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Ensayo la cabeza sobre la tribuna


Enviado por   •  16 de Diciembre de 2017  •  Ensayo  •  2.069 Palabras (9 Páginas)  •  464 Visitas

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La cabeza sobre la Tribuna

Muerte de Cicerón

Stefan Zweig

Stefan Zweig (Viena, 1881 – Petrópolis, Brasil, 1942) fue un escritor enormemente popular, tanto en su faceta de ensayista y biógrafo como en la de novelista. Su capacidad narrativa, la pericia y la delicadeza en la descripción de los sentimientos y la elegancia de su estilo lo convierten en un narrador fascinante, capaz de seducirnos desde las primeras líneas. (2017, Acantilado editorial: Stefan Zweig, disponible en: http://www.acantilado.es/persona/stefan-zweig/ [Consulta: 30 de noviembre de 2017]

Tal sutileza en sus escritos se ve reflejada en este libro, donde el autor esboza a través de sus líneas la vida, obra y muerte del considerad como el principal humanista del reino del Roma, maestro de oratoria y defensor de derecho, Marco Tulio Cicerón. Fue su oposición a la anarquía y la corrupción lo que acarreó su enemistad de la dictadura despiadada de aquella época y provocó el lecho de su muerte.

Cuando un hombre sagaz, pero no particularmente valiente, se encuentra con otro más fuerte que él, lo más prudente que puede hacer es hacerse a un lado y esperar, sin sonrojarse, a que el camino quede libre”. Precisa ser esta la oración que utiliza Stefan Zweig para introducir este escrito mediante la cual revela un anticipo de lo que resulta ser el inicio de la propia libertad de Cicerón  y la misma vez la más grande desventura a ser experimentada los últimos 3 años de su vida, que en lo adelante se tiene a bien sintetizar desde un punto de vista analítico.  

Marco Tulio Cicerón  llego a ser la personalidad más atractiva y estimulante de su época, tras haberse dedicado durante treinta años a explotar todas sus voluntades al servicio de la ley y al mantenimiento de la República. Muchos de sus pensamientos fueron escritos antes que él, por Platón en La República, y luego por Rousseau y otros idealistas utópicos. No obstante, lo que es sorprende dado por el reflejo de su adelanto es que, medio siglo antes de que iniciara la Era Cristiana, encontramos en su testamento la primera expresión de humanismo, en una época donde las crucifixiones, matanzas y abusos físicos a prisioneros eran considerados actos naturales.

Fue el primero de los romanos que lanzó una crítica elocuente al abuso de autoridad, condenó la guerra como bestial, denunció el militarismo y el imperialismo de su pueblo, censuró la explotación de las provincias extranjeras y declaró que los territorios extranjeros debían ser sumados al dominio de Roma mediante la civilización y la moralidad, mas no por el poder de espada. Previó que a destrucción de Roma sería un resultado de venganza ejercida por sus victorias sangrientas. Era un Novus homo, que había ocupado uno tras otro los puestos y honores públicos, que usualmente quedan reservados para la aristocracia y estaban fuera de la esfera de los de nacimiento humilde. Incluso, después de haber derrotado la conspiración de Catilina fue distinguido en el Senado con el título de pater patriae.

Así, pues, fueron estos esfuerzos por configurar de la manera más ética un Estado ideal, lo que coronó su carrera con marcados triunfos convirtiéndose en el primer campeón de la humanidad y con ello, en el primer defensor de la cultura espiritual. No obstante, se encontró al frente de un nuevo enemigo, un hombre más fuerte que él, el poder autocrático de Julio Cesar, quien triunfó en todas las líneas, un hombre intelectual. El mismo, a diferencia del estilo vengativo de la mayoría de los dictadores perdonó la vida a Cicerón, recomendándole al mismo tiempo que se retirara del escenario político. Fue desterrado por el Senado y sin quejarse dejó el Foro, el Senado y el Imperio a la dictadura de Julio Cesar.

Un hombre no puede defender permanentemente la libertad de las masas, sino únicamente su propia libertad, la libertad que viene de adentro”. Fueron precisamente durante estos tres años de retiro donde este hombre de estudio pudo encontrar el estímulo para su concentración interna, pudiendo contribuir mas a su obra y a su fama que durante los anteriores treinta años había disipado en la vida pública. Cicerón, nunca había tenido ratos de ocio, resumiendo con tranquilidad sus conocimientos y pensamientos. Después de que se encontraba exiliado, retirado de Roma y establecido en Tusculum, con frecuencia llegaban los amigos a gozar de su vivaz conversación: Ático, Bruto y Casio y alguna vez por extraño y peligroso que parezca Julio Cesar.

En este período de recogimiento interno con un hogar al fin junto a sus dos hijos y tomando una esposa joven, se dedica a sus talentos retóricos componiendo De Oratores,  De Senectud e,. y las Consolationes.  Mientras esto sucede, de manera inesperada Julio Cesar fue asesinado en el Foro por Bruto y Casio, y aunque Cicerón había sentido odio hacia éste por su posición al hombre peligroso, nunca pudo controlar su sentimiento de admiración por su mentalidad poderosa, organizada y la buena índole del único respetable de sus enemigos. No obstante, motivado por el hecho de que este último había cometido el asesinato más atroz, Parriciduim patriae, degüello de la madre patria por el hijo, consideró que su muerte podía había despertado el escenario perfecto para resucitar una República que se encontraba marchita, aunque en lo adelante se encontrara con una ciudad depravada que paraliza sus energías.

De manera que, Cicerón decide apresuradamente dirigirse a Roma a defender los derechos de la República. Ante ello se encuentra con una ciudad en confusión y espanto,  los hombres que habían complotado contra el asesinado de Julio Cesar, solo querían desaparecer a este hombre, y sin saber qué hacer, abundaba en ellos el temor por sus vidas debido a que los seguidores de Julio Cesar podían tomar cartas sobre el asunto. El Senado, no determinaba si perdonarles la vida o no a los asesinos. Cicerón por su parte, fue el único que mostró firmeza y frente al Senado dio la bienvenida a la remoción del Cesar como una victoria del ideal republicano. Debía instantáneamente proceder a salvar la República ya que el poder se había disipado, restableciendo la constitución romana.

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