El Maltrato Animal
Enviado por lizethGARSIM • 22 de Abril de 2015 • 480 Palabras (2 Páginas) • 184 Visitas
El animalismo: lágrimas y compromiso
Olvidados por la mayoría de los políticos, ignorados por casi todos los medios de comunicación, despreciados por buena parte de la sociedad, insultados y amenazados por los que han hecho del maltrato de seres vivos su código moral y su fuente de ingresos… ¿De verdad que tal y como algunos insinúan, alguien cree que ser animalista es un dulce caramelito?
Por dinero no es, aquellos que quieren llenarse los bolsillos o al menos subsistir gracias a los animales se dedican a explotarlos sin miramientos y nunca a defenderlos. Por prestigio social tampoco, no en un País donde los toreros son héroes, los cortesanos con ganas de medrar se van de caza con el Rey, banqueros, grandes empresarios o
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Publicado por Fin Maltrato Animal en 1:47 0 comentarios
Etiquetas: Debate animalista
jueves, 19 de julio de 2012
Reflexiones de un animalista chiflado
O eso dicen algunos cuerdos
Hago recuento y ya no leo algunos nombres, pero no siento por ello resentimiento ni tristeza. Ciertos vacíos en mi agenda me aportan tanto conocimiento como tranquilidad.
"¿Te acuerdas de Julio? Pues le dio por meterse en eso de la defensa de los animales. Sí hombre, los que están en contra de las corridas de toros, de los circos, de los zoológicos. Vamos, que rechazan hasta los cinturones de piel o el corderito lechal al horno. En fin, que ahora es uno de esos que reclaman no sé qué de derechos
Liberación humana y animal
No son luchas diferentes
¿Conculcan nuestro derecho a una sanidad pública eficaz? Ellos agonizan en las calles, en las perreras, en las granjas, en los zoológicos, en los circos…
¿Fracturan la educación gratuita en favor de la privada? A ellos les niegan conocer la libertad que les pertenece.
¿Nos recortan los sueldos? A ellos la vida.
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¿Reprimen nuestras voces con violencia? Las suyas jamás son
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Animalistas inadaptados, amargados y sectarios
Y eso en boca de los que matan o pagan por verlo
- ¡Eh, antitaurinos, sóis unos inadaptados! –, te gritan coordinados docenas de androides casposos con farias de cincuenta pesetas, odre de vino y llavero rojigualda y negro osborne. Lo hacen desde la fila de las entradas para ver la trayectoria de la siguiente que encaje Juan José Padilla. Son una masa longilínea que se extiende viscosa y fláccida desde la plaza hasta donde acaba su hematofílico rastro, cual largo intestino colgando del abdomen abierto del caballo corneado de un picador. Y tú te preguntas, ¿a qué he de adaptarme?, ¿a la violencia,
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