EL LABERINTO DE LA SOLEDAD OCTAVIO PAZ (ENSAYO)
Enviado por David Santana Santivañez • 16 de Noviembre de 2015 • Ensayo • 4.517 Palabras (19 Páginas) • 559 Visitas
EL LABERINTO DE LA SOLEDAD
OCTAVIO PAZ
(ENSAYO)
SEMINARIO I
PROFESOR: SALVADOR ENRIQUEZ HERNANDEZ.
ALUMNO: GEHU DAVID SANTANA SANTIVAÑEZ.
Introducción:
Octavio Paz, premio nobel mexicano se sumerge en un mar de cultura hasta bucear en las raíces mismas de esta tierra mágica y mítica que es nuestro México. Observa y reflexiona acerca de los individuos y con su forma particular de ser que al mismo tiempo se niega a ser.
Plantea que los individuos como los pueblos tienen una eterna y soñada búsqueda de identidad y que tratan de disfrazar esa búsqueda, con símbolos, tradición, creencias, y máscaras, nos dice que al mexicano le sigue atormentando la parte de la historia en que los españoles vienen a “conquistarnos”, es así como nos internamos en escabrosos laberintos siempre acompañados de una inevitable soledad, la soledad del mexicano que como dice Octavio Paz es un ser hermético que no se abre sino que se desgarra cuando deja salir su verdadero yo, de allí que seamos vislumbrados como personas de fuerte temple y de nobles sentimientos.
Nos habla de que la mujer contemporánea no sólo mexicana sino en general, desea ocupar los espacios que el hombre injustamente les ha venido negando a través de la historia. Como todo deseo de superación implica ambición, está no ha faltado en dichas aspiraciones, sin embargo se ha olvidado que al pedir una igualdad de derechos le conlleva también una igualdad de obligaciones.
Octavio Paz nos lleva de la mano por todos los surcos que el mexicano a lo largo de su historia ha ido labrando por el mismo y lo lleva a construir un laberinto en donde la salida seria encontrar su propia identidad, aceptando su pasado y encontrarse bajo las mil mascaras que se pone para enfrentar su realidad.
DESARROLLO:
En nuestra vida llega un momento en el que te preguntas a ti mismo, te cuestionas ¿Quién soy? ¿Cómo llegue aquí? Y difícilmente te respondes a esa pregunta pero no te llena, es cuando empiezas a sentir ese vacío en ti y que tratas de llenarlo con otras cosas, como música, deporte, pintura etc.
Esta etapa regularmente empieza en la adolescencia, pero es fácil notarlo en los niños, que tal vez se hacen las mismas preguntas pero le es más fácil al niño interesarse por otras cosas que estas dudas existenciales, les puede interesar pero al poco rato se les olvida por querer estar jugando.
Pero al adulto tal parece que ya se le paso esa parte de ser curioso y el tiempo en sus trabajos o en lo que sea que se desarrollen, los carcome a tal grado que pierdan su identidad o ni si quiera reflexionen sobre el quien es, están tan sumergidos en las horas trabajando para ganar unos pocos centavos ya no para vivir, sino para sobrevivir, que se ha olvidado de sí mismo, tanto como el niño, el adolescente y el adulto, se pierden en el tiempo tratando de ser algo que no es sin atreverse a preguntarse así mismo quien es y encontrarse para poder darse una respuesta al cual se sienta bien consigo mismo y no sienta ese vacío llamado soledad.
“En lugar de interrogarnos a nosotros mismos, ¿no sería mejor crear, obrar sobre una realidad que no se entrega al que la contempla, sino al que es capaz de sumergirse en ella?” (Octavio, P. 1992)
Este mismo estado reflexivo le pasa a los pueblos en trance de crecimiento, muchas veces las respuestas que damos a estas preguntas son desmentidas por la historia, el pueblo se hace las mismas preguntas, pero no importa que las respuestas que nos demos estén mal, o que después sea corregidas por el tiempo, pero si hay que profundizar para poder crear, para poder transformar, apropiarnos de lo que nos pertenece, el poder crear algo es lo que nos puede distinguir del resto.
El crecimiento de inferioridad en el mexicano, puede crecer por miedo a enfrentar la realidad, por la misma desconfianza que tiene acerca de sus capacidades.
Octavio Paz nos relata el par de años que estuvo en Estados Unidos, cuenta que los Ángeles es una ciudad habitada por más de un millón de personas de origen mexicano.
Los Ángeles sorprende al viajero, ya que tiene ostentosas construcciones, su cielo es puro; Pero también se percibe una atmósfera vagamente mexicana de la ciudad, pero no se mezcla con el mundo norteamericano, algo semejante ocurre con los mexicanos, aunque tengan muchos años de vivir allí, usen la misma ropa, hablen el mismo idioma, no se confundirían con los norteamericanos auténticos.
El mexicano se distingue del norteamericano en su aire furtivo e inquieto, son seres que temen a la mirada ajena, esto ha engendrado lo que se hace llamar “el pachuco”. Los Pachucos tenían la reputación en los barrios como personas peleoneras, personas violentas; peleaban con navajas, largas y filosas.
Todo pachuco tenía un estilete y cuando “te enfrentes a uno de ellos, evita la mirada porque si no le caes bien, pues te probaran a un pleito”, era el consejo de los padres a sus hijos”.
Hoy en día podemos confundir a los pachucos con los llamados cholos, o pandilleros, pero no solo eso, los pachucos modernos, los de ahora podemos verlos como los que escuchan “narcocorridos” se visten de una manera extravagante y aparte de negar su raíz, la reniegan, no quieren volver al origen mexicano, pero tampoco pertenecer con la vida norteamericana.
El “pachuco” ha perdido toda su herencia, lengua, religión, costumbres, creencias, solo su disfraz lo protege y, al mismo lo destaca y aísla: lo oculta y lo exhibe, “su traje no es uniforma, ni un ropaje habitual” (Octavio, P. 1992) pp.18, es una moda, hecha de novedad e imitación.
Se puede entender que el pachuco no es de aquí ni de allá, está hecho de su mismo miedo, del miedo a que alguien descubra su esencia, está hecho de la negación de su origen, de la pérdida de su identidad, de tal vez, una atención no dada, el pachuco no intenta reír, sino aterrorizar, el norteamericano se irrita porque ve al pachuco un ser peligroso, un ejemplo que podemos ver de esta irritabilidad, es el del magnate pre-candidato a la presidencia de Estados Unidos Americanos, en el cual hace una declaración similar a lo que vendría siendo el pachuco pero hacia todos los mexicanos en general, de ser “delincuentes, violadores”.
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