Ensayo la Fiesta del Chivo
Enviado por delcoc • 3 de Noviembre de 2020 • Ensayo • 1.560 Palabras (7 Páginas) • 1.124 Visitas
ENSAYO: LA FIESTA DEL CHIVO
“Toda dictadura es como un charco donde prospera
todo tipo de alimaña.” Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa nos regala, en La Fiesta del Chivo, una riqueza literaria excepcional, múltiples voces, una arquitectura narrativa y distintas perspectivas a lo largo de la novela. En ella, retrata la dictadura de Trujillo en República Dominicana.
El autor utiliza tres historias narraciones para escribir la novela: En primer término, la historia de Urania, quien decide regresar a República Dominicana después de 38 años cargando con un pasado traumático signado por este siniestro personaje que fue Trujillo. Por otro lado, encontramos una narración, en primera persona, que detalla la vida de Trujillo en sus últimos días de vida. Por último, la narrativa de quienes hayan conspirado para lograr el atentado y la muerte del tirano.
En una entrevista al autor de la obra y ganador del premio nobel, éste refería que, lamentablemente, las dictaduras han sido una constante en nuestro continente.
"Se puede demostrar que los latinoamericanos, en estos 200 años de independencia, hemos vivido más tiempo bajo la férula de estos personajes desdeñosos de las instituciones y el constitucionalismo liberal, que administrados por presidentes obedientes de las normas".
Dicho fenómeno, mismo que ha sido nombrado “Caudillismo”, ha impregnado la historia de Latinoamérica de sangre y una aberrante violación a los Derechos Humanos. En esencia, esto deriva de la falta de cultura democrática y de un incesante caos viviente. La sociedad, en el fondo, se siente perdida, razón por la cual aparecen líderes fuertes, que irradian confianza y carisma, a los que se les atribuye el papel de salvadores y haciéndose con ello de toda forma de poder.
En un artículo periodístico, el autor señala otra de las razones por las que este tipo de dictaduras tiene lugar: “En América Latina, la inmensa mayoría de la gente tiene una falta total de confianza en las instituciones y esta es una de las razones por las que nuestras instituciones fracasan. Las instituciones no pueden funcionar en un país si la gente no cree en ellas; si, por el contrario, las ve con una desconfianza fundamental y no las considera una garantía de seguridad, de justicia, sino exactamente de todo lo contrario.”
En general, una dictadura es consecuencia de una profunda convulsión social y se establece, normalmente, a través de un movimiento militar en contra de las estructuras establecidas del poder, movimiento que adopta una figura de golpe de Estado. Es tal el descontento social y el desorden político que, incluso este tipo de dictaduras, son bienvenidas y vistas como una salida y una respuesta ante la descomposición vivida. En la novela, el caso de Trujillo no fue una excepción, pues percibimos en el discurso escrito por Balaguer, durante el régimen Dios y Trujillo, una realista interpretación, tal como se refleja en el supuesto social la necesidad de líder, que sea capaz de tomar las riendas del país y conducirlo:
“El más ligero análisis de la historia nacional revela, por consiguiente, que sólo a partir de 1930, esto es, después de cuatrocientos treinta y ocho años del descubrimiento, es cuando el pueblo dominicano deja de ser asistido exclusivamente por Dios para serlo igualmente por una mano que parece tocada desde el principio de una especie de predestinación divina: la mano providencial de Trujillo. Desde esa época hasta nuestros días, es decir, en un ciclo de 24 años en que el estupor de la fábula aparece superado por los deslumbramientos de la realidad objetiva, el hombre lucha con la adversidad y realiza milagros tan portentosos como los que durante los cuatro siglos anteriores se cumplieron por el solo efecto de la intervención en la vida del país de poderes sobrenaturales. Dios y Trujillo: he ahí, pues, en síntesis, la explicación, primero: de la supervivencia del país, y luego, de la actual prosperidad de la vida dominicana.”
No obstante, es observable el distintivo que estos líderes, fuertes y dictadores, han tenido en cuanto producen sensación y terror entre sus simpatizantes y enemigos, respectivamente. Así, el autor, nos describe la personalidad magnética de Trujillo, quien tenía el poder de subyacer a quienes lo rodeaban, bastando con sólo una mirada. “Lo de los ojos, lo de las miradas de Trujillo, lo había oído muchas veces. A papá, a los amigos de papá. Entonces supe que era cierto. Una mirada que escarbaba, que iba hasta el fondo. Sonreía, muy galante, pero esa mirada me vació, me dejo puro pellejo. Ya no fui yo.”
“¿Por qué no saltó sobre él cuando lo tuvo tan cerca? Se lo preguntaba todavía, cuatro años y medio después. No porque creyera una palabra en lo que decía... no por miedo a morir… era algo más sutil e indefinible que el miedo: esa parálisis, el adormecimiento de la voluntad del raciocinio y del libre albedrio que aquel personajillo acicalado hasta el ridículo, de vocecilla aflautada y ojos de hipnotizador, ejercía sobre los dominicanos pobres o ricos, cultos o incultos, amigos o enemigos, lo que tuvo allí, mudo, pasivo, escuchando aquellos embustes, espectador solitario de esa patraña, incapaz de convertir en acción su voluntad de saltar sobre él y acabar en el aquelarre en que se había convertido la historia del país”.
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