Ensayo Sobre Amidtad
Enviado por juanruiz85 • 11 de Febrero de 2015 • 602 Palabras (3 Páginas) • 323 Visitas
Días atrás, un suceso de poca trascendencia, como los que suelen pasar todos los días, me regresó a mi muy lejana juventud. Fue el amable gesto de un exprofesor de la preparatoria el responsable de fundir tiempos y modificar un poco las vivencias del día, de un día como todos los otros días, de un momento como cualquier otro momento. El gesto, además de amable, fue sencillo.
Luis Alberto Vargas fue mi profesor de anatomía en 1969. Formaba parte de una camada de jóvenes e inteligentes docentes cuya presencia nutría la inmensa sabiduría de los viejos maestros, muchos de ellos refugiados españoles. El brío y la alegría de los jóvenes, aunados a la experiencia y a la tristeza del destierro, resultó ser una combinación inmejorable. La necesidad de rebelarse, la urgencia de cuestionar y el compromiso ante la duda eran unas de las monedas de los profesores jóvenes. La sabiduría acumulada por los años y los sinsabores provenientes de la tragedia del destierro, a la postre transformados en lucha, eran unas de las caras de los maestros españoles. La mezcla devino magnífico caldo de cultivo.
Creo que en ese tiempo Vargas estudiaba la carrera de medicina. Desde esa fecha, ahora muy remota, he coincidido con él en dos o tres eventos y hemos participado como asesores en una o dos tesis. No más. Los números, quizá un tanto desdibujados e inexactos, a pesar de ser pocos, reflejan el paso del tiempo. La fuerza del olvido es una amenaza constante. Escribo fuerza del olvido para reafirmar cuán endeble es la memoria y cuán rápido puede borrarse lo que alguna vez fue parte imprescindible de la persona. Los pequeños encuentros no deberían deslustrar los significados de los actos pequeños. Como el del profesor Vargas. Como el de los amigos que aun cuando nunca llaman siempre están.
Mi profesor de la Escuela Secundaria y Preparatoria de la Ciudad de México copió de The New Yorker, de diciembre de 2010, un artículo de Joyce Carol Oates, “A widow’s story”. En una tarjeta de presentación escribió: “Para Arnoldo. A quien le interesará el artículo”. Cuando me entregó la fotocopia, su prisa, supongo que acudía a consulta con un colega, aunada al apremio de mis pacientes, solo permitió intercambiar algunas palabras.
Infiero que Luis Alberto sabía de mi vecindad con su médico; infiero también que se tomó la molestia de copiar el artículo con la intención de dejármelo ese día. Esas inferencias trascienden la rutina de la cotidianidad: nunca intercambiamos nada y solo hemos hablado cuando alguna circunstancia académica nos ha reunido. Los (muy) enjutos contactos con Vargas, en la universidad o en algún programa de televisión en el cual ambos participamos, se han relacionado con el tema del bien morir o de la muerte.
El texto de Oates es una elegía a su marido recién fallecido. Es un repaso de los significados del dolor, donde la
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