El poder del dinero: Sueños de Avaricia

En este capítulo se analiza principalmente la aparición del dinero y los créditos. El dinero desempeña un papel importante; se puede observar como la historia de la humanidad ha sido influenciada por la economía desde la antigua Mesopotamia. El dinero representa el progreso humano y no es fácil controlarlo.

El imperio Inca no manejaba el dinero en sí, pero valoraban de una forma estética  los metales preciosos como el oro y la plata. Debido a esto, no entendían la obsesión y avaricia que tenían sus conquistadores, los españoles. Con esto, se establece que los valores de los metales preciosos no son absolutos, y que el dinero solo vale lo que otros estén dispuestos a darnos por él.

Otra forma de ejemplificar esto es en el caso de la antigua Mesopotamia, donde se manejaban tablillas de arcilla para registrar las operaciones. Por ejemplo, si la tablilla decía que se le tenía que dar un litro de agua, se le daba a la persona que la otorgara, estos eran una especie de bonos al portador o pagarés, incluso podríamos hablar de los billetes utilizados en la actualidad, los cuales en sí no tienen un valor, solo son promesas de pago respaldadas por la cantidad de oro o dólares que el país tenga en reserva.

Continuando con el tema, se analiza el surgimiento de los créditos o préstamos, los usureros y, un tema muy controversial en la época antigua, los intereses. También se habla del surgimiento en Italia de la banca en la época renacentista.

Principalmente, por medio de la importación de ideas matemáticas orientales se llegó a formar la base del comercio internacional actual. Leonardo de
Pisa era un joven matemático que introdujo la superioridad del sistema numérico árabe; antiguamente se usaban los números romanos para realizar cálculos matemáticos, por lo que esto dificultaba incluso las operaciones más sencillas como las sumas o restas, ahora imaginemos calcular intereses con números romanos, sería increíblemente difícil.

Para comenzar, la palabra “crédito” viene del latín credo, que significa “creo”, el creer en una promesa de pago, sin esto no habría desarrollo económico. Los primeros prestamistas aparecieron en ciudades como Venecia o Pisa. Con la aparición de Shylok, el famoso “Mercader de Venecia”, quien era judío, estas ciudades se convirtieron en laboratorios para los préstamos.

Anteriormente, la iglesia medieval no permitía el cobro de intereses por considerarlo pecado. Incluso en la religión judía era considerado pecado cobrar intereses a tus hermanos, pero los judíos encontraron una laguna interesante: Solo los judíos eran sus hermanos, por lo tanto cobrar intereses a cualquier otra persona era totalmente permitido. Debido a esto, los prestamistas judíos eran excluidos socialmente y quedaban confinados en el barrio del Gheto.

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