El Muralismo En La Revolución
Enviado por questoquelotro • 5 de Junio de 2013 • 1.588 Palabras (7 Páginas) • 406 Visitas
El muralismo en la Revolución Mexicana
Alumna: Brenda Álvarez López
Materia: Historia de la Cultura
Grupo: 655
El muralismo, movimiento artístico mexicano con fines educativos que ocurrió a principios del siglo XX, fue esencial para unificar a un país que estaba recuperándose de una revolución y aunque es comúnmente considerado como una corriente artística, también se le puede considerar como un movimiento político y social.
Este movimiento tuvo como antecedente directo la notable obra del grabador José Guadalupe Posada (1851-1913), quien supo condensar lo más incisivo del arte popular de su país, especialmente como ilustrador y caricaturista político de periódicos opositores al régimen paternalista y autoritario de Porfirio Díaz.
Poco después de la muerte de Posada regresó a México el Dr. Atl (Gerardo Murillo, 1875-1964), pintor, vulcanógrafo y escritor que en Italia se entusiasmó con la antigua pintura mural y las ideas socialistas de Enrico Ferri. En su país dirigió el periódico revolucionario La Vanguardia, el que tenía a Orozco entre sus dibujantes, reaccionó contra lo hispánico sosteniendo apasionadamente la causa indigenista y adoptó el seudónimo que hizo famoso, el que significa agua en nahua. Posteriormente participó en el movimiento muralista y pintó volcanes, cráteres y peñascos.
Siendo Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco los principales representantes del pintoresco movimiento, su propósito era hacer llegar e inculcarle al pueblo mexicano, no tomando en cuenta raza o clase social, la historia del país por medio del uso de paredes internas y externas de edificios públicos como lienzos para transmitir dichos mensajes. Otros reconocidos pintores pertenecientes a este movimiento son Rufino Tamayo (considerado como el cuarto gran muralista mexicano), Roberto Montenegro, Federico Cantú y Jorge González Camarena.
En sus obras, estos tres artistas buscaron glorificar los éxitos de la revolución y la historia pre colonial de México. Se les veía como artistas que cumplían una función social, pues en un país donde se leía poco, jugaban un papel importante como educadores y como propagadores de ideas, y su arte era el vehículo perfecto para ello. Esto llevó a que se convirtiera en un arte patrocinado por el gobierno. Nunca antes un movimiento artístico había sido a la vez oficial y revolucionario.
Dicho movimiento se distinguió por las ideas políticas y sociales de sus autores, naciendo una unión sin precedente entre el arte y la política. Es una pintura de denuncia con una enorme carga ideológica socialista, ya que los temas que trata son de índole revolucionaria, exaltando la lucha de clases y denunciando la opresión, por lo que es una pintura que se caracteriza por su alto contenido social y por describir el surgimiento de una nueva ideología y de una nueva identidad nacional cuyo origen encontramos en el movimiento revolucionario de 1910, en sus ideales, sus luchas y sus tragedias, en sus exigencias, sus logros y sus conquistas.
Fueron el presidente de México, Álvaro Obregón y José Vasconcelos, su secretario de educación, quienes lo impulsaron. El propósito era hacerle llegar al pueblo la historia de México, presentándosela en imágenes plasmadas en edificios públicos o en sus exteriores.
En 1922, bajo los auspicios de José Vasconcelos, se inició el muralismo en los espacios que cedieron la Secretaría de Educación y la Escuela Nacional Preparatoria. Se trataba ahí de instruir al pueblo a través de un estilo ya cultivado en el pasado, como aparece en los murales de Teotihuacán.
El muralismo buscó la rehabilitación indígena como factor importante para el nacimiento del México moderno, lo que llevó a sus autores a analizar la historia nacional desde una nueva perspectiva.
El introductor de nuevos materiales y técnicas fue Siqueiros, quien empleó como pigmento pintura de automóviles (piroxilina) y cemento coloreado con pistola de aire. Algunos artistas llegaron a utilizar mosaicos en losas precoladas y losetas quemadas a temperaturas muy altas, empleándose también bastidores de acero revestidos de alambre y metal desplegado, capaces de sostener varias capas de cemento, cal, arena y polvo de mármol de hasta tres centímetros de espesor. La imaginación para el empleo de nuevas técnicas y materiales no tuvo límite.
El muralismo no fue una manifestación artística acogida con gran entusiasmo por toda la sociedad. Para muchos fue un escándalo que en los emblemáticos y venerables edificios virreinales quedara plasmada una ideología revolucionaria salpicada de ideas socialistas, pero los tiempos habían cambiado.
Diego Rivera logró elaborar un arte profundamente popular y asequible incluso para los grandes sectores menos cultivados del pueblo, con alusiones y símbolos muy claros y explícitos, y con profusión de detalles, personajes y objetos que se apiñan en sus murales, logrando una gran maestría en el diseño y extremado equilibrio en el ordenamiento de todos esos elementos, lo que los convierte en obras sumamente atractivas en el aspecto visual, en especial por el colorido que maneja.
Espacio que causa admiración a propios y extraños en el Palacio Nacional es la obra pictórica del muralista Diego Rivera. Se encuentra en el cubo de la escalera principal del Patio Central, a lo largo del corredor norte y en un pequeño tramo del corredor oriente del primer piso del mismo patio.
Para Orozco, al igual que para Rivera, el obrero y el campesino representan el futuro sobre el cual se fincará el nuevo orden. Su crítica a la
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