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ENFOQUES DEL DISCURSO


Enviado por   •  25 de Julio de 2016  •  Apuntes  •  1.748 Palabras (7 Páginas)  •  582 Visitas

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ENFOQUES DEL DISCURSO POR

 Foucault Michel R Y Ricoeur Paul.

El discurso es un tema que ha interesado a lingüistas, sociólogos, filósofos y políticos, entre otros profesionales. El empeño en analizarlo e interpretarlo para otorgarle un sentido ha dado lugar a diversas teorías. Paul Ricoeur y Michel Foucault no son ajenos a la problemática discursiva. Ambos plantean un análisis del discurso a partir de diferentes aristas, de las cuales una no es mejor que otra; antes bien, son formas de estudiar y entender el discurso. Para Ricoeur, el discurso es una dialéctica de acontecimiento y sentido, de proposiciones y de referente. El referente es la base ontológica para poner en común el mundo de la vida. Por eso, Ricoeur intenta superar la concepción hermenéutica romántica de Schleiermacher y Dilthey, que plantea el axioma: “comprender al autor mejor de lo que él se comprende a sí mismo” (Ricoeur, 1995: 37). Pero pensar que ya se entendió un texto es no haberlo entendido, es ser injusto con él. Por lo que Ricoeur manifiesta que la hermenéutica de la sospecha debe llevarse al extremo para estar consciente de que no existe un solo sentido en el texto. La hermenéutica señala a una ontología, a un sentido del ser. Apela a la intencionalidad del sujeto hablante y al sentido de la oración teniendo como base el retorno del sentido al sujeto. Esto es, un sujeto (intérprete), al situarse frente a un texto, no sólo reconstituye la subjetividad depositada por el autor, sino que también se comprehende y se proyecta en el análisis interpretativo para colocarse como sujeto intérprete. Así pues, el sujeto se constituye como entidad autónoma que no sólo se comprende a sí mismo, sino que también explica el mundo del texto de acuerdo a su ‘estar en el mundo’. En este sentido, el intérprete no es un mero reflejo de la subjetividad creadora o de un garante de conocimiento. Por su parte, Foucault entiende que la materialidad del discurso obedece a un a priori histórico que le ha dado vida. El sujeto hablante es excluido de la transformación del discurso, ya no es quien constituye la realidad y la dota de sentido. Ahora esta tarea ha quedado en manos de las prácticas discursivas, que crean los objetos y los sujetos, y otorgan sentido al mundo a partir del entrecruzamiento, de la oposición, del vacío en el que se articulan los discursos. Por tanto, el mundo y los objetos no existen en el enfoque de Las palabras y las cosas y, menos aún, el sujeto como garante de conocimiento. Éste es desplazado a una pluralidad de modos de ser sin que participe de la realidad de la que forma parte. Ricoeur se propone reforzar el antiguo análisis platónico y aristotélico del discurso, pero aclara que no es un retorno a lo mismo, ya que lo hace desde la perspectiva moderna. En el Crátilo de Platón se expresa que el nombre no agota la función del habla. El error no pertenece en sí mismo a la palabra, sino a la unidad enunciativa (la oración). De tal suerte, el discurso es objeto del error y la verdad. El análisis del discurso realizado por los griegos no tiene importancia para la lingüística moderna, la cual trata de abandonar el problema del discurso tomando como base la estructura y el sistema, para descartar su estudio como lenguaje. Ello obedece a los postulados planteados por el lingüista suizo Ferdinand de Saussure. Saussure distingue entre langue y parole. Por la primera entiende un conjunto de códigos, por medio de los cuales el hablante produce parole. Mensaje y código no son estructurados al mismo tiempo en un contexto determinado. El mensaje es individual e intencional, en tanto que el código pertenece a un contexto contemporáneo colectivo que no es intencional, pero sí sistemático. Los postulados de Saussure sirvieron de apoyo para reafirmar el modelo estructural. Él sostiene que en el sistema son localizables los mensajes, los cambios, pero en éstos no se localiza el sistema. No obstante, el modelo estructural apela al ‘conjunto finito de entidades discretas’; es decir, las entidades lingüísticas son concretas, aluden a un objeto determinado, aunque no tienen un significado propio. Su sentido depende o es precedido por el sistema.4 Puede existir entre cada entidad de signos una oposición diferencial pero no sustancial. De lo contrario, puede modificarse el sentido del sistema, lo cual no es posible para el modelo estructural, ya que el sentido de las entidades es inmanente al todo. Por lo tanto, el sistema no tiene una relación externa con la realidad: es por sí y para sí, es su propio mundo, el cual no está dirigido al sentido de la vida que es posible captar en el mensaje o en el lenguaje intencional. El lenguaje entendido como horizonte de vida es absorbido por el sistema y abandonado como problema de discurso. Por eso, Paul Ricoeur se propone distinguir entre semántica, ciencia de la oración, y semiótica, ciencia de los signos. Para tal efecto, echa mano de la lingüística de la oración, de la fenomenología del sentido y del análisis lingüístico acuñado por la escuela filosófica angloamericana.5 A este conjunto de unidades sintéticas lo denomina ‘dialéctica del acontecimiento y sentido’ en el discurso. El discurso, como desplegamiento del lenguaje, acontece la vida y le otorga sentido. Siendo así, el mensaje precede la existencia del sistema; es un acontecimiento real, le da vida al lenguaje y conserva su contenido proposicional. Es decir, puede ser identificado cuantas veces sea posible y expresado de manera distinta; mientras que el sistema es virtual, no existe. Considerado el discurso como acontecimiento, éste no excluye al sujeto en la proposición. . En Tiempo y narración (2009), Ricoeur manifiesta que: 1) un texto es la pre-comprehensión de un mundo común; 2) el texto es suspendido temporalmente de su referente y del mundo de éste; y 3) la suspensión es necesaria para que la obra no se cierre sobre sí misma y se abra a otra posibilidad, a un segundo referente que sería el intérprete. Con esta propuesta, ya no tiene prioridad el lenguaje sobre el habla, ya que el sujeto individual y el predicado universal se entrelazan para darle movimiento al lenguaje, el cual actualiza ‘lo ya dicho’, el discurso, y da paso a la dialéctica de sentido. De esta forma, según Ricoeur, es posible la transición de langue a parole, ya que el discurso es creado en un espacio y tiempo determinados. La actualización del discurso supone una síntesis. El predicado se identifica con el sujeto y ambos son abstraídos en el sentido o significado. Entonces, lo que está en juego en el discurso como acontecimiento transitorio es la comprensión del sentido, del significado.

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