El trabajo. El trabajo es la «“clave esencial” de toda la cuestión social
Enviado por laura2088 • 15 de Diciembre de 2015 • Resumen • 4.175 Palabras (17 Páginas) • 175 Visitas
CAPÍTULO IV
EL TRABAJO
El trabajo es la «“clave esencial” de toda la cuestión social, condiciona el desarrollo no sólo económico, sino también cultural y moral, de las personas, de la familia, de la sociedad y de todo el género humano»1. Es por tanto lógico que, como hace el Compendio, sea el aspecto sectorial estudiado en segundo lugar, inmediatamente después del tema de la familia.
1. El trabajo en la Revelación
a) Antiguo Testamento
La Biblia enseña que el trabajo forma parte del designio de Dios para el hombre, que Él quiso como su colaborador en la tierra2. Los dos relatos de la creación enseñan: «Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra”». «El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara»3. «La Iglesia halla ya en las primeras páginas del libro del Génesis la fuente de su convicción, según la cual el trabajo constituye una dimensión fundamental de la existencia humana sobre la tierra. El análisis de estos textos nos hace conscientes a cada uno del hecho de que en ellos –a veces aun manifestando el pensamiento de una manera arcaica– han sido expresadas las verdades fundamentales sobre el hombre, ya en el contexto del misterio de la Creación.
El hombre, sin embargo, no es dueño absoluto de la creación, sino un administrador, llamado a reflejar en su tarea la impronta de Quien es imagen; por eso debe dominar y cultivar la tierra de acuerdo con el plan del Creador6. Por otra parte, la actividad humana no se limita al trabajo: la Escritura muestra la necesidad del descanso en el séptimo día7, dedicado a Dios, que es figura de la vida eterna y enseña que el trabajo no es el fin último del hombre, sino un medio para amar –para servir y entregarse– a Dios y al prójimo por amor a Dios. El medio no debe transformase en fin y, a la vez, se debe reconocer que el descanso es también importante y debe ser un tiempo dedicado a actividades diversas del trabajo, necesarias para el correcto desarrollo personal: mayor atención a la familia, servicio a los necesitados, esparcimiento intelectual y físico y, sobre todo, dar culto a Dios8.
El trabajo vivificado por la gracia es una vocación divina, y el trabajador vive en Cristo su quehacer19, se identifica más con Jesús. En la unidad de vida propia del cristiano, los sacramentos, la oración, la caridad fraterna y el quehacer temporal constituyen un todo orgánico: la santidad.
c) Enseñanzas de los Apóstoles y de los Padres
Los escritos patrísticos, aunque no dedican mucho espacio al tema de trabajo, muestran una doctrina similar a lo que indica la Sagrada Escritura:
– El trabajo es un acto humano que puede acrecentar la dignidad del trabajador humanizándolo más, contribuir al bienestar de la sociedad y perfeccionar la creación24.
– Realizado en unión con Cristo, se convierte en oración y en camino de santidad25.
– Además, debe armonizarse con el reposo: trabajo y descanso son esenciales para la vida humana. San Agustín sintetiza así estas fundamentales exigencias: «El amor a la verdad busca el ocio santo, y la urgencia de la caridad acepta la debida ocupación»26.
En definitiva, el contenido de la Revelación manifiesta que la civilización, el progreso y la cultura, se entretejen con el hilo del trabajo cotidiano, que es bendecido, guiado y en cierto modo santificado por el mandato divino original. Todo trabajo debe realizarse con este espíritu, no tanto porque sea prestigioso según la opinión del mundo, sino porque cualquier quehacer honrado –aún el más insignificante– es una tarea grata al Señor, cuando se hace por amor a Dios y al prójimo. De ahí la necesidad de que las personas, los grupos y la sociedad en su conjunto procuren organizar el trabajo humano de acuerdo con su valor primigenio. En tal modo se cumplirá un deseo frecuentemente expresado por Juan Pablo II y también formulado por Benedicto XVI: testimoniar en la sociedad actual el “Evangelio del trabajo”27. Para que el trabajo sea realmente una “buena nueva” debe difundirse su verdadera naturaleza; es cuanto analizaremos a continuación28.
2. Trabajo y desarrollo personal
a) El trabajo como acto de la persona
El hecho de que el trabajo sea una vocación divina del hombre muestra su íntima relación con la antropología; este profundo nexo entre la naturaleza humana y la actividad laboral hace que sólo cuando se reconoce la plena verdad sobre el hombre es posible entender el trabajo como acto de la persona y, por consiguiente, organizarlo a su servicio29.
El trabajo es una actividad humana y debe ser valorado y organizado teniendo en cuenta todas las facetas personales: inteligencia, libertad, responsabilidad, iniciativa; sin olvidar, ciertamente, los aspectos técnicos y económicos, pero sin que éstos prevalezcan sobre aquellos otros, que son más propiamente humanos.
No debe olvidarse que, al igual que todas las actividades terrenas, el trabajo humano es ambivalente: puede ser fuente de verdadera e intensa humanización, al igual que ocasión de una ingente degradación. De hecho, la sociedad humana, sobre todo desde la revolución industrial, ha experimentado el elevado desarrollo causado por los frutos del trabajo, y también los muchos ultrajes contra la dignidad humana debidos a un inicuo planteamiento de las actividades laborales32.
Se comprende así por qué las antropologías y las ideologías que se basan en ellas no son capaces de realizar una correcta organización del trabajo y tienden, con mayor o menor intensidad, a la deshumanización de los trabajadores.
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