El Paradigma De La Globalizacion En Mexico

El paradigma de la Globalización en México

El paradigma radica en el hecho de que la globalización sitúa el eje social en lo económico, en los asuntos meramente materiales. Es el mensaje que se trasmite a diario, donde se intenta traspasar al ámbito privado todas las actividades económicas, financieras, legales (la justicia), culturales, y por cierto los asuntos relacionados con la educación, para así poder manipularla.

La globalización, o mundialismo, es el centro de las fuerzas de una rueda de poder formada por las finanzas, la industria, los medios de difusión mundial y el gobierno. La apertura, la tolerancia, la integración transversal, funcionan sólo en una parte del planeta - el mundo desarrollado-, y ni siquiera en esos países de manera uniforme. La globalización ha dejado fuera del modelo que impulsa a una alta cantidad de marginados, que no encuentran trabajo, que son excluidos social y culturalmente.

En todas las sociedades –aun en los países más conservadores-, ante el impacto de las fuerzas de la globalización, la tradición, los hábitos y las costumbres juegan un papel menos importante.

Es muy importante tener en cuenta lo que está sucediendo en las comunidades, aquellas que utilizan métodos pacíficos para defender su causa. En ese mundo rural los abuelos han tenido que quedarse cuidando a sus nietos, ya que los padres están fuera trabajando en la ciudad o en las cosechas lejos de su casa. Los niños reciben una enseñanza que el abuelo aprendió de sus padres o incluso de sus abuelos, y así van recogiendo un conocimiento y unas tradiciones que se remontan a los tiempos fundacionales de la cultura. Los niños luego van al colegio, o quizá a la universidad, donde contrastan estos conocimientos con los paradigmas que propaga la globalización, y tienen todo un bagaje étnico-cultural que les permite resistir de mejor manera los mensajes negativos que se difunden a través de los medios masivos de comunicación. No pierden el contacto con sus raíces.

Los padres hoy en día deberían conversar más con los hijos acerca de las tradiciones de los abuelos, y en el caso de que éstos vivan, propiciar reuniones en las que los mayores cuenten cómo eran las costumbres cincuenta o cien años atrás, en la época de los bisabuelos. Es muy importante no perder esa sana costumbre de conversar en familia, reunirse, venerar a nuestros antepasados. Y aprovechar estas instancias para subrayar las cosas positivas de los actuales adelantos científicos o tecnológicos, pero mostrando los riegos implícitos en las cuestiones negativas descritas con anterioridad; estar alertas, conscientes, no dejarse llevar por aquella publicidad que nos crea falsas necesidades. Obviamente, no podemos vivir permanentemente mirando hacia atrás, o ignorar la tecnología actual. Sin embargo, nuestras tradiciones nos pueden demostrar un camino que podría ser muy efectivo para evitar ser

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