Encapuchados

Encapuchados

Hace poco, fuimos testigos de un hecho inaceptable; el de haber autorizado una marcha por la Alameda de Santiago, durante la noche. Los participantes, no los manifestantes, sino los delincuentes, que se aprovechan de las marchas, causaron, como hasta un niño podría haberse imaginado que ocurriría, un sinnúmero de destrozos, rompiendo vitrinas, arrasaron con tiendas, kioscos, cuadras enteras que al otro día parecían haber sido un campo de batalla, mientras las víctimas, familias honradas de comerciantes, lamentaban las pérdidas, de los ahorros de años de trabajo. Ahora ¿qué hacer frente a estos hechos que se están repitiendo con tanta frecuencia?. Aunque a muchos les parezca un atentado contra los derechos humanos, creo que es necesario adoptar sanciones extremas contra los encapuchados. Actualmente el Código Penal chileno, sanciona el saqueo y los desórdenes con penas mínimas, como reclusión menor y con inocentes controles de identidad. El que comete desorden, va, presenta su cédula de identidad y después de adoptarse el procedimiento, en la mayoría de los casos queda libre y simplemente citado a la Fiscalía. En el 2011, en lo que se conoció como la Ley Anti Encapuchados, en la Cámara de Diputados y en el Senado, se discutió endurecer las penas, pero no existió acuerdo, ya que se hablo que se estaría violando el derecho humano a manifestarse, y una senadora dijo, que podrían confundirse a los encapuchados con mujeres que cubren sus rostros por los gases lacrimógenos. El asunto no es fácil, pero insisto en que se debe aprobar una norma que impida la Ley de la Selva en nuestras calles. Dos países modernos y democráticos, reaccionaron hace muy poco en contra de los encapuchados. En Canadá, la Cámara de Los Comunes aprobó castigar hasta con diez años de cárcel a quienes fueran sorprendidos participando encapuchados en desórdenes públicos; y en España, el Consejo de Ministros, aprobó penas hasta el equivalente de veinte millones de pesos chilenos, a quienes sean culpables de alterar el orden público encapuchados. Como en Canadá o en España, en Chile ya basta de dar carta blanca a los delincuentes, aquellos que asaltan tiendas, rompen señaléticas, vitrinas, cajeros automáticos, buses y automóviles. El manifestante no va encapuchado, sino que da la cara para ejercer su derecho a marchar, para una mejor educación, una mejor salud o una mejor justicia. El delincuente, el vándalo, el desalmado, es el que va encapuchado. Entonces el Gobierno, debe resolver los problemas de la alta política, pero también los que afectan a los ciudadanos día a día. El país no está de ánimo para seguir esperando que se adopten las medidas para generar, como dice nuestra Constitución, las condiciones necesarias para vivir en un ambiente sano y libre de todo peligro.

...