Discurso 15 De Septiembre

Pudimos presenciar un grito de independencia con algunas voces sollozantes, tristes y conmovidas; otras, invadidas por el deseo de poder y otras más, ahogadas por un enojo visceral. Pudimos escuchar voces desinteresadas, algunas gargantas cortadas y otras tímidas por no saber que habían hecho esos personajes que llamamos héroes. Se escucharon unas voces joviales que retumbaron de especial manera, estas… prefirieron tomar este grito y hacerlo suyo para manifestar sus ideologías; mientras algunas otras se escucharon más silenciosas, ya que gritaron con sentimiento de vergüenza por su país o por ellos mismos, nadie sabe. Otros gritaron con los sentimientos sobre la piel, sintieron la verdad sobre sus labios, ocultaron sus mentes por 5 min y sintieron la vida, obra y muerte de esos a los que les debemos el título de mexicanos. Estas voces son a las que hoy saludo y me dirijo diciendo: “gracias por hacerme amarlos y amarme”.

Todas esas voces unidas me hicieron creer que pudimos conmemorar 202 años del inicio de una lucha de independencia que no hemos concluido, somos la vive imagen de un bicentenario lleno de modernidad y avances infraestructurales, nueva democracia, nuevos hábitos, nuevos intereses, nuevas formas de pensar, nuevas formas de interactuar, nuevas ideologías, nuevos inventos, tecnologías, partidos políticos… pero conservamos las mismas maravillosas tradiciones mexicanas, que por desgracia, cada día son opacadas más y más por los intereses económicos de los desinteresados del bien común. La mexicanidad de nuestra sociedad está dividida, cada quien observa su camino y parece no importar destruir el del que nos acompaña con tal de hacer crecer el suyo. Nos hemos divido como sociedad, tenemos que esperar un 15 de Septiembre o un 5 de Mayo para hablar de México como uno solo, necesitamos de un partido en el Azteca para respetar a nuestro propio himno o de un logro deportivo para decir “ganamos todos”, no sería mejor poder decir esto todos los días al despertarnos, no sería mejor tener un país donde al ver o leer las noticias matutinas, no se vean fallecidos o injusticias, donde no se vea la pobreza de los indígenas, los golpes en las cámaras del poder legislativo, las inmundicias de un gobierno o de un ciudadano corrupto, las falsas palabras de un representante público, las mascaradas de grupos armados o hasta la misma injusticia de la ley. No sería mejor vivir en un país donde podamos ver… que se lee más, que se estudia más, que se aprenda más, que se respete más. Un país lleno de gente justa, honrada y respetuosa; un país en el que todos busquemos el mismo camino, aunque sea de formas distintas, pero manteniendo el mismo objetivo humano básico, que es vivir en armonía. ¿Por qué nos es tan difícil pensar en el otro? Si al fin de cuentas es como nosotros, ¿Por qué es tan complicado actuar por el bien común y tan fácil actuar por el bien individual?, y no se trata de renunciar

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