Ensayo Sobre El Discurso De Steve Jobs En Stanford

“Su trabajo va a llenar gran parte de sus vidas y la única manera de sentirse realmente satisfecho es hacer aquello que creen es un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amando lo que hacen. Si todavía no lo han encontrado, sigan buscando. No se detengan...”

Steve Jobs

Había tenido la oportunidad anteriormente de oír este discurso, pero ahora que lo escucho con atención y que analizo cada una de las palabras dichas hace más de 6 años, me doy cuenta de la importancia y trascendencia que tiene.

Tratar de reducir dicho discurso en una sola frase o extraer de él una sola enseñanza puede convertirse en una barbaridad ya que está lleno de frases que tarde o temprano nos servirán para poder entender el mundo, o mejor dicho, nuestro mundo y nuestra vida misma.

Hoy que muchos de ustedes se encuentran comenzando su vida universitaria y que muy probablemente se encuentren aquí orillados por las circunstancias, es necesario que se pregunten lo que Jobs se preguntó en su momento: “Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy?”.

Hace tiempo me pidieron que escribiera un artículo sobre el papel de la Universidad en la actualidad y después de haber cursado mis estudios en Derecho en una Universidad privada, me doy cuenta tristemente que para la gran mayoría de estas, solo somos números, nos ven como un gran signo de pesos, no les importa nada, solo el hecho de que te mantengas al corriente en tus colegiaturas.

Cuando analice eso y me dispuse a escribir dicho artículo, me di cuenta que una de las funciones primordiales de la Universidad debe de ser la de ayudar a los jóvenes a descubrir su verdadera vocación y convencerlos de que si esa es su vocación y si en verdad lo tienen claro, deben de entregarse a ella porque es la mejor manera de entregarse a la futura felicidad. Quienes hacen aquello que les gusta, aunque ello les signifique vivir muy modestamente, aunque ello les signifique privaciones y sacrificios enormes, lo hacen infinitamente menos infelices de lo que serían si dedicaran su tiempo a realizar actividades en las que no creen.

Quienes eligen una profesión por razones ajenas a su vocación, pensando que de ésta manera tendrán más éxito, pensando en el éxito en términos económicos y sociales de la palabra, lo más probable es que en esa profesión fracasen, que sean mediocres y frustrados, ya que cuando le dedican su existencia, su saber y su energía a las cosas que más disfrutan, a su verdadera vocación, tendrán más probabilidades de lograr el éxito y de que su labor repercuta sobre los demás y les dé una enorme satisfacción, porque cuando uno le dedica su vida y su trabajo a hacer lo que le gusta, uno no tiene la sensación de trabajar.

Con esto no estoy tratando de decir que la pobreza es una garantía de felicidad, pero una vida más o menos modesta, en la que uno viva de acuerdo consigo mismo, es una forma de vida más envidiable que aquella que se vive en la mentira, en la frustración y en el fracaso, aunque esté rodeada de la comodidad y de la prosperidad, definitivamente, ese es uno de los grandes defectos de la sociedad de nuestros tiempos, y es que han olvidado, pensando en el éxito, en el desarrollo, en el progreso, exclusivamente

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