en el comercio, junto con la aparición de instituciones que lo hicieron posible; también podemos incluir al Renacimiento como movimiento de conocimiento. En este recorte de tiempo, el PIB en todas las regiones del mundo era bajo, puesto que ningún país pensaba más allá de sus fronteras y sus producciones se limitaban a la “supervivencia” de la población. En este contexto el sistema internacional se mantenía en equilibrio hasta que, con el avance de la navegación y la división del trabajo, la producción interna de cada país comienza su desarrollo.

El periodo de 1660 y 1815 se caracterizó por las luchas entre las grandes potencias que habían emergido de los procesos anteriores tales como Francia, Gran Bretaña, Rusia, Austria y Prusia.

Hacia 1750, la población del mundo vivía, en una abrumadora mayoría, en condiciones materiales de existencia no caracterizadas por diferencias fundamentales, entre las distintas regiones del mundo. Con la formación de los modernos imperios mercantiles a partir del siglo XVI, y con el posterior auge del comercio internacional, en varias regiones de Europa se estuvo gestando un gran proceso de acumulación de capitales. No se puede discutir también que, hacia mediados del siglo XVIII, en vísperas de la Revolución Industrial y la era de las máquinas, en Inglaterra y Escocia ya existían verdaderas economías de mercado; aquellas economías en las que las decisiones fundamentales, tales como qué, para quién y cómo producir distintos bienes y materias, se resolvían a través del mercado. Sin embargo, con excepción de la nobleza, el alto clero y una pequeña cantidad de comerciantes y funcionarios que habitaban en algunas de las ciudades más beneficiadas y enriquecidas por el auge del mercantilismo, el resto de la población europea y del mundo en general, seguían dependiendo de actividades agrícolas, viviendo en niveles cercanos a la subsistencia diaria.

A finales del siglo XVIII, Gran Bretaña vio el nacimiento de la Revolución Industrial dentro de su territorio, esto le brindó aún más ventajas para la colonización transatlántica, a la que ya había dado inicio, y para la frustración de la ambición Napoleónica en Francia. Los avances tecnológicos, resultados de la Revolución Industrial, impactaron directamente en el PIB per cápita, sumándole también que la adopción de nuevos sistemas por parte de otros países incrementó la producción interna de cada uno y su capacidad de expandirse al mercado internacional.

En el siglo siguiente, periodo que en el cuadro podemos señalar entre los años 1820 y 1870, no hubo guerras de coalición, existió en cambio, un equilibrio estratégico sostenido por todas las potencias líderes en Europa que invitaba a que ningún país ganará más recursos que el resto. A su vez, entre los siglos XVIII y XIX los gobiernos de las potencias europeas adquirieron el control extensivo sobre la oferta de dinero, así, bajo la hegemonía británica, se forjó el patrón oro como eje del sistema monetario internacional, lo que llevó a una rápida expansión del comercio mundial bajo los factores de productividad de los países avanzados. Para esto se requirió del libre comercio a escala mundial, lo que obligaba a los países a implementar la apertura externa de sus economías nacionales.

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