El Pop Art En Colombia
Enviado por oibafnavarro • 12 de Marzo de 2014 • 1.615 Palabras (7 Páginas) • 663 Visitas
EL ARTE POP EN COLOMBIA
Con la aparición del Expresionismo Abstracto en Colombia en la década del cincuenta es decir, a pocos años de su reconocimiento internacional comienzan a acercarse cronológicamente y a intensificarse las repercusiones de los movimientos modernos del arte del país.
Tal es el caso del Arte POP que no sólo se extendió rápidamente en nuestro medio llegando algunos críticos a mencionar Fernando Botero entre sus precursores, sino que es uno de los movimientos internacionales con un impacto más intenso, amplio y duradero en la pintura colombiana.
El Arte POP se basa en la aceptación y utilización de los elementos comerciales contemporáneos y de los medios de comunicación masiva, aprovechando con frecuencia imágenes publicitarias y cinematográficas. No obstante la similitud en cuanto a sujetos y la predilección de algunos artistas por técnicas comerciales como la serigrafía y por la pintura de borde duro o contorno definido, el Arte POP no cuenta con un estilo unificado.
Las primeras obras claramente pop en concepto e iconografía que se presentan en Colombia fueron expuestas en 1964 en un Salón de arte joven, siendo sus autores:
Bernardo Salcedo (quien envió un collage que involucraba la envoltura de Alka-Seltzer)
Jorge Madriñán (autor de un ensamblaje con láminas y objetos populares).
Para finales de esa década el movimiento había cobrado ya gran fuerza en el país, habiéndose adherido a sus principios artistas como:
Santiago Cárdenas, realista intérprete de objetos cotidianos;
Beatriz González, quien también parte de láminas o cromos populares así como de imágenes extraídas de la prensa;
Alvaro Barrios, con trabajos apoyados en las tiras cómicas;
Hernando del Villar, quien se basaba en personajes populares y estrellas de cine.
Ana Mercedes Hoyos, cuyas primeras pinturas incluyen señales urbanas y vallas publicitarias y,
Sonia Gutiérrez.
El extendido uso de la serigrafía en Colombia durante las últimas décadas puede también considerarse como un efecto del Pop en nuestro panorama artístico.
BEATRIZ GONZALEZ
“Lo más valioso del trabajo de Beatriz González”, según afirma la critica Marta Traba, “es que consigna hacer de su obra una unidad de sentido que sin moverse de lo regional, es capaz de transmitir lo regional como una vivencia donde se expresan concepciones humanas y estéticas extremadamente amplias y complejas”. Pintora, historiadora y crítica de arte santandereana (Bucaramanga, 1938). Beatriz González Aranda estudió Bellas Artes con Juan Antonio Roda en la Universidad de los Andes e hizo un curso de grabado en la Academia Van Beeldende Kunsten de Rotterdam. Como historiadora ha publicado: Ramón Torres Méndez, entre lo pintoresco y la picaresca (1985), Roberto Páramo, pintor de la sabana (1986), José Gabriel Tatis, un pintor comprometido (1987), Fídolo Alfonso González Camargo (1987) y "Las artes plásticas en el siglo XIX", en la Gran Enciclopedia de Colombia (1993).
“Tapen, tapen”
Óleo sobre lienzo (1994)
Presenta, en medio de una compleja
estructura compositiva y de referentes
iconográficos, una alusión al asesinato
de Luís Carlos Galán.
Su contribución al arte contemporáneo latinoamericano se ha ido consolidando a partir de la década del 70 gracias a una inteligencia visual que ha sabido integrar temas y motivos regionales con tratamientos sumamente eficaces y de gran complejidad simbólica. Aunque su lenguaje formal ha adoptado elementos del POP norteamericano, sus grabados no reflejan las imágenes que corresponden a una iconografía de consumo y tampoco proponen una visión conformista y complaciente de la realidad social.
“Niña ingraviada”
Óleo sobre tela
80x100cms
1965 Museo de Arte Contemporáneo
Su obra se ha mantenido vinculada a otros problemas y a unos referentes regionales que en nada tienen que ver con modelos derivados de una sociedad tecnológica y que le han permitido incidir críticamente en una diversidad de prácticas que se nutren de los acontecimientos políticos, la crónica roja urbana, los retratos de familia, la historia de los próceres o los comportamientos absurdos y desquiciados de la plutocracia colombiana.
Los grabados de Beatriz González utilizan el tratamiento artesanal como una estrategia que se opone a la manifestación industrializada de la serialidad. Es decir, que la impresión en serie no puede conducir a la producción de un número ilimitado de copias que carezcan de particularidades y calidades plásticas que se distingan a cada uno de los elementos de una misma tirada. En éste proceso de particularización de la copia, Beatriz González incorpora el recurso del accidente y del error como otra forma de fijar los rasgos diferenciales de la copia.
“Mátame a mí que yo ya viví”
1997 Bogotá
Colección Museo Nacional de Colombia.
El enfoque de su trabajo gráfico mantiene un tono irónico y distanciado que pone en evidencia la falsedad de ciertos sectores de la sociedad colombiana a través de la utilización de lo cursi o de lo grotesco como una manera de expresar desde su propio lenguaje plástico una visión
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