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EL GOBIERNO Y LA ECONOMIA


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2013  •  11.167 Palabras (45 Páginas)  •  294 Visitas

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¿Cómo influyen los gobiernos en la economía?

Los gobiernos disponen de tres grandes instrumentos de control:

Los Impuestos, que sirven para reducir el gasto privado y permitir así el gasto publico. (ejemplo, un viaje a la playa, por automóvil, se aplican impuesto de caminos y puentes que permite mantener y construir nuevas carreteras, además de puentes)

Los Gastos, que inducen a las empresas o a los trabajadores a producir ciertos bienes o servicios. (como la protección policial, o la recolección de basura.)

La Regularización, o control que llevan a los individuos a realizar determinadas actividades económicas o a desistir de realizarlas. (como normas de seguridad de una empresa, o a la contaminación que puede emitir una empresa)

Las Funciones Del Estado En realidad son cuatro funciones:

1. El Marco Jurídico.- Fija las reglas del mercado. Se refiere a las normas sobre los contratos, las obligaciones de los sindicatos y los empresarios. (ejemplo, en el siglo XIX las empresas no eran responsables de los trabajadores que se enfermaban por trabajar sino hasta el siglo XX, el sistema jurídico ha mejorado haciendo que las empresas sean legalmente responsables de sus actos y productos)

2. La Asignación.- Se trata del aspecto microeconómico de la política, concentrado en el que y el como de la vida económica. (por ejemplo, El precio de la tortilla, ya que algunas veces el gobierno toma decisiones de la oferta y la demanda)

3. La Redistribución De La Renta.- la toma de decisiones del gobierno puede ser sumamente eficiente pero da lugar al mismo tiempo a una distribución de la renta muy desigual o injusta. (ejemplo El precio del kilowatt de la energía eléctrica varia dependiendo de la zona)

4. La Estabilización Macroeconómica.- Prácticamente los gobiernos tratan de combatir el desempleo crónico, el estancamiento económico y una rápida inflación de precios, pero también trata de fomentar la aceleración del crecimiento

¿por qué no dejarlo todo a las fuerzas del mercado? Para empezar, conviene recordar que los mercados y los gobiernos pueden –y de hecho lo hacen– trabajar juntos. Para que los mercados funcionen de forma efectiva, hay que asegurar el cumplimiento de los tratos y hay que desalentar el fraude. Sin un sistema legal gubernamental que garantice los derechos de propiedad y vele por el cumplimiento de los contratos, la organización corporativa y el intercambio comercial en los mercados sería prácticamente imposible. Anarquía y mercado libre no son sinónimos.

Pero, además de arbitrar las transacciones privadas, el gobierno tiene otras funciones. Los mercados que se dejan solos, a veces producen resultados ineficientes. Por ejemplo, los mercados transmiten información de forma eficaz y proporcionan los incentivos adecuados sólo cuando los vendedores compiten con suficiente intensidad para hacer bajar los precios hasta el coste.

Pero, en determinadas circunstancias, las empresas pueden obstaculizar las fuerzas de la competencia poniéndose de acuerdo para mantener los precios elevados, o fusionándose, hasta el punto en que las decisiones individuales sobre la producción afectan sustancialmente a los precios. Las leyes constituyen el instrumento de la política pública para evitar esta colusión anticompetitiva y las fusiones. La actuación pública complementa las fuerzas del mercado apoyando las condiciones que favorecen la competencia. Un importante segundo medio de fomentar la competencia en los mercados es la reducción de las barreras comerciales y otras distorsiones que desalientan la entrada de proveedores extranjeros de bienes y servicios. El gobierno también puede tener un papel cuando las grandes compañías tienen ventajas de coste que desalientan la entrada de otras compañías y, de esta forma, hacen imposible la competencia sostenida. Por ejemplo, en estas circunstancias, el gobierno puede regular directamente los precios como un sustituto de las fuerzas del mercado.

Los mercados también producen resultados ineficientes cuando los precios que acuerdan los compradores y los vendedores no tienen en cuenta los beneficios ni los costes que afectan a terceros. El resultado se llama externalidad, y un ejemplo del mismo sería, según un libro de texto, la contaminación del aire. Definir y hacer cumplir los derechos de propiedad para el uso de aire limpio tendría un coste prohibitivo. Por lo tanto, si no es haciendo pagar a los contaminadores un impuesto compensatorio, comprando permisos de emisión, logrando obediencia a través de regulaciones o enfrentándose a las responsabilidades impuestas por una ley medioambiental o de perjuicios indemnizables, no se tiene en cuenta el coste de la contaminación que producen. Ello conduce a unos niveles excesivos de emisiones no deseables –una externalidad negativa. Las externalidades también pueden ser positivas, confiriendo beneficios en lugar de imponer unos costes a terceros. Por ejemplo, las vacunas no sólo protegen de las enfermedades contagiosas a quienes las reciben, sino que evitan su propagación al resto de la población. Un ejemplo importante de un bien público con efectos positivos es la investigación científica básica, cuyos beneficios pueden exceder con creces a los obtenidos por la compañía o institución que lleva a cabo la investigación.

En estos casos, la ayuda federal acorde con objetivos seleccionados puede ser positiva. Las inversiones en transporte e infraestructura de comunicaciones son otro buen ejemplo. Las numerosas iniciativas recientes, como los programas del Departamento de Transportes para proporcionar y financiar con apalancamiento carreteras públicas y privadas de peaje, pueden generar amplios beneficios a través de la promoción del desarrollo económico regional.

Las asimetrías de la información, en las que una de las partes de una transacción sabe más que las demás, también pueden socavar la eficiencia del mercado. Los seguros de enfermedad ofrecen un ejemplo instructivo. Si los consumidores de seguros de enfermedad conocen mejor que los proveedores las posibilidades de ponerse enfermo en un año determinado, solamente contratarán los seguros quienes saben que tienen más probabilidades de ponerse enfermos. A medida que aumentan las primas para reflejar el mayor riesgo de los compradores de un seguro, los más sanos de entre ellos –para los que el coste del seguro excede ahora sus necesidades previstas de salud– desaparecen del mercado. Este proceso de selección adversa se puede repetir hasta el punto en que el mercado se colapsa. Una razón por la que el gobierno, y no los aseguradores privados, proporciona asistencia sanitaria para los mayores a través de Medicare, es que los mayores pueden tener más conocimiento en relación con el estado de su salud que cualquier asegurador privado, dando

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