El cyber: el arte de gobernar una nave
Enviado por julietzuffasc • 17 de Septiembre de 2015 • Documentos de Investigación • 2.086 Palabras (9 Páginas) • 167 Visitas
Taller de Expresión I Cátedra: Cortés[pic 1]
Córdoba, Isella, Pagliotto, Zuffardi Comisión: 32
El cyber: el arte de gobernar una nave
Introducción
En todo barrio de la Capital Federal encontramos, más allá de las típicas franquicias de supermercados y farmacias, negocios como verdulerías, almacenes, peluquerías, librerías propias de cada barrio. Así también pasa con cybers y locutorios.
Es interesante observar cómo estos lugares se mantienen en pie a pesar del paso del tiempo y el vertiginoso avance tecnológico al que estamos expuestos mundialmente. Es así que no podemos evitar cuestionarnos acerca de cómo se mantienen y cuáles son sus estrategias para enfrentar esta situación. Y por otro lado, creemos que todos tenemos acceso a celulares, computadoras e Internet, ¿pero es realmente cierto? ¿Acaso no hay un sector de la sociedad con esta falta de recursos?
Nos proponemos analizar estas cuestiones partiendo de la historia de los cybers, estudiando la cuestión social, y usando como tronco una entrevista hecha a un cyber-locutorio ubicado en Parque Avellaneda (comuna 9) para comprender cómo es que estos lugares siguen funcionando.
Etimología y origen
El arte de gobernar una nave, una nave que no sabe de fronteras. Ese es el significado etimológico de la palabra ciber o cyber, proveniente del inglés cybernetics. Es un generador de vínculos, una unión entre máquinas y seres vivos, una nave que nos permite viajar a la conexión y comunicaciones.
A principios de los años noventa la conexión a Internet tenía un fin puramente académico. Por este motivo es que dos estudiantes londinenses, Eva Pascoe y Gene Teare, fueron las pioneras en la creación del ciber café, lugar donde se combinaba el descanso con la conexión a Internet. Así se abrían las puertas del primer cibercafé de todos los tiempos, llamado Café Cyberia, ubicado en Wiltshire Road en el barrio Tottenham Court Road, en 1994. Con la velocidad de conexión a la red y las nuevas tecnologías que fueron surgiendo a lo largo del siglo XX, este negocio fue expandiéndose, cruzando fronteras, encontrándose aproximadamente e incluso más de 20.000 cibercafés y cybers en todo el mundo.
El avance tecnológico en primer instancia ayudó a fomentar la creación de los mismos permitiendo el acceso a un gran número de personas a conectarse con el mundo, en un mismo lugar, al mismo tiempo y a pesar de cualquier tipo de distancia. Ahora bien, cuando los ordenadores llegaron a todas las casas comenzó su declive. Ya no era necesario movilizarse hasta un ciber para poder conectarse estaba en la casa de uno esta nave.
Tan solo diez años después de su auge, en 2004, el negocio de los cybers ya no se consideraba rentable. El mismo avance de las nuevas tecnologías que lo había impulsado en un principio, era el mismo factor que, de apoco, iba acabando con él. Muchos locales comenzaron a cerrar, y los que subsistieron pasaron de tener los mejores ordenadores, gente capacitada en cibernética y estar situados en lugares céntricos (cerca de oficinas, escuelas y universidades) a tener ordenadores precarios y quedados en el tiempo, una mala conexión, poca seguridad a la hora de navegar, empleados sin conocimientos sobre la materia, poca higiene y, a los fines prácticos, poco sentido para frecuentarlos. Se encontraron compitiendo contra los celulares, cada vez con más aplicaciones y facultades, computadoras portátiles, líneas móviles, wi fi y luego la conexión 3G. Y hoy, en el año 2015, seguimos encontrando ejemplares de cyber en cada barrio de la Capital Federal.
¿El motivo? Puede ser simple ocio, la necesidad de hacer un trámite rápido antes del trabajo, mandar un mail. La realidad es que, si bien los cybers ya no son un negocio rentable debido a la posibilidad de tener los servicios que ofrece en el bolsillo, se siguen manteniendo en pie y con una cierta clientela, por lo general fija. Esto es en parte a que se reinventan todo el tiempo, encontrando nuevos rubros que pueden sumarse a los servicios que ya se ofrecen, como kioscos, librerías, fotocopiadoras, máquinas de café, carga de tarjeta SUBE y tarjetas para celulares o carga virtual, incluso juguetes y chucherías. De esta manera, en muchos casos, las máquinas y el acceso a Internet terminan siendo apenas un servicio más, y hasta el que menos demanda tiene en el local.
Cuestión social
Solemos dar por hecho de que en cada hogar al menos hay acceso a una computadora y, por supuesto, a banda ancha de Internet, así como teléfono de línea. También afirmamos con seguridad que cada persona tiene un celular, sea del modelo que sea. Según el Censo del 2010 en Argentina, un 44,4% de la población de Buenos Aires utiliza la computadora, mientras que un 55,6% no lo hace. Sin embargo, no es lo mismo utilizar una computadora a tener acceso a ella. En la Ciudad de Buenos Aires un 68,6% de los hogares tienen acceso a una computadora. El 31,4% restante no, es decir que tres de cada diez personas no tienen los recursos para acceder a la compra de una computadora. Entonces podemos deducir que, generalmente, quienes utilizan el servicio que brindan los cybers son sujetos que, por a o por b, se ven en una situación sin acceso a una computadora (clase social, recursos económicos, falta de espacio físico).
Actualmente, desde un celular modelo promedio, se puede acceder a la aplicación del navegador correspondiente para mandar e-mails. ¡Prácticamente puede trabajarse desde la calle! Los trabajadores no pierden tiempo (que parece valer más que el oro) en rentar una máquina en un cyber y ponerse a tipear. No puede descartarse el factor trabajo, pero sí damos cuenta de que no es el principal motivo por el cual un individuo requiere el servicio del cyber. Por esto, no podemos pasar por alto otro factor muy importante: el ocio. Una computadora en un cyber tiene acceso a Internet y por ende a los diversos navegadores, a programas Office, reproductores de música y video, y videojuegos (en CD u online). Con el auge de las redes sociales y los juegos online, puede afirmarse que un gran porcentaje del número de clientes corresponde a los jóvenes y adultos que rentan tiempo en la máquina para navegar por las redes y jugar cualquier tipo de juego online. Pudimos ver esto, particularmente, en el cyber al que recurrimos para realizar la entrevista. Un grupo de jóvenes reunidos jugando todos en el mismo servidor, riendo y compartiendo. Como si de un rito se tratase, algo personal, unión de grupo.
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