El Consumismo Una Enfermedad?
Enviado por ruby_tl15 • 14 de Agosto de 2013 • 2.522 Palabras (11 Páginas) • 575 Visitas
EL CONSUMISMO ¿UNA ENFERMEDAD?
A lo largo de los años el consumismo se define como una acción que hace una persona al satisfacer sus necesidades pasadas, presentes o futuras mediante un gasto de un bien o servicio a través de un proceso económico. El consumismo los autores lo definen de muchas maneras así como el reconocimiento de varios tipos de consumismo dependiendo del grado en el cual puede ser un consumismo simple hasta un consumismo que se puede transformar en una enfermedad.
En la actualidad el consumismo es parte de una etiqueta social en la que se convierte en un hábito malicioso en el que si no consumes no estas dentro de la “moda” que se impone en la sociedad y que va mucho más allá de las necesidades básicas que el ser humano tiene y esto es parte del comercio del mundo donde la oferta es la que genera la transformación de los hábitos de consumo.
A lo largo de este artículo se tocaran varios puntos desde el consumismo como una forma simple hasta el consumismo cuando una persona empieza a consumir cosas que van más allá de lo que le hace feliz y entonces eso se convierte en una enfermedad esto se ejemplificara a través de varios puntos de vista de autores y opiniones personales que capten el tema en específico que si el consumismo es o no una enfermedad.
El consumismo, comprar por comprar, también es un mandato social, agudizado por lo que las corporaciones nos han hecho creer.
Ya lo dicen en la película El Club de la Pelea: "La publicidad nos tiene persiguiendo autos y ropas, trabajando en trabajos que odiamos para comprar cosas que no necesitamos".
Según un estudio de la Universidad de Chicago, hay evidencia que señala una relación entre la baja autoestima y el materialismo. Pero, lo que es más importante e interesante, también hay evidencia que el consumismo y el materialismo son causantes de baja autoestima. Una paradoja perfecta. Veámoslo así: Tú tienes baja autoestima. Te compras el último y más caro gadget del mercado, y te sientes bien contigo mismo. Pero, pronto descubres (al menos inconscientemente), que mides tu valor en relación a las cosas que tienes, y no por lo que eres. Eso te genera más baja autoestima y compras otra cosa. Y así, en un círculo vicioso. El mismo estudio, asegura que a medida que la autoestima se incrementa (por la realización personal, y no por consumir), el materialismo (y, por lo tanto, el consumismo) decrece.
Estudios de la Universidad de Emory descubrieron que, ante la anticipación y el deseo de comprar un producto, somos recompensados por nuestro cerebro con un estallido de dopamina. Solo la anticipación lanza esta recompensa, no la compra. Pero, al sentirnos bien ante esta sensación, la mayoría de los individuos (y más los que tienen baja autoestima) compran el producto en cuestión. El resultante es que la sensación de satisfacción se esfuma en cuestión de minutos luego de la compra. Por esto, y así como hay algunos adictos al peligro (por la adrenalina resultante), hay otros que son adictos a las compras (por los escasos minutos de satisfacción que les brinda la anticipación). Siguiendo con nuestros cerebros primitivos, investigadores de la Universidad de Bonn, descubrieron que los humanos no es que desean tener más, realmente, sino que desean tener más que los demás. La competencia, totalmente necesaria para la evolución de la especie, hoy nos está jugando una mala pasada.
¿El consumismo es malo? Sí, lo es. Consumir está bien. Así sostenemos la economía del mundo globalizado y nos damos algún que otro lujo necesario. Pero el consumismo, ese que te obliga a cambiar de móvil cada vez que sale un nuevo modelo, es depredador para el ambiente y va en detrimento de tu individuo.
Como dice este excelente artículo del diario La Nación, siempre ten en cuenta que "el consumo es la vida en su adecuada y saludable conexión con lo que somos o con lo que necesitamos ser en cada coyuntura o en cada momento. O, en todo caso, con lo que aspiramos a ser en un futuro razonablemente cercano. El consumismo, en cambio, es el hijo dilecto de una fantasía que altera o distorsiona nuestra propia realidad o nuestra propia imagen, convirtiéndonos en esclavos, en un remedo de lo que somos o en la imagen de lo que nunca seremos."
El cambio tecnológico nos permite producir más de lo que demandamos y ofertar más de lo que necesitamos. El consumo y el crecimiento económico sin fin es el paradigma de la nueva religión, donde el aumento del consumo es una forma de vida necesaria para mantener la actividad económica y el empleo.
El consumo de bienes y servicios, por supuesto, es imprescindible para satisfacer las necesidades humanas, pero cuando se supera cierto umbral, que se sitúa en torno a los 7.000 euros anuales por persona, se transforma en consumismo.
1.700 millones de consumidores, 2.800 millones de pobres En el mundo la sociedad de consumo la integran 1.728 millones de personas, el 28% de la población mundial: 242 millones viven en Estados Unidos (el 84% de su población), 349 millones en Europa Occidental (el 89% de la población), 120 millones en Japón (95%), 240 millones en China (apenas el 19% de su población), 122 millones en India (12%), 61 millones en Rusia (43%), 58 millones en Brasil (33%) y sólo 34 millones en el África subsahariana (el 5% de la población). En total en los países industrializados viven 816 millones de consumidores (el 80% de la población) y 912 millones en los países en desarrollo (sólo el 17% de la población del Tercer mundo).
Mientras los 1.700 millones de consumidores gastan diariamente más de 20 euros, hay 2.800 millones de personas que tienen que vivir con menos de 2 euros diarios (lo mínimo para satisfacer las necesidades más básicas) y 1.200 millones de personas viven con menos de 1 euro diario en la extrema pobreza. Mientras el estadounidense medio consume cada año 331 kilos de papel, en India usan 4 kilos y en gran parte de África menos de 1 kilo. El 15% de la población de los países industrializados consume el 61% del aluminio, el 60% del plomo, el 59% del cobre y el 49% del acero. Cifras similares podrían repetirse para todo tipo de bienes y servicios.
Según Javier Garcés, psicólogo experto en consumo que se ha ocupado del aspecto técnico. Según los datos del estudio un 33% de la población adulta (32% de los hombres y 34% de las mujeres) tiene problemas de adicción a la compra impulsiva y de falta de control del gasto; un 18% de ellos de forma moderada; un 15% presenta un nivel importante de adicción y un 3% llega a niveles que pueden considerarse patológicos. Es decir, se trataría de una adicción en sentido médico
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