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Ensayo De Opd


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2013  •  2.406 Palabras (10 Páginas)  •  508 Visitas

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INTRODUCCIÓN.

La primera e ineludible tarea de la educación es enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento. Debemos enseñar a evitar la doble enajenación:la de nuestra mente por sus ideas y la de las propias ideas por nuestra mente.

El Texto que presento a continuación, son reflexiones que surgen a partir de mi experiencia y observación como educador el interés por la sociología brota paralelamente al tratar de entender los procesos sociales que se generan a mi alrededor; como La semana de preparación de la practica docente esta cargada de trabajo pues el material y las planeaciones que se deben entregar suelen ser muy abundantes como decía Hans Aebli “no se debe buscar el respaldo en una silla” si no en nosotros mismos (1998: 255-266). Esos días comprobé que nuestro sistema educativo estaba peor orquestado de lo que imaginaba. Con ello también cambio un poco mi concepción de los maestros.

¿A dónde vamos? ¿Hacia dónde es conveniente girar este barco, dónde cada uno de los tripulantes ha decidido ya su propio destino, sin querer compartirlo con sus congéneres? ¿Realmente las acciones ejercidas y las que aún no se ponen en marcha permitirán un desarrollo integral, hegemónico y continuo de los individuos? ¿Cuál es el papel de la educación en este nuevo escenario? ¿Cómo adecuar los criterios de competitividad del neoliberalismo hacia una forma humana y práctica en el ámbito docente?

Cuestionamientos como los anteriores nos obligan a plantear soluciones y replantear las acciones hasta hoy emprendidas. No se trata de dar la espalda al mundo de la globalización, sino de aprender a verlo en todas sus dimensiones, con todos sus alcances y limitaciones.

La actual situación de crisis en el mundo entero ha sido consecuencia del fenómeno de globalización, que poco a poco se apodera de las sociedades en silencio, dejando huellas que perforan la estabilidad económica, política, cultural, axiológica y social de los países desarrollados y subdesarrollados, sin significar por ello que las heridas realizadas sean de la misma profundidad para ambos.

Bajo estos mínimos preceptos, se torna necesario presentar algunas características significativas del escenario global y las direcciones y consecuencias hacia las que apunta, rescatando el valor de la educación y, más concretamente, centrándonos en los nuevos roles de los actores en este caso, los docentes universitarios, para que la respuesta educativa sea la más idónea.

EL PAPEL O FUNCIÓN DEL PROFESOR EN EL AULA

Hablar del papel del profesor en el momento presente no deja de ser una

aventura y un reto. Y esto lo decimos por la vinculación que tiene la función del

profesor con el proceso de comunicador de la información y los avances tecnológicos que este proceso tiene en la actualidad.

El Rol del docente: Como parte de una estructura a los docente les corresponde el rol de reproductores de la sociedad, muchas veces sin quererlo ni estar plenamente conciente de ello. Esta reproducción pretende ser de clases sociales, de la ideología dominante, de políticas públicas o sencillamente de una sociedad acorde a los intereses políticos del momento, es decir, conveniente al modelo económico que posea nuestro país actualmente. Pierre Bordieu y Jean Claude Passeron, en su libro La reproducción de la educación, analizan el papel simbólico del aparato escolar y los autores exponen que las relaciones de aprendizaje, los contenidos, las evaluaciones y el lenguaje ayudan a reproducir una sociedad dominante, afirmando que la educación es un medio de reproducción. La educación sistematizada tiene entre sus tareas reproducir patrones sociales, que se reproduzcan o no, dependerá del contexto en el que se desarrolle la educación y la persona que este inmersa en él.

Durante el desarrollo de algunas de mis practicas pude observar que en cuanto al rol del maestro, sucede que el docente no cobra verdadera conciencia de su papel y se vuelve un cuidador de esa reproducción social, sin conciencia ni participación genuina en ese proceso, mientras se ve controlado por un sistema educativo manipulador, enajenante y tecnócrata. Sin darse cuenta (o tal vez sí) que su participación no pensada es una especie de acción que contribuye principalmente a algo totalmente diferente de lo, que se puede llamar educación.

El quehacer docente es una actividad que requiere preparación constante, carácter, actitud, tenacidad, creatividad, vocación y mucha paciencia para sobrellevar adecuadamente la misión asignada. Todo maestro que se precie de serlo sabe perfectamente esto: “educar no es tarea fácil”.

Tomando en cuenta esto, me pregunto: ¿La educación que proporcionan los maestros debe responder a intereses políticos, sociales y económicos de algunos, aunque las necesidades del educando y de la sociedad sean completamente opuestas a dichos intereses? ¿Deberá corresponder esta educación a paradigmas educativos en boga aunque éstos se postulen en países diferentes al nuestro? ¿Cada maestro deberá decidir qué parte de la sociedad quiere reproducir? Esto me lleva a cuestionarme aun más si los docentes son aptos para tomar este tipo de decisiones o simplemente deberíamos tratar de responder a los intereses particulares del educando. Me gustaría quedarme con lo último: creo que la educación debe ser útil en la vida del educando y a través de ello, serlo para nuestra sociedad. Con esto me refiero a una sociedad libre en pensamiento, sin cortinas de humo tratando de ocultar nuestra realidad, mientras que por educando entiéndase un ser humano en toda la extensión de la palabra, con derechos, responsabilidades y aspiraciones.

Ser docente, médico, ingeniero o reportero en este país siempre será tarea difícil, ya que hay que luchar -todavía más- contra nuestra propia idiosincrasia heredada y plagada por años de corrupciones y excesos. Desde mi punto de vista, ese es nuestro mal desde hace algunos siglos. Un cambio se lograría con una revolución mental, es decir, proporcionando realmente una educación para la vida. Nuestros gobiernos se tendrían que preocupar más en invertir en una buena educación para todos que en sufragar banalidades particulares de unos cuantos. A los maestros corresponde prepararse constantemente, tener disposición de aprender y enseñar, adquirir o poseer ciertas habilidades útiles para su función, entre ellas capacidad crítica, inteligencia y vocación; a nosotros como sociedad, exigir una educación realmente de calidad. Pero, mientras

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