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EL COLONIALISMO E IMPERIALISMO


Enviado por   •  7 de Octubre de 2013  •  2.786 Palabras (12 Páginas)  •  590 Visitas

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EL COLONIALISMO, IMPERIALISMO, RACISMO Y DARWINISMO SOCIAL

El colonialismo es el dominio territorial, económico y cultural establecido durante largo tiempo sobre un pueblo extranjero que se ve sometido al país dominante.

Aunque este término existe desde la época de la Antigua Grecia, hay variantes en su significado, pues en el caso de las antiguas colonias griegas o en el de América se usaba más bien la palabra “colonización” en vez de colonialismo, ya que en estos casos los territorios colonizados no estaban subordinados a la metrópoli, y a todos los habitantes de estos primeros se les consideraba como otros ciudadanos más de la potencia europea.

En la edad contemporánea se identifica más con la dominación política de gentes de otra raza que habitan en un territorio separado por el mar de la potencia colonial, que generalmente suele ser un país europeo.

El colonialismo europeo moderno comenzó en el siglo XV con los viajes de los portugueses a lo largo de la costa oeste de África. Junto con los españoles, fueron los primeros en establecer sus colonias en ultramar, y se aferraron a ellas incluso después de que su fuerza imperialista se hubiera perdido. Sin embargo, el colonialismo alcanzó su momento de máxima importancia desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX.

Los países europeos que más protagonismo tuvieron en este proceso fuero Inglaterra, Francia y Alemania, que se repartieron el continente africano, (donde tan sólo quedaron dos países independientes: Liberia y Abisinia) e intentaron extender sus zonas de influencia por diferentes zonas del mundo como Europa Oriental, Oriente Medio, Extremo Oriente o el Caribe. Países como Italia, España, Portugal y Bélgica también intentaron llevarse su parte en este reparto, aunque no consiguieron tantos territorios.

Existen causas sociales, económicas e ideológicas, que son las siguientes:

La revolución demográfica había conducido a los países europeos a un estado de superpoblación (450 millones de habitantes en 1914) que amenazaba el nivel de vida de la burguesía por las crecientes exigencias de las masas y provocaba una tasa de paro muy alta que causó un malestar generalizado en la sociedad. La solución era emigrar a las colonias, y así lo hicieron gran cantidad de europeos en estos años de expansión, aunque con muy distintos objetivos: la clase obrera buscaba trabajo y mejores condiciones de vida; los nuevos funcionarios pretendían subir un escalafón en la sociedad; la burguesía industrial iba en busca de terrenos para desarrollar sus industrias, y el clero viajó a las nuevas tierras con la misión de evangelizar a la población nativa (misión civilizadora).

No obstante, la presión demográfica es una de las muchas razones que resultaron no ser certeras, pues la mayoría de los inmigrantes del viejo continente encontraban los climas de las colonias demasiado opresivos, y gran parte de ellos prefería ir a países independientes como Estados Unidos o Argentina, que finalmente fueron los que más europeos acogieron.

Tras la segunda revolución industrial y con la expansión del capitalismo aumentó la productividad de los trabajadores, por lo que la producción también se acrecentó. De hecho, en la Europa de esta época se producía más de lo que se podía consumir dentro de un mismo país, y debido a las políticas proteccionistas que habían impuesto la mayoría de los gobiernos, los excedentes tampoco podían ser vendidos en el resto de Europa . Pero era necesario dar salida a estos productos y la única solución posible fue buscar mercados fuera del continente; las colonias parecían el lugar idóneo para encontrarlos. Aunque países como Gran Bretaña mantenían una política librecambista, tenían todos los mercados europeos cerrados a sus productos, por lo que se vieron en la misma situación, y también tuvieron que recurrir a las colonias.

Así es como la Europa industrializada contribuyó a la división internacional del trabajo, exportando productos industriales e importando materias primas y alimentos, que era lo que se necesitaba en los estados industriales en aquellos momentos.

Sin embargo, aunque en un principio este fue un factor importante en la expansión colonial, la mayoría de los intercambios acabaron realizándose con Estados Unidos y dentro de la propia Europa, ya que en las colonias no se encontraron mercados que pudieran satisfacer las necesidades europeas del momento, pues la mayor parte de las colonias tenían poblaciones pobres y poco pobladas, por lo que al final no jugaron un papel muy importante en este aspecto.

Asimismo, existía capital sobrante cuyo mejor uso sería exportarlo para mantener un alto grado de rentabilidad, pues la mano de obra en las colonias era muy barata. Además en las colonias se daban todas las condiciones para invertir en plantaciones, minas y comunicaciones, que reportarían un gran beneficio para los inversores. Sin embargo esta teoría también resultó errónea, como se demostró pasado el tiempo: exceptuando las minas, el capital no rendía más en los nuevos territorios, ya que, aunque la mano de obra era más barata que en las metrópolis, también era menos productiva, debido a su bajo grado de formación, y se carecía de paz y orden social, de redes de transporte y comunicación, de sistemas legales eficaces, etc. Por eso la mayor parte del capital acabó invertido también en Estados Unidos.

La obtención de materias primas es un factor que, aunque en general fue secundario, tuvo su importancia en la expansión territorial de ciertos países; estos encontraban territorios muy ricos de donde podían sacar gratuitamente ciertos materiales que en otro caso hubieran tenido que comprar a precio de monopolio. Un ejemplo es el caso de Inglaterra, que encontró en la India y en Egipto lugares idóneos para abastecerse de algodón; Bélgica invirtió en minas en El Congo, y Francia, por su parte, se proveyó de seda que había en sus colonias de Oriente.

Pero aunque las colonias no fueran a resultar beneficiosas económicamente para Europa, sin duda algunos capitalistas, (como los que invirtieron en minas, o simplemente los que sí creían en los beneficios que podrían aportar) diplomáticos, políticos y militares instaron a los gobiernos continuar con su expansión territorial.

En realidad, la causa principal y verdaderamente importante fue el nacionalismo, que condujo a una política de prestigio en la que todos los países competían por el reparto del mundo. Los éxitos obtenidos por la política de fuerza en la consolidación de nuevos estados hizo popular la creencia de que sólo los pueblos con “voluntad de poder” podrían ejercer el dominio sobre los “pueblos inferiores”. Conseguir y mantener un imperio daba poder político y reputación, que aparte de todo, era lo

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