El malestar de la globalización

El malestar en la globalización [pic 1]

Ana María Sarmiento

El autor estadounidense Joseph Stiglitz es profesor en la Universidad de Columbia y premio Nobel de Economía. Este último por su análisis de mercados e información asimétrica. Es distinguido desde hace unos cuantos lustros debido a su perspectiva crítica sobre la globalización y en ella, ahondando en grandes organizaciones universales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial e incluso en los economistas de libre mercado. Stiglitz ha escrito más de 30 libros donde sobresalen por su posición algunos como: La Economía del Sector Público (1986), El Precio de la Desigualdad (2012) y El Malestar en la Globalización (2002), siendo esta última obra la que está a punto de ser comentada.

Si bien la globalización se ha ido fraguando desde hace siglos, en casos puntuales como la ruta de la seda (extendiendo rutas para comercializar la seda china por todo el continente asiático); la Revolución Industrial; la expedición de Magallanes y Elcano, entre otras muchas verbigracias. Ha traído enormes beneficios mundialmente: el amplio y extenso mundo de la comunicación y el conocimiento -TIC, internet y redes sociales-, la propagación de los DDHH y la creación de empleos por parte de multinacionales, por nombrar algunas.

En efecto, el poder esencial que tiene la globalización es usado para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en los países subdesarrollados, es el caso del éxodo rural^[1] donde jóvenes campesinos dejan de exponerse a largas jornadas mal remuneradas bajo climas difíciles y emigran a las ciudades para buscar mejores oportunidades de vida. Este fenómeno se ha proliferado, puntualmente en Colombia donde los jóvenes afirman que el vivir en sus territorios originarios los aleja de cumplir sus sueños y proyectos de vida. De hecho, según Rodolfo Correa, presidente del Consejo Nacional de Secretarios de Agricultura de Colombia – Consa “El total de jóvenes entre los 14 y 18 años ascendió a 12 millones, de esta cantidad cerca del 22 % son jóvenes rurales, que en su mayoría no encuentran en el campo oportunidades para desarrollarse y crecer.”^[2]

En el mundo actual, es de vital importancia el acceso tecnológico oportuno en las naciones y con la globalización ha sido posible elevar los estándares en ellos. El problema se presenta cuando este acrecentamiento no es homólogo. Mientras los países de primer mundo se encuentran viviendo en excelentes condiciones y disminuyendo sus índices en las crisis sociales como la pobreza, en los subdesarrollados se incrementan.  Los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. Es ahí donde concuerdo con la hipocresía de la obra de Stiglitz, ya que los intereses particulares han primado sobre los colectivos en las organizaciones e instituciones políticas. Allí compelieron a los pobres a descartar las barreras arancelarias, mientras que los ricos sí mantuvieron las de ellos y de esta manera paralizaron a los países del tercer mundo para exportar productos agrícolas, eliminándoles su ingreso rentístico.

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