Economía Política
Enviado por Sam3010 • 1 de Diciembre de 2013 • 1.803 Palabras (8 Páginas) • 270 Visitas
“Teorías de la Globalización” de Octavio Ianni
La lectura analizada en esta ocasión es un fragmento del libro “Teorías de la Globalización escrito en 1997 por el sociólogo brasileño Octavio Ianni. Aquí él habla sobre algunas teorías que buscan explicar la globalización, el interesante proceso por el cual la sociedad deja de centrarse en el individuo y en su forma de organización predilecta, el Estado-nación, y comienza a centrarse en una configuración global. Así, este proceso de globalización hace ver a la Tierra como el territorio donde todos los seres humanos nos encontramos relacionados y no solo como el lugar donde coexisten los Estados-nación y donde tienen lugar las relaciones entre ellos.
En el primer capítulo de este libro, Ianni pretende explicar de forma poética y más bien grandilocuente, que este descubrimiento que los pensadores han hecho sobre las implicaciones de este proceso de globalización ha alterado las formas de pensar y fabular de las personas. En esos momentos de conmoción, la reflexión lleva a la creación de metáforas que pretenden explicar de alguna forma las nuevas realidades. En este caso, el mundo globalizado ha sido el objeto de múltiples y originales metáforas que inundan los textos científicos y filosóficos. Así, estas alegorías circulan en la bibliografía de la globalización, proveyendo lenguaje innovador a las ciencias sociales y suscitando diversos ángulos de análisis dentro de ellas.
El autor analiza en este capítulo cuatro diferentes metáforas de la globalización que pretenden explicar las características fundamentales y las principales limitaciones de la nueva realidad. Ianni considera a estas cuatro metáforas, la de la aldea global, la fábrica global, la nave espacial y la torre de Babel, como emblemáticas del nuevo clima de pensamiento. Contemplan principalmente aspectos sociales, económicos, políticos, históricos, geográficos, etc. y se introducen en las controversias de la modernidad y la posmodernidad. Habría que considerar que la importancia que le confiere a estas metáforas en particular pertenece a la discusión de finales de los noventa, y aunque considero que todas ellas son aún bastante válidas, puede que hayan aparecido algunas nuevas alegorías de igual importancia.
La metáfora de la “aldea global” nos habla de la formación de una comunidad global sustentada por la evolución de la tecnología y la electrónica. El desarrollo acelerado de la tecnología ha permitido la creación de un mundo donde abundan los medios de comunicación instantáneos y siempre interconectados. En la aldea global, se produce y comercia la información como una mercancía más, incluso se invaden mercados y culturas extranjeras con ella. Marshall McLuhan, quién popularizó el término “aldea global”, argumentaba que esta creciente interconexión crearía una conciencia colectiva global que trascendería los Estados-nación para contemplar las acciones de la humanidad en su conjunto. Así, esta metáfora implica la idea de un mundo sin fronteras y una comunidad global que tiende a la homogeneización de sus estructuras y sus preferencias.
En la “fábrica global” se sugiere una gran expansión del capitalismo que traspasa todas las fronteras y que ha prevalecido sobre el resto de las formas de organización social. Asimismo, cada economía nacional y la totalidad del mercado, las fuerzas productivas y la división del trabajo internacional se ven configuradas dentro de la economía global. Ianni argumenta que la fábrica global se vale de la publicidad y los medios impresos y electrónicos para su expansión; y sobre todo, que es notable que esta fábrica global ya no es sólo metáfora sino realidad. En el ámbito de la globalización se observan las dinámicas de la concentración de capital alrededor de la cual se articulan empresas, mercados, etc.
La “nave espacial”, de la tercera metáfora, representa la incertidumbre que se ha plantado en la humanidad al comenzar la nueva era mundial de la globalización; es difícil unirse para desarrollar un proyecto tan grande como lo es una unificación del pensamiento global puesto que no se sabe cuáles serán las consecuencias en el futuro, y sin embargo, esto es precisamente lo que las personas han pretendido. El nuevo pensamiento, implicado en la nave espacial, supone un renovado sentimiento de pesimismo en la época de la posmodernidad; el individuo antes reconfortado por el pensamiento filosófico tradicional en el cual él y la razón se encontraban en el centro, ahora se da cuenta que el capital se ha vuelto el centro del mundo, y la idea del individuo se encuentra en decadencia. Las relaciones sociales se han tecnificado y se ha buscado su mera funcionalidad en pos de una valorización absoluta por el dinero.
Todavía más pesimista que la idea de la nave espacial, es la metáfora que se encuentra inserta en ella, “la torre de Babel”. La travesía en la nave espacial se torna babélica, es decir, confusa e inexorable. Durante la construcción de la torre de Babel, y de forma comparable con la promoción de la globalización en sus inicios, todo estaba en un orden razonable y hasta excesivo ya que la meta era la creación de una gran torre que llegase hasta el cielo. Era el proyecto más ambicioso de la historia, se deseaba que perdurara eternamente, como en el caso de la globalización que además pretende que abarque a toda la humanidad. Una vez inserta esta mentalidad y esta meta ya no podían ser desechadas, y todo lo demás se volvía secundario. Así, aun dentro de esta participación universal, las diferentes nacionalidades competían entre sí para sobresalir y obtener los mejores beneficios y esto creaba disputas que nunca cesaron. Finalmente, las generaciones posteriores al inicio del proyecto comprendieron
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