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El declive del PRI


Enviado por   •  29 de Enero de 2021  •  Trabajo  •  4.457 Palabras (18 Páginas)  •  149 Visitas

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EL DECLIVE DEL P.R.I.

(PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL MEXICANO)

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Natalia Deocón Buitrago

Asignatura: Historia Política del Mundo Actual

Doble Grado Ciencias Políticas y Filosofía

  1. Introducción

La historia de la política contemporánea en México tiene un claro protagonista, el Partido Revolucionario Institucional, que ha ocupado, durante más de setenta años, el gobierno del país (1928 – 2000).

En este trabajo trazaremos un esbozo de su recorrido, desde la creación de su antecesor en 1929, el Partido Nacional Revolucionario, al derrumbe definitivo de su hegemonía en las elecciones de diciembre del 2000. No obstante, esta quiebra comenzó años atrás con la crisis económica y, en materia de legitimidad, con la matanza de estudiantes en Tlatelolco por parte del ejército en 1968, terminándose por evidenciar con la escisión de un ala del PRI en un partido independiente que se presentó a las elecciones de la famosa caída electoral en 1988.

La trayectoria del PRI suscita muchas preguntas: ¿Cómo consigue un partido en democracia estar al frente del gobierno tantos decenios? ¿de qué forma logra eclipsar al resto de partidos durante tantas elecciones consecutivas? Una de las claves para entender su hegemonía consiste en observar cómo fue convirtiendo el aparato estatal en una estructura corporativista de la que participaban prácticamente todos los sectores de la población, perdiendo cada vez más autonomía y capacidad decisiva los municipios y estados. Desde los primeros mandatos, tuvieron lugar reformas dirigidas a generar una rectoría efectiva del estado: se concebía como un poder presidencial y se encuadraba en un partido nacional cuyo un poder legislativo estaba conformado por miembros del propio partido y un presidente que concentraba un enorme poder en relación a los otros dos poderes, que fueron quedando relegados a un segundo plano. Al aumentar exponencialmente sus capacidades y competencias, el estado acabó transformándose de poder fuerte a poder predominante.

De sus setenta y un años de gobierno, destaca la opacidad de su ideología política, pues a lo largo de los mandatos presidenciales, fueron muchas y muy distintas las medidas políticas, sociales y económicas que se llevaron a cabo.

Por último, y antes de comenzar este pequeño recorrido histórico, cabe mencionar que el objetivo de este trabajo es hacernos una panorámica general de la historia de este partido, su hegemonía y declive, que nos permita comprender de una manera más cercana la realidad política de México.

  1. La familia revolucionaria

Las medidas anticlericales introducidas por la Constitución de 1917, que restaban poder político y patrimonial a la Iglesia, además de restringir la expresión de religiosidad de los creyentes (limitación del culto a los templos, prohibición de vestir hábitos fuera de los espacios religiosos…) produjeron un fuerte conflicto entre gobierno e Iglesia que desembocó en la guerra cristera (1926 – 1929).

Esta situación de división e inestabilidad política se materializó con el asesinato de Álvaro Obregón en 1929, que había modificado la constitución para ser reelegido presidente en las elecciones que se avecinaban; y en los dos intentos fallidos de golpe de estado. El por entonces presidente Plutarco Elías Calles, líder de la revolución de Aguas Prietas y personaje de larga trayectoria y experiencia política, convocó a la conocida como Familia Revolucionaria, formada por los principales líderes revolucionarios.

En reunión cerrada llegaron a formalizar un pacto: Por el bien del país, ninguno codiciaría el cargo de presidente, y para ello serían elegidos civiles (no militares) con la misión de preparar las elecciones y asegurar la transparencia de los relevos en los cargos públicos.

La intención de Calles era formar un partido estable que representara a la Familia Revolucionaria al completo, esto es, a la pluralidad de partidos y grupos regionales que se reconocían a sí mismos como vencedores de la revolución mexicana. Este nuevo partido, que nació bajo el nombre de Partido Nacional Revolucionario (P.N.R.), pretendía ser un partido interclasista de fuerte carácter nacional que gobernase por y para los intereses de los diferentes grupos que conformaban la sociedad mexicana.

Con el objeto de construir un estado fuerte que reuniese el ideario de la triunfante revolución, confederó a todas las organizaciones que reclamaban ser resultado de la misma dotándolas de autonomía, aunque supeditada a su acatamiento de las decisiones de carácter nacional que tomase el comité ejecutivo central (conocido como Comité Nacional). La política era dirigida desde el gobierno federal, encabezado por el presidente de la República.

Ante algunos intentos de alzamiento frente a la conformación del PNR, se lanzó la señal de que “toda rebeldía sería considerada una traición a la patria”[1] con lo que se pudo desbancar a generales y gobernadores contrarios al PNR de los puestos de responsabilidad. De esta forma, la pugna por el poder comenzó a ser mediante el partido y no a través de la lucha armada.

A pesar de conservar un carácter territorial, desarrolló rasgos corporativos, y pronto trascendió todas las esferas de poder local. De 1929 a 1934 se realizaron muchos cambios, otorgándole al Congreso funciones legislativas, entre ellas, conformar un banco de emisión único. Poco a poco se fue ampliando el poder federal en cuanto a las leyes laborales, que hasta entonces formaban parte de la competencia de los estados, y los órganos pasaron a estructurarse verticalmente.

El Comité Directivo Nacional nombraba a los candidatos a cargos legislativos, al candidato a la presidencia, y se encargaba de elaborar el plan nacional que debía acatar este último.

  1. Reforma agraria y cardenismo: la construcción de un estado corporativista

La figura de Calles, que era conocido como el jefe máximo, fue de gran relevancia en los años venideros, pues tenía una fuerte influencia en el partido y propició una importante estabilidad política en el país. No obstante, esto cambió en 1935 con la presidencia del general Cárdenas, cuya pretensión era convertir al ejecutivo federal en la pieza clave del escenario político, transfiriendo la fuerza que había acumulado el jefe máximo a la presidencia de la República.

Su gobierno se vio reforzado gracias a los lazos que forjó con grupos populares y sectores radicales, los cuales habían estado organizándose en movimientos sindicales y sociales a nivel nacional, influenciados por la experiencia revolucionaria soviética.

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