Elecciones presidenciales en Venezuela con una mirada crítica

      Desde marzo de 2017 la democracia de Venezuela se ha estado tambaleando. Al gobierno venezolano se le ha apodado de dictadura desde que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dictó una sentencia con la que asumió competencias legislativas de la Asamblea Nacional mientras se mantuviera “en desacato”.

Ante eso la Fiscal General de la República de ese momento, Luisa Ortega Díaz, afirmó que en dichas sentencias se evidenciaban “varias violaciones del orden constitucional y desconocimiento del modelo de Estado consagrado en la Constitución, lo que constituye una ruptura del orden constitucional”.^[1] 

Se creó una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) paralela a la Asamblea Nacional -la cual fue elegida por tantos millones de venezolanos en el 2015 a través del voto universal, secreto y directo-, restándole poder y voz a esta última. La ANC fue creada con el objetivo principal de escribir una nueva Constitución pero la realidad es otra.

El pasado martes 23 esa misma ANC convocó desde el hemiciclo adelantar las elecciones presidenciales pautadas para el año en curso. Luego de seis meses de juramentada la ANC no ha hecho grandes cambios en la constitución pero sí grandes cambios a nivel políticos.

La ANC se maneja como un ente supraconstitucional y esto significa que lo que dice se hace. Sin más. Es por ello que las elecciones presidenciales que por ley han de ser a finales del 2018 se van a “celebrar” antes del 30 de abril.

Este fenómeno político es el que vamos a analizar en estas líneas, lo analizaremos y discutiremos desde las perspectivas críticas y filosóficas de varios autores como Althusser, Habermas, Umberto Eco, etc.

           En primera instancia vamos a analizarlo desde la óptica de Enzensberger con su teoría de la Industria de la Conciencia. “El desdoblamiento de la personalidad caracteriza el fenómeno de la alienación, porque no sólo deforma el conocimiento de la realidad, asimismo, oscurece y proyecta de forma inconsciente las propias facultades sobre los otros y, especialmente, sobre los objetos. Por ello, la cosificación y el fetichismo se producen de manera inseparable. El individuo se distancia de su propia actividad, de su propia psicología y de los otros individuos. El extrañamiento acabará cristalizando en la falsa conciencia con la que los procesos de mercantilización se apoderarán de las conciencias y las consciencias.” ^[2]

Los procesos de la industria de la conciencia se vuelven complejos y activos con la llegada de la llamada Sociedad de Masas a principios del siglo XX. Tomando en cuenta que los medios de comunicación son el canal por donde los actores “manipulan” a su audiencia.

En el caso de estas elecciones presidenciales ¿son los medios formadores de conciencia? Pues sí, pero son formadores de diferentes conciencias. Para un chavista, canales como VTV y TVes o medios impresos como Últimas Noticias son formadores de opinión y conciencia totalmente distintas a la de un opositor. Estos medios de comunicación hacen ver un universo en el que Venezuela es un paraíso: no hay delincuencia, no hay escasez, no hay crisis en el sector salud, no hay tiranía. Estos medios se encargan de crear un mundo de vida en el que la conciencia del individuo que es afín al gobierno revolucionario intente creer que realmente es verdad todo lo que ahí muestran como noticia. Así es el caso de la famosa “guerra económica” o “el gordo de dolar today”.  

Por su parte medios impresos como El Nacional ,que tiene una línea editorial cien por cierto opositora, busca satanizar al Gobierno Nacional. Muestran la triste y cruda realidad del país pero, también es cierto, que en ocasiones exageran o abusan de lo mal que Venezuela pueda estar para fines de la empresa.

Ahora bien, ¿se podría decir entonces que el Estado venezolano hace uso de lo que Althusser denominó como aparato ideológico?

A ver, “dentro de la teoría marxista, respecto a la teoría del Estado, la lucha de clases es específicamente el proletariado el que tiene la tarea de destruir el aparato de Estado Burgués para reemplazarlo por aquel que conviene al proletariado y ejercer así el poder dentro de los aparatos mismos del Estado y después la destrucción de estos últimos para lograr la generación de un Estado nuevo”.^[3] Para Althuser el estado represor es aquel que utiliza todos los medios posibles para que esa clase dominante someta a la clase obrera. Y esa dominación se realiza a través de elementos religiosos, educativos y políticos. Este último es el que más nos interesa.

 Y es que en el caso de Venezuela la importancia del aparato Ideológico del Estado radica en la conformación de la realidad social. El Estado actual se ha encargado de validar una verdad (real o no) con sus sistemas ideológicos de poder. A través de herramientas como el carnet de la patria, el racionamiento de alimentos por el número de cédula, el CLAP, el partidismo en los ente públicos, VTV y  la ANC por nombrar algunos. Con ellos Maduro ha tenido la habilidad para ganar diferentes batallas, aunque no de manera justa y limpia, porque con este aparato ha logrado desmenuzar a sectores sociales, político y económicos del país para su beneficio.

Para nadie es secreto que el Centro Nacional Electoral es uno de esos agentes públicos partidistas y con este control ideológico se han logrado ganas comicios electorales como el de la ANC, las elecciones Regionales y Municipales, aun a sabiendas que el pueblo entero está en su contra.

Con este aparato de dominación el Estado ha logrado tener más poder y mantenerse en el trono por años y, lamentablemente, hasta han logrado adelantar la fecha de los comicios presidenciales para aprovechar la desorganización de los opositores y con confianza obtener, quizás,  un nuevo triunfo. Un triunfo de los votos de los “revolucionarios” que no quieren dar su brazo a torcer y en realidad creen en la concepción antiimperialista- socialista.

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