El libro el Discurso sobre el espíritu positivo (1844), Augusto Comte

Comte, A. (1844). Discurso sobre el espíritu positivo. Traducción y prólogo de Julián Marías. México. Editorial Porrúa. 72 págs.

En el libro el Discurso sobre el espíritu positivo (1844), Augusto Comte menciona que el objetivo es expresar el verdadero espíritu positivo de la filosofía, contiene tres partes y en cada una se encuentran 3 capítulos, además contiene un prólogo y una conclusión.

El sistema de filosofía positiva de carácter lógico y científico es para la evolución intelectual en la humanidad; el positivismo es el último estadio de la humanidad donde se alcanza la madurez abstracta. En esta doctrina fundamental está sujeta en el individuo, especie y pasa sucesivamente por tres estados teóricos que son:

• Estado teológico: debe considerarse como provisional y preparatorio, porque busca todas las causas iniciales que darán a la una posible explicación de lo que sucede.
• Estado metafísico: no constituye en realidad más que una modificación disolvente ya que solo es transitorio y su fin es conducir gradualmente al tercer estado.
• Estado positivo: es el régimen definitivo de la razón humana porque todo ya tiene una explicación científica.  

En esta estado teológico o ficticio, en el hombre existen las preguntas porque se sitúa en la etapa de la niñez porque quiere saber pero carece de los instrumentos para dar respuestas a las interrogantes, puesto que existen causas esenciales y un medio fundamental de producción para dar un resultado más completo a través de un desarrollo más sistemático. La más inmediata y la más pronunciada constituyen el fetichismo propiamente dicho, que consiste ante todo en atribuir a todos los cuerpos exteriores una vida esencialmente análoga a la nuestra. En la segunda fase se constituye por el politeísmo, el espíritu teológico representa netamente la libre preponderancia especulativa que la imaginación, mientras que la tercera fase teológica, el monoteísmo comienza a predominar la razón que la imaginación. La evolución es necesaria para comprender el estado teológico ya que se fundamenta en lo primitivo.

El estado metafísico o abstracto, se considera como la etapa de la adolescencia e intenta sobre todo explicar la íntima naturaleza de los seres, el origen y el destino de todas las cosas, el modo esencial de producirse todos los fenómenos. “Ya no es entonces la pura imaginación la que domina, y todavía no es la verdadera observación: pero el razonamiento adquiere aquí mucha extensión y se prepara confusamente al ejercicio verdaderamente científico.” Este estado es transitorio para el tercer estado, pero no es el esencial.

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