Discriminacion

En la Evolución de la Naturaleza, hubo un momento en que la reproducción de especies dio un paso muy ventajoso respecto de los anteriores procesos reproductivos: La reproducción sexual. Ello nos indica que la Naturaleza dio a la sexualidad una función fundamental: La reproducción de las especies. Las ventajas respecto a procesos reproductivos anteriores son inmensas: Mayor defensa ante enfermedades, mayor sociabilidad entre individuos de la misma especie.

En el ser humano, como ser natural, el fin principal de la sexualidad es también la reproducción.

La llamada homosexualidad, rompe el orden natural: Su actividad genital se desvincula del ordenamiento natural, ecológico, de transmisión de la vida.

Además, la homosexualidad es parte necesaria e ineludiblemente de una heterofobia: Toda relación homosexual, ha discriminado previamente "a quién es biológicamente distinto".

Consecuencia de esa heterofobia, el acto genital entre homosexuales, retrotrae a una fase de la Evolución anterior a la aparición de los dos sexos necesarios para una "Unión sex-uada", los dos sexos unidos.

Consecuentemente, y dado que para lograr el fin primario de la sexualidad -la reproducción- la atracción hacia la unión sexuada halla en la mutua entrega, un ámbito común en que ambos sexos se complementan, simbolizando perfectamente con ello la Unidad de la Especie, dando como fruto un individuo -o individuos- de la misma especie, toda relación de genitalidades no sex-uadas, es incapaz de representar esa simbología fecunda, fructífera, de la Unión de la Especie.

Ya me he referido antes a la discriminación heterófoba de la homosexualidad, que como fenómeno humano, no puede eludir ese deseo de unión natural. ¿Qué sucede entonces?

A su heterofobia la visten de las mejores galas que pueden para que aparezca como una plena Unión sexual: En todas y cada una de las uniones sexuales, uno de los individuos homosexuales ejerce de varón y otro ejerce de mujer: Su heterofobia llega a convertir en remedo de mujer a quién se penetra o en remedo de varón a quién penetra requiriendo continuamente la utilización de objetos u otras partes de la propia corporeidad -no directamente sexuales- para el goce genital estéril e infecundo. En otras palabras, no sólo es heterófobo el mundo homosexual, sino que además convierte en pantomima la natural unión sexual, pretendiendo con su caricatura llegar a la plenificadora unión "de lo distinto" en un ámbito de respetuoso amor al compromiso mutuo consigo y con él, o la, otro ser amado en el orden ecológico de la naturaleza que tiende a la fecundidad y a la vida.

Que eso hace sufrir a las personas homosexuales es innegable. Que son dignas de respeto y de acogida, no cabe duda. Que se les ha perseguido, es cierto. Pero percibir esta realidad suya, que tantas y tantos de ellos han declarado, no es homofobia ni mucho menos,

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