El positivismo en México
Enviado por hassemedu • 27 de Marzo de 2021 • Tesis • 1.398 Palabras (6 Páginas) • 144 Visitas
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En México se consolido una tesis llamada positivismo, entre los años 1877 y 1900. Esta filosofía fue la encargada de que México haya progresado, debido a que en este periodo fue posible construir más de 15 000 km de líneas férreas y se amplió el uso del telégrafo, esto tuvo consecuencias positivas en futuras inversiones y el sector público.
En si mismo el positivismo no fue empleado de forma total, solo fue utilizado en ciertos campos, como lo serian: El conocimiento, el estado laico, la educación científica y el individuo armado. Considero que la mayor influencia del positivismo fue poner en el foco central a la educación y definirla como el medio en el que se alcanzaría un orden social.
El sigo XIX para México representa una época de cambios para el país, la lucha por la independencia de la corona española, así como las intervenciones y los enfrentamientos que se desarrollan en al interior del país eran un gran problema. La búsqueda de un proyecto de nación se refleja en los diferentes ámbitos sociales; dentro de la educación se plantea un desarrollo a través de una reforma en la educación.
El siglo XIX mexicano se ve impregnado de movimientos armados en un intento por la conformación del estado, a su vez las reformas en materia económica afectan a la iglesia, aun así, el positivismo debe crecer en el seno de un estado laico; recordando que la doctrina formulada por Augusto Comte establece tres niveles en el desarrollo de la sociedad, el tránsito por estos implica el crecimiento del individuo.
Ascender del nivel teológico al positivismo era equivalente a pasar de la infancia, a la mayoría de edad. El positivismo en México no fue tomado como tal, pero sí reconoció en él algunas de sus aspiraciones más importantes; tales como: El conocimiento, como base del orden social, el estado laico, la educación científica y el individuo armado con saberes prácticos; estas ideas ya se estaban formando en México, el positivismo reflejaba una formulación clara y ordenada de un plan.
El hecho de que los reformadores coincidieran que la educación era el factor a través del cual sería el punto de partida para el cambio, ámbito en el cual la doctrina positivista tuvo su mayor incidencia.
En la segunda mitad del siglo XIX México vive los albores de su empuje parcial. Es el segundo de trazar un proyecto para el país recién emancipada que abarque todos los ámbitos de la distribución social. Se quiere dar una nueva singladura a la política, el peculio, las letras y, sencillamente, al entrenamiento. De realizado este último ámbito se concibe como el principio y esencia de todo cambio.
Si recordamos, en términos generales, cuál es la tesitura que adopta el positivismo comtiano, comprenderemos por qué sus proposiciones respondieron a los anhelos de desarrollo, permiso y secesión política e ideológica del vivido mexicano.
La creencia de respetable Comte sigue la recta de los primeros filósofos modernos, que postularon al motivo y al estudio dirigida por el rigor de un razonamiento, como las únicas herramientas confiables para entender la sociedad. En representación de tales principios, el favor sería advertido de orientarse y enjuiciar un distribución social mucho más admirador a la racionalidad.
Por un camino comparable avanzaron los filósofos ilustrados, como Voltaire y Rousseau; aunque, Comte los críticos desapaciblemente. Para él, uno y otros pensadores crearon utopías metafísicas e irresponsables, pues no aterrizaban en una circunstancia concreta. Y era esto, precisamente, lo que hacía equivocación; una respuesta basada en biografía y no en especulaciones.
Lo único que podría acarrear al recio hasta este lado era la instrucción. sólo la prospección empírica de los fenóomitido quedaría en la formulación de jurisprudencia claras y objetivas para iluminar el mundo. Y únicamente a partir de jurisprudencia como estas, los hombres circunscribirían el camino para ingeniar las normas de una vitalidad en habitual. Por baza, incluso los problemas morales y sociales deben volverse objetos de una exploración irrefutable.
En la segunda mitad del siglo XIX México vive los albores de su empuje parcial. Es el segundo de trazar un proyecto para el país recién emancipada que abarque todos los ámbitos de la distribución social. Se quiere dar una nueva singladura a la política, el peculio, las letras y, sencillamente, al entrenamiento. De realizado este último ámbito se concibe como el principio y esencia de todo cambio.
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