Ensayo Sobre El Concepto De Lo Político
Enviado por Karmini • 14 de Noviembre de 2012 • 4.298 Palabras (18 Páginas) • 850 Visitas
El presente ensayo está basado en el libro El concepto de lo político de Carl Schmitt; se pretende enfatizar en los puntos de mayor relevancia discutidos o expuestos durante la clase de Doctrinas Políticas y Sociales III.
Para comprender el pensamiento de Carl Schmitt es de suma importancia mencionar que él fue un jurista del Estado alemán y uno de los principales ideólogos del Movimiento Revolucionario Conservador de Alemania.
Schmitt escribe El concepto de lo político con base en la crisis de la República de Weimar. Su teorización se basa sobre la necesidad de instaurar un poder de decisión adecuado que termine con la guerra interna, cosa que no es posible en un Estado liberal, en el cual no se puede justificar la exigencia del sacrificio de la vida en favor de la unidad política.
El planteamiento teórico de Carl Schmitt invita a reflexionar sobre la función que ha tenido el Estado en relación con lo político.
Por el sentido del término y por la índole del fenómeno histórico, el Estado representa un determinado modo de estar de un pueblo, esto es el modo que contiene en el caso decisivo la pauta concluyente y por esa razón, frente a los diversos status individuales y colectivos teóricamente posibles, él es el status por antonomasia.
Entendemos entonces que la actividad es la política, el Estado es el resultado y por lo tanto es importante reconocer a la política como autónoma. La esencia de lo político no es el Estado, es una actividad autónoma anterior a su objeto. “Casi siempre lo «político» suele equipararse de un modo u otro con lo «estatal», o al menos se lo suele referir al Estado. Con ello el Estado se muestra como algo político, pero a su vez lo político se muestra como algo estatal.” Lo político da entonces como resultado al Estado; siendo así, el Estado es política (Estado = Política).
Años atrás el Estado, como poder estable, se encontraba por encima de la sociedad pues ésta no formaba parte de la política. Con el surgimiento de las democracias parlamentarias liberales se inició un proceso de contaminación recíproca entre el Estado y la sociedad civil, sus fronteras se volvieron borrosas y lo político dejó de formar parte exclusivamente de la esfera del Estado. Todas las instancias que antes eran estatales se volvieron sociales y viceversa, lo anterior como necesidad de una comunidad democrática. “Entonces los ámbitos «neutrales» –religión, cultura, educación, economía– dejaron de ser naturales en el sentido de no estatales y no políticos." En este proceso surgió el Estado total con intentos de abarcarlo todo: Estado y sociedad.
Estos sucesos fueron eliminando la posibilidad de lo político al desdibujar la relación de oposición que permitía su existencia. En este sentido, el liberalismo es señalado por Schmitt como el que impide la distinción y la existencia de lo político al difuminar las fronteras que existían entre el Estado y la sociedad.
Cuando se llega al fin de la estatalidad, se vuelve necesario rescatar el concepto de lo político que había sido circunscrito al Estado y desentrañar tanto el lugar donde aparece como los nuevos vínculos que establece. El concepto sobrevive, lo que cambia es su ubicación. Tal vez por esta razón Schmitt inicia su persecución de lo político con el siguiente enunciado: "El concepto de Estado presupone el de político." Esta afirmación sugiere que lo político no presupone necesariamente el concepto de Estado.
Con lo anterior Schmitt abre una visión de lo político más allá de las instituciones estatales. Lo político deja de ser monopolio del Estado extrapolando a lo político tanto en el terreno institucional del Estado como fuera de él.
Si se aspira a obtener una determinación del concepto de lo político, la única vía consiste en proceder a constatar y a poner de manifiesto cuáles son las categorías específicamente políticas. Pues lo político tiene sus propios criterios, y éstos operan de una manera muy peculiar en relación con los diversos dominios más o menos independientes del pensar y el hacer humanos, en particular por referencia a lo moral, lo estético y lo económico. Lo político tiene que hallarse en una serie de distinciones propias últimas a las cuales pueda reconducirse todo cuanto sea acción política en un sentido específico.
De aquí se desprende una visión hacia los automatismos de la sociedad que corresponden a formas concretas y peculiares que actúan de manera relativamente independiente de otras acciones humanas desembocando en elecciones. Se concluye entonces que “la distinción política específica, aquella a la
que pueden reducirse todas las acciones y motivos políticos, es la distinción amigo y enemigo.” Esta distinción, que se configura como la esencia de lo político, permite identificarlo a partir de un criterio y no como una definición exhaustiva. Sugiere que es un concepto polémico y no estático, por lo tanto entendemos que la política es igual a conflicto. Necesariamente de este enfrentamiento tiene que surgir una negociación, que sólo puede darse entre los propios implicados y que puede sólo derivar en un pacto temporal ya que el conflicto es fluctuante.
La verdadera especificidad de lo político está dada por el hecho de que no se funda en ninguna otra distinción y tampoco puede reducirse a ninguna de ellas. “El sentido de la distinción amigo-enemigo es marcar un grado máximo de intensidad de una unión o separación, de una asociación o disociación.”
La distinción amigo-enemigo es una manifestación de identidades colectivas y es ajena a cualquier normativa. Lo político es el grado máximo de estructuración social, no es un ámbito social sino que está presente en diversos ámbitos sociales.
Es importante dejar en claro que el enemigo político no es el malo, “simplemente es el otro, el extraño, y para determinar su esencia basta con que sea existencialmente distinto y extraño en un sentido particularmente intensivo.”
Schmitt propone dejar de lado el romanticismo liberal y define a lo político como posiciones extremas de amigos y enemigos donde estos conceptos deben tomarse en un sentido preciso y no en uno metafórico. El enemigo no puede pensarse en términos de cualquier competidor o adversario, como lo planteaba el liberalismo. La clave aquí es direccionar esta percepción a un ámbito público y no al privado. Al definir el criterio amigo-enemigo como la esencia de lo político, lo lleva a cualquier fenómeno público y no en el privado.
Enemigo no es pues cualquier competidor o adversario. Tampoco es el adversario privado al que se detesta por cuestión de
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