¿Emancipación política o emancipación humana?
Enviado por Armand1009 • 6 de Septiembre de 2011 • 1.691 Palabras (7 Páginas) • 693 Visitas
¿Emancipación política o emancipación humana?
Bruno Bauer, el más brillante de los hermanos Bauer, era el más prestigioso de los “jóvenes hegelianos”, como se llamaba a los hegelianos de izquierda. El disparador de La cuestión judía en Marx es la crítica a Bauer, quien no concibe otra forma de emancipación más que la política, lo que le impide ir más allá de la crítica liberal a la monarquía reaccionaria de Prusia.
El horizonte crítico de Bauer se limita a la influencia de la religión en los asuntos públicos. Proponer que el Estado se libere de la tutela religiosa era, por supuesto, progresivo en las condiciones de Prusia, pero Marx explica que de esa manera sólo se cuestiona al Estado religioso, mientras que el Estado como tal queda libre de objeción. La emancipación política libera al Estado de la religión, pero no libera a los hombres ni de la religión ni del propio Estado. Explicar esta contradicción es poner a la vista los límites de la emancipación política y del Estado como tal. De lo que se trata, entonces, es de definir el carácter de ese Estado y someterlo a crítica.
El Estado político como mediación
Primero cabe aclarar porqué se habla de Estado político. Hoy hablamos de Estado a secas, pero en esa época estaban muy presentes las formas de representación estamental -típicamente feudales o semifeudales- que también recibían el nombre de Estados o estamentos. El Estado político es, entonces, una institución que, al decir de Hegel, encarna la máxima racionalidad en la organización colectiva de los asuntos sociales, elevándose por encima de la sociedad civil (o sociedad burguesa), que es el ámbito del mero interés privado individual. Es esta filosofía del Estado la que ha trascendido hasta nuestros días: la que considera al Estado como el portador del interés general. Es también aquí donde está parado Bauer, ya que en último análisis su solución de la cuestión judía es tan simple como esto: que el judío deje de atender a su interés particular, como judío, y se someta a los designios del Estado en tanto ciudadano laico, lo que lo igualará a los demás ciudadanos de cualquier religión.
Marx va a poner en cuestión todo esto. El hombre debe necesariamente liberarse de la religión, que es una forma de autoenajenación, de alienación, que impide al hombre reconocerse como sujeto al transferir las características humanas a un ser sobrenatural. Pero, en la medida en que la liberación de la religión sólo se hace a través del Estado político, se establece una nueva mediación a las relaciones humanas. De este modo, dice Marx, la espontaneidad de los vínculos sociales entre hombres libres queda nuevamente postergada y depositada en las manos de un nuevo Dios laico: el Estado. Así, el Estado representa un nuevo obstáculo a la emancipación humana, una nueva forma de separación, de enajenación, ya que pone la libertad y la igualdad en un terreno formal -como dice Marx, “en el cielo de la política”-, dejando intactas la opresión y la desigualdad reales. La religión cristiana propone la liberación humana en un más allá de este mundo, en el reino de los cielos; el Estado, por su parte, sólo elimina esta mediación para postular otra: la liberación “meramente política”, la libertad del ciudadano abstracto, no del hombre real. Lo que nos conduce al siguiente tema.
La separación entre Estado y sociedad civil
Nuevamente, despejemos primero la cuestión de los términos. “Sociedad civil” es una expresión que ha adquirido en la actualidad muchos significados. Para Hegel -y en este sentido lo utiliza Marx-, la sociedad civil (sinónimo de sociedad burguesa en el texto) es una forma “espontánea” de organización humana, superior al estadio de la vida familiar, caracterizada por el interés individual, el egoísmo, la bellum omnium contra omnes (guerra de todos contra todos). Thomas Hobbes, filósofo inglés del siglo XVII, justificaba el régimen monárquico como una barrera contra esta situación en la que “el hombre es lobo del hombre”; la solución de Hegel es, precisamente, oponer a esta esfera del egoísta interés privado la esfera de la racionalidad pública: el Estado.
Para Marx, el ser genérico del hombre, lo que lo define como especie, es su ser comunitario. No obstante, con la consolidación del Estado político se establece una brecha, una escisión, entre la vida comunitaria -que, insistimos, no es real sino meramente política, donde el hombre sólo cuenta como ciudadano abstracto- y la vida privada, el ámbito del interés individual, que es donde tiene lugar la cotidianeidad, las relaciones y las prácticas sociales reales. Marx lo llama la “doble vida”: por un lado, la vida a nivel de la especie, que se limita al terreno político; por el otro, la vida del hombre individual, que abarca todos los demás aspectos y por supuesto determina la vida política, como luego veremos.
La separación entre Estado y sociedad civil, entonces, es la base de una paradoja: en la medida en que el hombre se comporta comunitariamente (la política), no es real, sino abstracto, y en la medida en que tiene
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