Ecología Profunda

Ecología profunda

También sintetiza muchas actitudes acerca de la naturaleza y las actividades socioeconómicas humanas, con aspectos éticos, espirituales y sociales que se desestiman por la economía, lo que la lleva lejos de ser una filosofía unificada y coherente.

“Los ecologistas profundos promueven la comprensión de algunos de los aspectos más técnicos y científicos de la ecología de sistema con un punto de vista no antropocéntrico, biocentrico o armonioso de la relación entre el hombre y la naturaleza.”

Experimentando a nosotros mismos como parte de la tierra viva y encontrando nuestro rol en el cuidado de la ella. Bajo este enfoque, la relación es más la de un participe, quien se siente conectado con y parte del mundo que le rodea. Esto es una experiencia posible para todos, no solo para expertos, cada uno motivado por sus valores, experiencias y sentimientos puede hacer algo por el bien del mundo al que pertenecemos.

Este término lo introdujo por primera vez el filósofo y activista Arne Naess, al principio de los años 70a, al enfatizar la necesidad de trascender las respuestas superficiales hacia los problemas ecológicos y sociales que enfrentamos. Su propuesta era, que comencemos a hacer “preguntas y búsquedas más profundas”, observando el “para que y como” de la forma como vivimos, identificando como esto encaja en nuestras creencias, necesidades y valores más profundos. La ecología profunda surge en el mundo anglosajón como corriente filosófica a finales de los años sesenta, vinculada con la revolución ecologista y los movimientos contraculturales de la época.

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