El corporeísmo y la teoría del absolutismo político

El corporeísmo y la teoría del absolutismo político

Thomas Hobbes nació en Malmesbury en 1588; este aprendió con gran corrección el latín y el griego, hasta el punto de que antes de cumplir los quince años, ya era capaz de traducir del original griego a versos latinos. La primera obra de Hobbes que se imprimió fue una traducción de la Guerra del Peloponeso de Tucídides y la última fue una traducción de los poemas de Homero; además muchos escritos suyos están hechos en latín y a menudo con una prosa magnífica. Después de culminar sus estudios superiores en Oxford, en el año 1608, fue nombrado preceptor de la poderosa casa de los Cavendish; previo a esto ya había sido preceptor de Carlos Estuardo, en el año 1646, en el período en que la corte se había exiliado en París cuando Cromwell asumió los poderes dictatoriales en Londres. Posteriormente Carlos Estuardo fue coronado rey y le otorgó una pensión a Hobbes; de esta manera pudo retomar sus estudios tranquilamente.

A su contraparte, los últimos años de vida de Thomas Hobbes fueron amargados debido a que fue envuelto en polémicas gracias a su pensamiento, a las acusaciones de ateísmo y herejía que se le hicieron; de esto tuvo que defenderse y dedicarse a profundos estudios en materia de jurisprudencia inglesa relativa a los delitos de herejía. Pasó gran parte de su larga vida en Europa continental, en especial en su amada Francia. En el año 1610 realizó su primer viaje y posteriormente, hizo dos más en el año 1629 y 1634, este último con una gran relevancia, ya que en él conoció personalmente a Galileo en Italia y a Mersenne en Francia, quien le introdujo en el círculo de los cartesianos. Desde 1640 hasta 1651 vivió en París en un exilio voluntario.

Hobbes describió la teoría del Estado absolutista, donde en primer término, señala que, aunque todos los bienes sean relativos, existe entre ellos un bien primario y originario, que es la vida y su conservación; además niega que existan una justicia y una injusticia naturales puesto que no hay valores absolutos. Por lo tanto, el egoísmo y el convencionalismo son los dos quicios de la nueva ciencia política, que según Hobbes, podrá desplegarse en cuanto a sistema deductivo perfecto, al igual que el de la geometría euclidiana. Para comprender su nueva concepción política, se debe recordar la postura aristotélica clásica, que proponía que el hombre está hecho para vivir junto con los demás en una sociedad políticamente estructurada; sin embargo Hobbes discute con mucha viveza esta postura ya que para él, cada individuo es diferente, culminando su punto declarando que el Estado no es algo natural y que los hombres naturalmente se hallan en una condición de guerra de todos contra todos.

Hobbes utiliza la frase de Plauto homo homini lupus, “el hombre es un lobo para el hombre” para decir que somos guiados por el instinto, que es la necesidad de tener lo necesario para la subsistencia y la razón, que es un instrumento que nos ayuda a realizar deseos fundamentales.

También expone la ley de la naturaleza basada en las normativas generales enseñadas al humano, las cuáles van inclinadas al cómo vivir bien, estas son 19, pero las más resaltantes son 3. En primer término, está la búsqueda de la paz siempre que haya esperanza de obtenerla, sin embargo, en caso de que no se pueda obtener, buscar todas las ventajas de guerra. En segundo término, impone renunciar al derecho, en otras palabras, todo lo que quieres que los otros te hagan, házselos a ellos; es la ley de todos los hombres. Finalmente, la tercera ley declara que la justicia es atenerse a los pactos realizados. A pesar de definir tan bien estas leyes, las mismas no aplican para toda la civilización porque debe haber alguien que esté por encima de todos; siendo esta autoridad la única con la capacidad de decidir si el derecho de alguien debe ser eliminado, indicando que el poder debería ser absoluto y no heredado.

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