El Rol De La Mujer En La Ciencia
Enviado por gzoryez • 11 de Noviembre de 2013 • 3.916 Palabras (16 Páginas) • 618 Visitas
INTRODUCCIÓN
“El papel de la mujer en el mundo científico a lo largo de la historia de la humanidad: pasado, presente y futuro.”
Desde la antigüedad, el papel que ha jugado la mujer en el ámbito general de lo laboral ha sido designado a las labores domésticas o a la producción artesanal. Esto provocó consecuencias en la forma de pensar en la antigua sociedad en la que se encontraban creando un pensamiento de inferioridad a las mujeres y de subestimación de sus capacidades tanto a la hora de la investigación, como de la producción y creación en otros campos, como es en este caso, el que engloba a las ciencias y en concreto en el caso de las matemáticas, que les ha hecho difícil el acceso a la educación y al trabajo. Esta época también está influenciada por la iglesia que desde el principio de los tiempos siempre ha infravalorado a la figura de la mujer, por ejemplo con la imagen de que la mujer debía estar enlazada al ámbito familiar y del hogar y otro aspecto se puede reflejar en la ocupación únicamente masculino de los cargos eclesiásticos entre otros. Las mujeres han contribuido a las ciencias desde los principios de estas, pero estos impedimentos han contribuido a que no sean reconocidas por su trabajo. Por eso se puede concluir que en la antigüedad el papel que jugaron fue existente en bastantes mujeres y ha desempeñado un papel muy importante en la sociedad aunque en ocasiones se le aparte de su papel en la historia, ya que los libros de historia y los diccionarios bibliográficos hacen poca o ninguna referencia sobre el aporte de estas, aunque podemos saber de su existencia gracias a investigaciones que han proporcionado grandes hallazgos.
LAS MUJERES EN LA CIENCIA
Las mujeres científicas siguen aspirando a una relación más igualitaria con los hombres. Si bien hoy se registran significativos avances, todavía hay mucho camino por recorrer. Ejemplos emblemáticos y estudios estadísticos muestran la persistencia de la “discriminación jerárquica”.
En el siglo XIX, y hasta comienzos del siglo XX, no era costumbre que las mujeres se dedicaran a la academia ni que permanecieran en instituciones educativas como las universidades.
En una sociedad política e ideológicamente masculina, las organizaciones científicas debían serlo también, y allí radicaba la segregación no explícita pero sí formal de las mujeres en la actividad científica. Fueron muchas las que, durante años, tuvieron que luchar contra un sistema de concepción machista. Las mujeres que lograron superar las barreras hicieron historia y ocuparon el rol de referentes para aquellas científicas que, todavía hoy, aspiran a una relación más igualitaria entre hombres y mujeres.
Cecilia Grierson, la primera médica argentina, graduada en 1889, y fundadora de la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino, sufrió el ridículo y el aislamiento en su paso por la Facultad de Medicina como la única estudiante mujer. Luego, tuvo que dar una prolongada batalla legal para poder practicar la medicina.
Esta mujer, que tuvo la audacia de ser la primera en obtener el título de médica cirujana, jamás pudo llegar a ser jefe de sala ni directora de algún hospital y, aunque intentó ingresar al profesorado de la Facultad, tampoco se le permitió ejercer la docencia universitaria.
Otro ejemplo de científica destacada es Eugenia Sacerdote de Lusting. Fue investigadora emérita del CONICET y de la UBA, y quien introdujo por primera vez en el país la vacuna contra la poliomielitis que inoculó a sus propios hijos. Pero la desigualdad en términos de género es universal. El año que Suecia gana el premio a mayor equidad en género, las mujeres del Instituto Karolinska denunciaron que para ocupar el mismo cargo que un hombre, debían tener un curriculum dos o tres veces superior.
La mujer es admitida en la actividad científica como igual hasta que esa actividad se institucionaliza y profesionaliza. Por ende, se cae en una situación en la que el papel de
una mujer es inversamente proporcional al prestigio de esa actividad científica.
Las diferencias entre hombres y mujeres existen pero, al no ser palpables, se habla de discriminación jerárquica, es decir, no hay impedimentos para que las mujeres ingresen a las diferentes carreras universitarias, pero las desigualdades comienzan a notarse a medida que se asciende en los cargos: se topan con un “techo de cristal” y permanecen en los grados inferiores de la carrera, aunque posean las mismas credenciales que sus pares masculinos.
El techo de cristal representa el hecho que las mujeres son mayoría en las categorías más bajas. A medida que se avanza, van cayendo de modo exponencial y los hombres van creciendo de forma exponencial. Dentro de la carrera de investigador del CONICET casi un 70% de las mujeres ocupan los segmentos más bajos, mientras que en el caso de los hombres, estos segmentos son ocupados por un 45%.
Las mujeres que tenían entre 65 y 70 años habían tenido que optar: eran científicas o eran madres y esposas. Para las mujeres que no quieren optar, el tiempo libre no existe. Sin embargo, es posible si existe una conciencia de género, si uno reconoce que esto es una cuestión de tipo social y cultural, y que no es un problema personal.
Estudiar o investigar en el exterior puede ser de vital importancia para tener una carrera próspera en la investigación. Pero, siendo mujer, puede convertirse en un anhelo irrealizable o, por lo menos, un obstáculo a superar. A las mujeres que no tienen una pareja en el ámbito científico, les cuesta más irse al exterior. La mujer tiende a acompañar más al hombre en su
desarrollo profesional y a sacrificar su propia carrera para acompañarlo, y al revés no es tan común. Entonces sucede que no toman las mismas oportunidades que los hombres.
Así, la decisión de formar una familia es crucial porque, en el caso de las mujeres, no es algo que sólo afecta su vida personal.
En las primeras aproximaciones que la RED ARGENTINA DE GENERO, CIENCIA Y TECNOLOGÍA hizo sobre las diferencias de género, se encontraron con datos significativos: En una misma categoría, la cantidad de mujeres solteras y sin hijos era muy superior a los hombres solteros y sin hijos. ¿Esto tiene alguna explicación? Si. En el CONICET, la institución científica más importante del país, hasta hace algunos años, las becarias no gozaban del derecho de tener licencia por maternidad. Y teniendo en cuenta que la edad fértil de la mujer coincide con el momento de desarrollo como becario, la elección forzada se hace presente, una vez más.
Si tenías un director bueno, podías gozar de este derecho universal. Y sino, tenías que mentir, pero el CONICET como
...