Ensayo Deuda Externa Y Pubica
Enviado por oscarsaenztorres • 26 de Abril de 2013 • 4.430 Palabras (18 Páginas) • 516 Visitas
INTRODUCCION
Un tema trascendental en la vida de México, ha sido, es y será el de su Deuda Externa y publica. Este trabajo tiene por objetivo presentar un panorama general desde el punto de vista histórico de lo que ha sido la Deuda Externa en la historia de México.
Tal objetivo se vuelve complejo porque este problema acompaña a esta nación desde que es independiente (1821). Para salvar tal complejidad se establece una clasificación de la deuda por periodos históricos resaltando la importancia de cada uno de ellos.
Una clasificación de la historia de la deuda externa de México establece cinco periodos. El primero se denomina Reconocimiento de la deuda, en el que se señala la causa que dio origen a esta carga pública y que abarca el periodo comprendido entre la independencia y hasta finales del siglo XIX, esto es entre 1821 y 1884. El segundo periodo denominado la Deuda Ferrocarrilera, abarca el periodo del Porfiriato (1884-1910). La deuda externa en la postrevolución es el tercer periodo y comprende de 1910 hasta 1970. El cuarto es La Deuda Petrolera el cual tiene como causa del incremento de la deuda los hidrocarburos, los años que lo abarcan van entre 1970 a 1988. El último periodo es la Deuda Bancaria denominada así porque los principales actores en el incremento de esta han sido los banqueros. Dicho periodo se gesta desde la década de los ochenta y culmina en el 2000.
La Deuda externa es un fenómeno bastante reciente y, sin embargo, su papel en el marco político y económico internacional de este último cuarto de siglo ha sido fundamental. Su primera y más importante etapa es la del préstamo, en la década de los 70. En ella, los petrodólares (excedente de liquidez en dólares de los países exportadores de petróleo), la recesión en EEUU y Europa y, hasta fines de 1979, las bajas tasas internacionales de interés, ofrecen a los países económicamente subdesarrollados un marco idóneo para el acceso fácil a créditos abundantes y baratos. Los principales prestamistas, la banca comercial privada, ve en estos préstamos la mejor manera de rentabilizar el capital, y considera a los Estados clientes privilegiados (un Estado no puede declararse insolvente). El uso de este dinero varía en cada país, pero por lo general sirve para dotar de armamento moderno a los ejércitos estatales e impulsar empresas cercanas al gobierno (en el peor de los casos, para asegurar la permanencia de gobiernos dictatoriales y corruptos). En aquellos lugares donde se realizaron inversiones industriales no fue suficiente para frenar los impagos que a mediados de los 80 empezaron a hacerse insostenibles. A finales de los 70 y principios de los 80 las tasas de interés subieron de forma exorbitada, entre otras cosas como reacción a los problemas económicos por los que habían pasado los EEUU (balanza comercial negativa y grandes gastos en la guerra de Vietnam). El resultado fue un endeudamiento progresivo de estos países, cuya señal de alarma fue la crisis de México en 1982. Los siguientes años se denominarán la "década perdida", puesto que en ellos aún no se toma conciencia de la gravedad del problema y se aplican medidas con el fin de hacer sostenible la deuda. En realidad, la banca comercial gana tiempo mientras asumen el problema el Fondo Monetario Internacional (FMI), los Bancos de Desarrollo y otros organismos internacionales, pero la Deuda empieza a funcionar como un círculo vicioso, donde el pago de los intereses obliga a los países endeudados a obtener más prestamos (en peores condiciones) que supondrán a su vez nuevos intereses impagables. En 1996, los países latinoamericanos, africanos y asiáticos endeudados debían más de dos billones de dólares a Estados, bancos comerciales e instituciones financieras multilaterales (en este orden de importancia), casi el doble que diez años antes. Cerca del 50% de los pagos anuales que efectúan estos países son exclusivamente intereses de la Deuda.
DEUDA EXTERNA Y PÚBLICA DE MEXICO: ORÍGENES
Después del comienzo de la revolución mexicana, la situación financiera comenzó a complicarse y en 1914- en medio de las violentas luchas entre fracciones políticas- el gobierno federal suspendió pagos sobre la deuda externa. Para entonces, el valor nominal de la deuda pública consolidada era de aproximadamente 300 millones de dólares, al que había que agregar otros 300 millones de los bonos externos pagaderos en oro de la empresa paraestatal de Ferrocarriles Nacionales de México. El gobierno mexicano declaró una moratoria unilateral de pagos desde 1914 cuando, a raíz de la revolución, las arcas del Tesoro simplemente quedaron vacías. Durante las décadas siguientes se llevaron a cabo repetidas negociaciones con los banqueros (que representaban a los acreedores extranjeros) pero el monto de los pagos concedidos por el gobierno fue siempre insignificante.
La primera renegociación importante de la deuda externa después de la revolución tuvo lugar en 1922. Los principales personajes involucrados fueron el ministro mexicano de Hacienda, Adolfo de la Huerta, y Thomas Lamont, presidente del Comité Internacional de Banqueros en México. A este reconocimiento se opusieron las compañías petroleras norteamericanas que exigían la intervención política y/o militar de los Estados Unidos para proteger sus intereses en Veracruz y Tampico. Sin embargo, en última instancia prevalecieron los argumentos de los banqueros. Por ello, la administración del presidente Álvaro Obregón recibió con beneplácito a los financieros en la ciudad de México, esperando conseguir una reducción del servicio de la deuda y confiando en la posibilidad obtener un empréstito para coadyuvar al establecimiento de un Banco Central.
Para pagar sus deudas, la administración hacendaria mexicana no contaba con otros recursos que los impuestos petroleros, razón por la cual, al producirse una disminución en la producción de petróleo hacia 1924, la Secretaría de Hacienda se encontró imposibilitada para pagar a sus acreedores. El auge petrolero había alcanzado su apogeo en 1921-1922, pero declinó en los años siguientes. La caída del ingreso del petróleo, junto con una serie de conflictos internos, obligó al presidente Obregón a anunciar en junio de 1924 que el servicio de la deuda se suspendía.
Entre 1926 y 1927 el gobierno mexicano depositó 27 millones de dólares en Nueva York, siendo en la cuenta del Comité de Banqueros. El envío de estos fondos fue interpretado por los acreedores como un indicio de que por fin México había regresado al redil de las naciones «dignas de crédito». Pero pronto se vieron decepcionados, ya que a partir de 1927 no volvieron
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