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EL SER DE LA ADMINISTRACIÓN. FUNDAMENTACIÓN ONTOLÓGICA DEL ACTO ADMINISTRATIVO


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2018  •  Resumen  •  2.000 Palabras (8 Páginas)  •  267 Visitas

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MONOBE BAUTISTA MARCO ANTONIO[pic 1][pic 2]

Ciudad Universitaria, noviembre 2018

EL SER DE LA ADMINISTRACIÓN. FUNDAMENTACIÓN ONTOLÓGICA DEL ACTO ADMINISTRATIVO

RESUMEN

El ser de la administración consiste en una peculiar actitud humana que tiene por finalidad la concertación de las acciones libres de las personas, como condición de posibilidad de la constitución y el funcionamiento de las organizaciones.

Todo ente tiene una idiosincrasia en su ser, el hombre por su parte, es el único que no se conforma con lo que la naturaleza les proporciona a las demás especies, sino que crea un acomodo propio que le permita administrar actividades propias del humano.

Este trabajo muestra una investigación de los siguientes temas: Primero: el hombre como ser de acción; segundo, la adecuación de fines y medios; tercero, la esencia de la adaequatio administrativa y cuarto, los nuevos modos de realidad producidos como efecto directo de actitudes específicas que el hombre ha sido capaz de descubrir y adoptar.

  1. El ser de la praxis

Cualquier ente natural (mineral, vegetal o animal) es incapaz de actuar, simplemente porque carece de la facultad de tomar decisiones, no sabe optar porque no necesita hacerlo, y subsiste en el mundo con sólo hacer “lo que tiene que hacer”. Y se puede decir que satisface sus necesidades, al cumplir con sus instintos, funciones biológicas o propiedades físico-químicas.

Por su parte, el hombre, sin alterar los rasgos naturales, y estando en armonía con los mismos, se conduce a sí mismo porque decide el curso de su comportamiento, dentro de condiciones ya no meramente físicas sino metafísicas, no en un nivel de subsistencia natural, sino en el de la existencia humana. Definiendo el actuar, como el decidir el curso de la acción que se va a tomar. Cuando el hombre decide su acción se comporta como un ser ontológicamente libre. Y su libertad funciona con el poder de causar efectos. Siendo el hombre el único capaz de asumir su propia forma de ser, decidiendo su peculiar modo de ser hombre, y optando por un comportamiento, eligiendo hacer algo o hacer nada. Es por eso que se dice que la acción y la omisión son prerrogativas humanas.

El hombre gana y pierde simultáneamente, es decir, cuando ejecuta una acción, al mismo tiempo que elige renuncia a algo. Por ejemplo, si alguien decide subir, renuncia a la vez a bajar y a quedarse donde está. Por el contrario, si solo hay una posibilidad, no hay ninguna, como el caso de lo necesario. Es por eso, que se dice que lo peor que le puede suceder al hombre es mantenerse en la indecisión, como un ser incapaz de decidir. Pero no podemos ocultar este hecho, al elegir algo, se renuncia a otro algo.

Heráclito afirma que nada sucede sin razón, todo tiene una causa, y la acción humana no puede escapar de este principio: el hombre no hace nada porque sí. Por la idiosincrasia del hombre, el va a hacer lo que se puede, no lo que se quiere, sin embargo, dentro de lo que se puede suele estar lo que razonablemente puede quererse. Cuando una persona elige un fin, se compromete espontáneamente sin pensarlo siquiera, con la elección de los mejores medios para alcanzarlo, si no actúa en él la mala fe o la malicia.

Para el hombre, vivir es tener que hacer. La tarea de la vida es andar eligiendo y renunciando conscientemente, por la libertad con la que cuenta. Asimismo, por medio de una elección vocacional, clara o sólo presentida, el hombre busca y encuentra un modo de vivir que cuadra con el ser propio, con lo que él es y quiere llegar a ser.

  1. Fines y medios

El hombre como ser libre, tiene los fines y los medios. Siendo lo único a lo que no puede renunciar es a la necesidad de elegir. Comenzando la aventura: conseguir medios, aprovecharlos al máximo, convertir en fin final a alguno de los medios, manejar fines y medios a voluntad, tomar algún fin, valioso en sí mismo, como un simple medio, etcétera.

La naturaleza ofrece “fines” y “medios” al mismo tiempo. Como ejemplo, a los animales carnívoros la naturaleza los dota de dientes poderosos, para que puedan masticar con eficacia, así como con la suficiente saliva para poder tragar el alimento. Son buenos medios, para el fin de la nutrición.

Por su parte, el trabajo humano es siempre trabajo comunitario, para bien, de la comunidad, en atención a sus necesidades naturales y espirituales, haciendo posible la vida comunitaria.

Platón advierte que, el trabajo se organiza en función del bien común (en beneficio de la comunidad entera) en una ciudad bien organizada o bien administrada.

Entonces, hay tres elementos que guardan una estrecha relación de familiaridad dentro de las organizaciones: si hay hombres, hay trabajo; donde hay trabajo, es preciso administrarlo. Es por eso que, la naturaleza del trabajo, entonces, aparece como la acción humana por excelencia, ya que permite al individuo, constituido como ser vinculado con los demás. En busca del bien común, hacer su propio ser haciendo cosas para los demás, mientras que cada uno de los otros, recíprocamente, se compromete comunitariamente a hacer cosas para él.

  1. Ensambladura de medios y fines

Ahora, ya hay una acción humana peculiar que sirve para organizar las acciones de los hombres y, por lo tanto, una acción que siempre las acompaña. Existe una relación ideal entre medios y fines, que se concreta en una peculiar característica que llamamos la adecuación entre unos y otros gracias a la administración.

Un medio es aquello por lo que algo es efectuado, y de este modo alcanzado. A lo que tiene como consecuencias un efecto que llamamos causa. Donde se persiguen fines, se emplean medios; donde se domina lo instrumental, allí prevalece la condición de causa, la causalidad. Lo esencial de la administración se despliega en un nivel de la acción humana que rebasa el planteamiento de la causa y el efecto reducidos a un medio y su fin.

La ciencia de actuar es el llevar a cabo. Llevar a cabo significa desplegar algo en la plenitud de su esencia, guiar hacia ella, producere. Es por eso, que sólo se puede llevar a cabo lo que ya es. Y, lo que ante todo “es”, es el ser.

  1. El procedimiento de fallas-y-acierto

Desde tiempos remotos, el ser humano ha puesto en práctica lo que conocemos como “ensayo y error”, sin embargo, esta, no describe de un modo claro lo que sucede en el procedimiento humano de alcanzar fines o solucionar problemas prácticos. Y esta fórmula puede identificarse como el procedimiento de “fallas y acierto”, siendo el último ensayo el correcto.

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