Ensayo sobre La Utopia de Duarte Juan de la Cruz
Enviado por Aury Starling Peña Carela • 12 de Octubre de 2019 • Ensayo • 5.153 Palabras (21 Páginas) • 628 Visitas
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GÉNESIS DE LA UTOPÍA DE DUARTE. 2
DESARROLLO DE LA UTOPÍA EN EL PENSAMIENTO Y 5
EN LA PRAXIS DE DUARTE 5
VICISITUDES DE DUARTE POR SU UTOPÍA 8
CONTINUIDAD Y ECLIPSES DE LA UTOPÍA DE DUARTE. 10
LA REPÚBLICA DOMINICANA SOÑADA 12
OPINIÓN PERSONAL 14
GÉNESIS DE LA UTOPÍA DE DUARTE.
Juan Pablo Duarte y Diez nació en el seno de una familia que tuvo como síndrome la migración y el exilio, en ocasiones por razones económicas y, en otras, por razones políticas. Esto se evidencia en el caso de su padre, Don Juan José Duarte Rodríguez, quien nació en Vejer de la Frontera, provincia de Cádiz, España, el 15 de septiembre de 1768, hijo de Don Manuel Duarte y Jiménez y Doña Ana María Rodríguez Tapia. A finales del siglo XVIII, Don Juan José Duarte Rodríguez llega a la parte Este de la Isla de Santo Domingo, donde cinco años más tarde contrajo matrimonio con Doña Manuela Diez Jiménez, nativa de Santa Cruz del Seibo. Ella nació el 16 de julio de 1786, hija a su vez de Don Antonio Diez
Bayllo y Doña Rufina Jiménez Benítez.
Hacia el año 1801, cuando el líder de la Revolución Haitiana, Toussaint L’Ouverture, asume el control de la parte oriental de la Isla de Santo Domingo en nombre de Francia, en virtud de lo estipulado en el Tratado de Basilea, Don Juan José Duarte y Doña Manuela Diez emigran a Mayagüez, Puerto Rico, donde nace su hijo mayor Vicente Celestino Duarte y Diez, hacia el año 1802.
La familia Duarte y Diez regresaron al país procedente de Puerto Rico en 1811, tras la conclusión de la Guerra de la Reconquista que había encabezado el hatero de la común de Cotuí, Don Juan Sánchez Ramírez.
“Artículo primero: La Junta, en nombre del pueblo de la parte Española de la Isla de Santo Domingo, a quien representa, reconoce, como lo tiene reconocido, al señor Don Fernando 7º. Por legítimo Rey y Señor natural y, por consiguiente a la Suprema Junta Central de Madrid, en quien reside la Real Autoridad.”
La colonia de Santo Domingo había quedado totalmente destrozada y con una miseria generalizada, en virtud de las constantes guerras que se habían escenificado desde 1793 como consecuencia de la guerra que libraban Francia y España en Europa por disputas territoriales que concluyeron con el Tratado de Basilea en 1795, mediante el cual España cede la parte Este de la Isla de Santo Domingo a Francia, hasta diciembre de 1808, fecha en que concluye formalmente la Guerra de la Reconquista.
La calamidad pública en que quedó la colonia de Santo Domingo fue de tal magnitud que se vio precisada a buscar apoyo en las finanzas de la Metrópolis, pero la contribución no fue suficiente para encarar los grandes retos y el Capitán General tuvo que recurrir hasta a la venta de esclavos para cubrir los sueldos de sus funcionarios. Esto contribuyó a que rápidamente se produjera un clima de inconformidad y descontento generalizado con el recién renovado viejo orden colonial, a lo que se agregó el nepotismo puesto en práctica por Sánchez Ramírez, quien colocó en diferentes cargos públicos y posiciones militares a sus parientes, amigos y relacionados.
La más importante rebelión armada del período, fue la que ocurrió a medianos de 1810, en la que estaban involucrados extranjeros y dominicanos, inclusive, algunos altos oficiales del ejército.
La acción armada se conoce en la historia dominicana como la “revolución de los italianos”, por el rol que jugaron algunos oficiales de la península itálica que habían desertado del recién desalojado ejército francés y se habían establecido en el país, como fueron los casos de Emilio Pezzi, Galo y Gazotti.
Asimismo, participaron varios venezolanos, haitianos, boricuas y dominicanos, entre ellos: el caraqueño José Ricardo Castaño, el haitiano José Foló, el puertorriqueño José Ramírez y los dominicanos Ciriaco Ramírez, Cristóbal Húber y Salvador Félix. Esto llevó a pensar a las autoridades que se trataba de un movimiento independentista similar al que se había producido en Caracas el 19 de abril de 1810.
Tras la muerte de Sánchez Ramírez, asumen el poder interinamente el Coronel Don Manuel Caballero y Masot, como Gobernador, y el licenciado José Núñez de Cáceres, como Teniente de Gobernador, Asesor Jurídico e Intendente Político, quienes tuvieron que enfrentar varias rebeliones por no querer liberalizar el país acorde con los cambios que se habían producido en España, cuando las Cortes Generales aprobaron y promulgaron el 19 de marzo de 1812 la Constitución de Cádiz, resultado de la guerra popular de liberación que libraron los españoles contra la ocupación de España por las tropas napoleónicas francesas, al mando del general José Bonaparte.
En la Constitución liberal de Cádiz se eliminaron los tribunales de la Santa Inquisición y se abrió la posibilidad de que los blancos, los mulatos y los negros libres nacidos en
Hispanoamérica pasara a ser ciudadanos españoles con derecho a elegir, ser elegidos y enviar representantes a las Cortes.
Caballero y Masot y Núñez de Cáceres, se mantuvieron interinamente en el poder desde el 11 de febrero de 1811 hasta el 7 de mayo 1813, sin lograr encarar con éxito los acuciantes y graves problemas por los que atravesaba la colonia de Santo Domingo.
Meses antes del traspaso de mando, el 26 de enero de 1813, nació el niño Juan Pablo Duarte en la ciudad de Santo Domingo y fue bautizado el 4 de febrero de ese mismo año, siendo sus padrinos: el señor Luís Méndez y su esposa, señora Vicenta de la Cueva.
Una de las primeras medidas adoptadas por el gobierno de Urrutia tras asumir el cargo en mayo de 1813, consistió en estudiar conjuntamente con el licenciado José Núñez de Cáceres la forma de suprimir la circulación del papel moneda, decisión que asumió al poco tiempo argumentando que lo mejor era sustituirlo por monedas de cobre para atender la exigencia de los militares que solicitaban se les pagaran sus sueldos en dinero metálico. Esta medida perjudicó enormemente a los propietarios y comerciantes que habían acumulado una gran cantidad de papel moneda, lo que llevó a muchos de ellos a la quiebra, ya que aunque el gobierno se comprometió a dar una justa y adecuada indemnización, no pudo cumplir cabalmente con su promesa por las limitaciones financieras en que se desenvolvía.
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