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El Cartel De Los Sapos Ensayo


Enviado por   •  4 de Marzo de 2015  •  2.195 Palabras (9 Páginas)  •  404 Visitas

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“Estos también quieren ir”

Después de la captura de Víctor Patiño, Rasguño intento bajarle el nivel a la confrontación con Varela y para ello echó mano de los lazos de hermandad que los unían desde comienzos de la década de los noventa, cuando pertenecían al exitoso cartel del Norte del Valle.

Mientras tanto en Cali, Pipe, el primo de Diego Montoya, contribuyó a alborotar los ánimos entre las dos fracciones del cartel. A finales de Mayo del 2002, dos miembros de esa organización llegaron a la discoteca pero el guardián qu e estaba a la entrada salió a su encuentro.

Chorizo llevó a los dos Yiyos hasta un salón VIP en el segundo piso de la discoteca y les ordenó a los meseros que los atendieran como ellos merecían. Mientras tanto, el administrador se dirigió a su oficina privada y llamó al celular a Varela, el dueño del establecimiento, y le contó lo ocurrido.

Enterado de lo que paso, Fofe pidió las características del vehículo en que llegaron los Yiyos y el número exacto de visitantes que los acompañaban. Luego le dio instrucciones.

En menos de una hora, Fofe y 20 de sus hombres se apertrecharon en las inmediaciones de la discoteca a la espera de las órdenes de Fofe. Mientras tanto, Chorizo atendió como reyes a los visitantes, que no tardaron en embriagarse. Luego los acompaño hasta la puerta de salida y de inmediato llamó a Fofe.

Los Yiyos se dirigieron a su Mazda Matzuri verde y se alejaron de allí. Cuando avanzaban por una solitaria vía se detuvieron porque los cerraron dos camperos de Toyota, en uno de los cuales iba Fofe.

“Yo no entro a mi gente”

Diego Montoya se encontró con Miguel Solano para continuar los envíos de droga a México. Estaban convencidos de que la única opción para seguir vivos era sostener una confrontación con Varela. También de que esa guerra solo era posible con un gran soporte financiero y que mejor que la venta de sus embarques de cocaína, cada uno de los cuales alcanzaba las 15 toneladas por despacho. A todas estas, Lorena Henao mantenía su interés en cobrar supuestas deudas que tenía su fallecido esposo Ivan Urdinola. Una de las acreencias estaba contenida en un sobre cerrado, escrito de su puño y letra, hallado entre sus pertenencias en la cárcel.

Según el contenido del escrito, Miguel Solano aparecía como supuesto deudor de dos millones de dólares. Hecho el descubrimiento, Lorena se comunico con Solano para cobrar el dinero.

“La cruda realidad”

Los vientos de guerra llegaron de inmediato al norte del Valle, De un lado, Varela instruyó a sus hombres para matar a Solano a cualquier precio. Encontrarlo y darlo de baja se convirtió en una obsesión. Solano entendió la dimensión del desafío y opto por aumentar se ejercito privado en armas y hombres. Al fin y al cabo tenia un buen soporte financiero.

Enterado de la inminente confrontación, Diego Montoya le propuso a Solano que dejara el norte del Valle por un tiempo mientras bajaba la marea. Pero Solano no hizo caso y por el contrario incremento más su escolta, que ahora estaba compuesta por mas de 40 hombres armados hasta los dientes.

En la primera semana de Diciembre de 2002 se realizaba un evento social al que Solano no podía faltar: La feria de Roldanillo, cuyo acto inicial era una cabalgata de recorría las calles de la población.

Como era de esperarse, Solano salió a lomo de Lucas, un hermoso caballo negro de su afamado criadero de paso fino; el mismo que orgullosamente exponía en las ferias esquinas del país.

Conocedor como pocos de los gustos de Solano, Varela había pronosticado que su enemigo saldría a rumbear. Por eso le encomendó la tarea a Fofe de enviar su manda de hienas salvajes a mezclarse entre la gente que observaba la cabalgata a lado y lado de las calles del centro Roldanillo.

Entre los ejemplares que desfilaba Fofe tenía a un infiltrado que tenia la misión de llamar por radio cuando Solano estuviera a 100 metros de una calle señalada previamente para hacer el atentado.

“Hasta cuando”

A cien Kilómetros de allí, en su guarida y lugar de exilio, Diego Montoya lloraba la muerte de su buen amigo Miguel Solano. Muy a su pesar optó por no asistir a los funerales en Roldanillo y permanecer en el Magdalena Mdeio, protegido por las autodefensas. Era mejor no darle papaya a Varela, que podría capitalizar su osadía de salir de los dominios paramilitares, donde estaba a salvo.

Sin embargo, Montoya decidió llamar a Varela con la intención de recibir una explicación lógica respecto al atentado contra solano porque el entendía que los conflictos internos en el cartel de Norte habían quedado resueltos meses atrás.

Los dos narcotraficantes de despidieron en no muy buenos términos. A partir de ese momento tuvieron claro que no se podían dar la espalda el uno al otro.

Asi fue como la enorme riqueza de Solano se diluyó poco a poco.

Arcangel Henao tomó su parte; Rasguño hizo su agosto; Lonera Henao y Varela citaron a contadores, testaferros y familiares del capo asesinado para informarles que a partir de ese momento deberían entregarles los títulos valores y las propiedades de Solano.

“La empresa”

Si los ánimos estaban caldeados en Colombia, que decir en Estados Unidos, donde las agencias federales habían llegado al limite de su tolerancia. Por las cortes pasaban extraditados que exigían su derecho a llenar aplicaciones para ingresar al cartel de los sapos. Sin embargo, eran muchos los informantes que enviaban aplicaciones para entrar a esta estrategia, diseñada por las agencias americanas contra los poderosos carteles de la droga, pero al final eran muy pocos los escogidos.

“El caballito de la batalla”

Dejemos al agente Maggioni al frente de la judicialización de los capos del Norte y regresemos a Colombia, donde las purgas internas continuaban a la orden del día.

Diego Montoya veía cada vez mas lejana la posibilidad de un dialogo directo con Varela y por eso prefirió permanecer escondido en el Magdalena Medio, distante de los continuos roces entre la gente del Norte y sobre todo ahora que tenia claro que estaba solo. Con el cruel asesinato de Miguel Solano, Chupeta, Rasguño, el Mocho, Tocayo, todos alineados con Varela, les enviaron un mensaje claro a sus aliados: el que se saliera de foto, el que irrespetara su mando, seria borrado del mapa.

“No bajar la guardia”

Varela y Capachivo conocían al milímetro sus tácticas, sus acciones, sus métodos, sus puntos vulnerables, sus colaboradores, sus amigos y sus enemigos. Por estas razones, para ninguno de los dos bandos era fácil la guerra. Provenían de la misma calaña. Convencidos de que la confrontación

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