Ensayo delincuencia organizada

             “Voy a hablar de asuntos controvertidos. No pido perdón por ello”

                                                                                          Ronald Reagan, 1984.

                 En 1994, en su carta de renuncia como asesor del procurador de general de la republica, Eduardo Valle Espinoza, se preguntaba, ¿cuándo tendremos la madurez política de decirle al pueblo mexicano que padecemos una especie de narco democracia? ¿Tendremos la capacidad intelectual y la suficiente fortaleza ética, Para afirmar que, Amado Carrillo fuentes, Juan García Abrego y los Arellano Félix , son en forma degradante e inconcebible impulsores y hasta pilares de nuestro crecimiento económico y desarrollo social?.....¿cómo fue que llegamos a esto?

Para entender esta problemática social que hoy en día adolece  a nuestro país, debemos hacer una disección minuciosa de los factores que han contribuido al engrandecimiento desmedido de estas organizaciones criminales.

 De  manera muy arraigada desde la época de la colonia, encontramos en la cultura mexicana dos formulaciones muy populares, la primera es que, el encontrarse en un cargo público, interpreta como una posesión de la cual hay que sacar el mayor provecho posible, la segunda afirma que la seguridad personal proyectada al futuro, solo es garantizable si se funda en las relaciones personales, es decir las influencias.

A partir de la constitución de 1917, este nuevo modelo político abarcaba aspectos cualitativamente diferentes pero conservaba la corrupción como una característica substancial.

Con la centralización del poder entorno a la figura presidencial, surge el clientilismo, que a palabras simples, es cuando el patrón ofrece la protección contra la acción legal o ilegal de la autoridad, según las características del cliente.

Estos enlaces configuran un sistema expandido de corrupción que acomoda la legalidad oficial a los intereses del patronazgo, y una vez establecido el desequilibrio estructural entre el estado y las fuerzas sociales se clarifica, en un control total del estado de las oportunidades de movilidad social ascendente, lo que conduce a una corrupción generalizada (Morris, 1991)

Por otra parte los mecanismos de ascenso no están basados en la legalidad, si no en un conjunto de instrumentos informales bajo el control de los altos mandos del partido gobierno, no obstante el sistema no es rígido, si no fruto de la negociación constante. Permitiendo a la elite obtener grandes ganancias ya que la no reelección permite una negociación permanente.

Los más ricos empresarios han constituido su posición a base de relaciones fuertes con uno o varios actores políticos. del mismo modo la suerte los grandes traficantes de droga ha estado unida a la experiencia dentro del sistema político de sus mentores o a circunstancias puntuales en la que su desaparición era más benéfica en términos monetarios que su continuación en el negocio. Como por ejemplo: la detención de Miguel Ángel Félix Gallardo, obedeció a que el pertenecía a un viejo grupo de políticos relacionados directamente con Luis Echeverría y perjudicaba al gobierno en turno.

El aumento en la demanda de drogas tuvo su primer impulso con el estallido de la segunda guerra mundial el segundo impulso fue el movimiento hippie en la década de los70s para este entonces aparecen fuertemente jerarquizadas estas organizaciones criminales asentándose en el estado de Jalisco al mando de Félix Gallardo, con el nombre de el cartel de Guadalajara. El tercer hito fue la paulatina inserción de estas organizaciones criminales en el transporte y comercialización de la cocaína en la década de los 80s, son destacables en el sentido de sofisticación de estas organizaciones, la participación de los elementos cercanos a la CIA .

La generación de gobernadores desde la silla presidencial como premio a una lealtad anterior al presidente en turno, es empleado como un medio para ampliar la autoridad presidencial directa sobre sus subordinados, evitando eficazmente los brotes de rebeldía política.

La deducción más obvia sobre las conexiones entre traficantes de drogas y miembros de las esferas centrales de la política mexicana, es que el éxito económico de las máximas figuras del trafico de drogas no tiene que ver tanto con la corrupción de los mandos civiles, policiales y militares, si no con la lealtad a uno o varios altos mandos políticos que a cambio de participación en el negocio tomaran hacia abajo las medidas más oportunas para el buen desarrollo del negocio, sin olvidar que la supervivencia solo podrá ser garantizada por la negociación. Por lo tanto el aparato administrativo fuertemente jerarquizado en torno a la figura del presidente, vende impunidad a cambio de lealtad al sistema político.

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