El aborto como derecho de las mujeres

 El aborto como derecho de las mujeres.

El aborto ante una perspectiva feminista debe ser un derecho de la mujer, debe ser legal y seguro, al igual que una forma de ejercer el derecho sexual y reproductivo. La mujer es  libre de decidir si continuar o no con el embarazo aunque esté facultada física, emocional y económicamente para ser madre. Se habla mucho sobre la legalización del aborto solo para algunos casos, como lo es la violación, pero todo esto es visto desde un punto moral; en otros casos se exige la total penalización de este sin importar la situación, pero la penalización del aborto no ayuda a disminuir la cantidad de abortos, se siguen realizando los mismos números de abortos, sin embargo, seguramente haya más números de abortos inseguros; es aquí donde entra otro punto importante, que son las mujeres pobres y las niñas, porque son los grupos que más recurren a practicar estos abortos inseguros, la criminalización del aborto solo causa que las mujeres más vulnerables de la sociedad se sometan a procedimientos inseguros.

No importa si existe la legalización del aborto, las mujeres que decidan hacerlo, por cualquier razón, ya sea porque no cuentan con los recursos económicos para sostener a un bebé, o simplemente porque la mujer no se sienta con la capacidad mental y/o emocional de poder cuidar de un nuevo individuo, lo harán aún cuando sepan que corren peligro.

El aborto aparece y reaparece, pese a presentarse como prohibido, está entre nosotras y entre la sociedad toda. El aborto insiste, pese a la dificultad de tantas para inscribir esta práctica personal en lo político. Y cientos de veces al año, dada su inseguridad, está para cobrarse la vida de mujeres empobrecidas económicamente o dejar secuelas en su salud. (Zurbriggen y Anzorena, 2013, p. 20). 

El hecho de centrar los argumentos en la magnitud del problema, y decir  que sin importar la legalización del aborto, este se seguiría practicando aún cuando sería clandestino, condiciona los discursos políticos y sociales sobre el tema y esto tiene un impacto en las vivencias de las mujeres que presentan un aborto. Además, la magnitud no naturaliza, no hace socialmente aceptable el hecho del aborto cuando la mayoría de éstos ocurren en la clandestinidad y, por el contrario, se mantiene el nivel de culpa en la mujer como una forma de control social. De acuerdo con Zurbriggen y Anzorena (2013), como feministas se busca pensar en todas las mujeres, y en la maternidad libremente elegida; se quiere que el aborto deje de ser una condena y se vea como una opción ante un embarazo indeseado, siempre tomándolo con seriedad y dándole la debida importancia que implica cualquier decisión que se tome en la vida.

Tomando en cuenta todo lo anteriormente expuesto, se puede concluir que la legalización del aborto no obliga a todas las mujeres embarazadas a abortar, sino todo lo contrario, lo que se busca es respetar y apoyar cualquier decisión que tomen las mujeres ante este caso. Igualmente se busca que dejen de recriminar a las mujeres que deciden abortar “Aunque las mujeres abortan, en contextos restrictivos se les dificulta socialmente reconocer y aceptar el aborto, incluso defenderlo como opción lo que cuestiona la idea de promover un plebiscito para legalizar el aborto” (Erviti, 2005, p. 57).

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