Ensayo: La guerra de los Zetas, Capitulo 10 Vida Mercenaria
Enviado por elharrysss • 6 de Junio de 2022 • Ensayo • 1.601 Palabras (7 Páginas) • 140 Visitas
UNIVERSIDAD MONTRER[pic 1]
Ciencias de la Comunicación
Materia: Taller de comunicación escrita
Profesor: Zuleyma Samantha Vargas Guijosa
Alumno: Joseph Alessandro Martínez Calderón
2-°A
Morelia, Michoacán, 07/06/2022
Ensayo: La guerra de los Zetas, Capitulo 10 Vida Mercenaria.
Introducción
Los inicios del Cartel del Golfo se remontan a 1984, cuando Juan García Abrego asumió el control del negocio de narcotráfico de su tío, que para entonces consistía en un pequeño negocio de cannabis y heroína. Según informes, cuando García Abrego fue detenido y deportado a Estados Unidos en enero de 1996, el Cartel del Golfo gozaba multimillonarios ingresos anuales, en dinero que debía ser transportado de nuevo mediante la frontera en maletas, jets y mediante túneles subterráneos. de los Cielos", jefe del Cartel de Juárez, siguieron los pasos de García Abrego y comenzaron a exigir a sus socios colombianos un más enorme control sobre el reparto, en lugar de conformarse con los ingresos percibidos por sus servicios de transporte.
Sinopsis:
Doce años más tarde, el PRI regresa al poder y Los Zetas parecen eternos a medida que libran una guerra contra el cártel de Sinaloa, la organización criminal más fortalecida a lo largo de los gobiernos panistas. En esta aproximación inédita a una zona fronteriza que a diferencia de Tijuana y Localidad Juárez fue poco documentada, Diego Enrique Osorno recorre los sitios que han padecido los más grandes estragos de maltrato provocados por la guerra declarada por Felipe Calderón.
Hipótesis:
Luego de la detención de Osiel Cárdenas Guillén, ocurrida el 14 de marzo de 2003, mientras se daba la reorganización interna del cártel del Golfo, Los Zetas comenzaron a explorar por su cuenta nuevas actividades criminales.
Desarrollo
Aun hoy gente de campo se perturba con esos insectos, al igual que con los vuelos nocturnos y el horrible canto de las lechuzas que, se cree aquí, augura desgracia, mala hora. Las lechuzas resultan peores que las mariposas negras. Las lechuzas son brujas. Fue detenido señor Virgilio Barrera quien por denuncia de los señores Julián Garza, Ernesto García y Bruno Álvarez, es quien les provee de drogas enervantes. Por esa misma época en la que Barrera es capturado, además de mezquites en la región se sembraban adormidera y mariguana. Su proveedor era un hombre llamado Martín, oriundo de Michoacán, quien les vendió dos kilos suficientes para producir cerca de ocho mil matas. Juan Moreno, el más joven de los detenidos, declaró que él sólo cuidaba el plantío, pero no sabía que se trataba de algo ilegal. Confesos de que era la primera vez que se metían al ilícito negocio de la mariguana dado que se disponían a buscar clientes en la frontera dentro de mes y medio, fecha en que estaría listo el cultivo de la hierba, concluye la noticia, una de las tantas que había con frecuencia en los diarios de entonces sobre la detección de sembradíos en Tamaulipas y Nuevo León. Dos policías más, pero secretos, también estuvieron entre las víctimas de esta primera gran escalada de violencia provocada por el control del tráfico ilegal en Tamaulipas. Uno se llamaba Juan José Aguinaga Ríos, quien fue acribillado el 24 de mayo de 1971 en la cantina Los Ojos Verdes.
Resa Nestares, consultor de la Oficina de las Naciones Unidas sobre
Además de controlar el cruce ilegal por la frontera, Juan N. Guerra respaldó políticamente al Partido Revolucionario Institucional a través de la Confederación de Trabajadores de México, que recibía de manera periódica jugosos donativos. A cambio de este apoyo, un sobrino suyo, Jesús Roberto Guerra, fue presidente municipal de Matamoros de 1984 a 1987. Sin embargo, otro de sus sobrinos, Juan García Ábrego, sería el que se distinguiría por su capacidad para manejar los negocios de la familia. Mi imagen está limpia por completo, y si no, pregúntele a la gente que todo lo sabe, declaró Guerra en entrevista con la reportera Irma Rosa Martínez en 1987, ya retirado de la vida agitada a causa de una apoplejía que le paralizó el lado izquierdo del cuerpo, provocando que su rutina de todos los días se convirtiera en irse a sentar a la misma mesa del restaurante Piedras Negras, en Matamoros. Sin embargo, cuando se le preguntaba a la gente o las autoridades de aquella época sobre la carrera triunfadora de Guerra, la historia era muy diferente, explica el investigador Froilán Enciso. El 11 de junio de 2001, Juan N. Guerra murió en Matamoros cuando se estaba consolidando la transformación de su vieja organización delictiva regional en una empresa de altos vuelos internacionales, asociada con un sanguinario núcleo paramilitar conformado por desertores élite del Ejército mexicano. El patriarca del cártel nunca pisó la cárcel. Como sobrino de Juan N. El uso de la palabra cártel para referirse el grupo de traficantes de las orillas del mar del Golfo fue dada en 1989 de acuerdo con un documento del FBI con el folio 92CHO-26853-21. Juan García Ábrego como principal jefe del grupo, que ese año ya había establecido relaciones importantes con el cártel de Cali en Colombia y tenía a su disposición un equipo de pistoleros con considerable capacidad de fuego. Golfo. Hasta enero de 1996, García Ábrego se mantuvo al frente del cártel del Monterrey, su tío, Juan N. Óscar Malherbe reemplazaron a García Ábrego, pero en mayo de 1997 también fue capturado. Salvador Garza Herrera tomó el mando después. Cárdenas Guillén es un hombre de ojos cafés, 1.75 de estatura, con cicatrices de acné en el lado derecho de la cara y un tatuaje en el hombro izquierdo. Cuando asumió la jefatura de la organización delictiva estaba casado y era padre de tres niños. Johan Said Barra Soto de siete años y Luis Daniel Pérez Vallejo de ocho años, con capacidades diferentes a los otros niños recibieron de parte de Osiel Cárdenas Guillén una bicicleta sin participar en la rifa, escuchándose sus risas y gritos de emoción al ser sentados en aquellas unidades para diversión infantil. En el evento los niños no sabían quién era Osiel Cárdenas Guillén, para estos niños no había historia, había un gesto de generosidad de un hombre que se encuentra en algún lugar de México consciente de que la pobreza no se puede erradicar, pero sabedor de que se puede dibujar una amplia sonrisa en el rostro de los niños con el firme apoyo de amigos leales.
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