“Es realmente posible plantear que el escenario contemporáneo representa una verdadera novedad o es solo un retorno, tras cincuenta años de equilibrio inusual, a una dinámica tradicional previa a 1914”

“Es realmente posible plantear que el escenario contemporáneo representa una verdadera novedad o es solo un retorno, tras cincuenta años de equilibrio inusual, a una dinámica tradicional previa a 1914”

El panorama político mundial, del siglo XIX-XX, se caracterizó por un fenómeno derivado de la Revolución Industrial, el imperialismo. Su desarrollo se explica por la necesidad de controlar las líneas de comunicaciones marítimas, fortalecer el nacionalismo y su imagen en el entorno internacional, razones principalmente políticas. Sin embargo, el imperialismo tuvo un aspecto ideológico relevante, las potencias usaban su superioridad  tecnológica y científica para lograr la “civilización” de los pueblos.

Este esquema mundial se denominó la Paz Armada, que se caracterizó por la existencia de un equilibrio relativo de las naciones, encabezado por Gran Bretaña como principal potencia, seguido por Francia, Alemania, Rusia e Italia entre otros. Otros imperialismos no Europeos que se destacan son EE.UU. y Japón. Sin embargo, el orden internacional se centraba en Europa.

En general, las principales potencias con el establecimiento de sus colonias, buscaban nuevos mercados, el control de las rutas comerciales y de las zonas de influencia política y económica, configurando un nuevo orden mundial, que dan el impulso al desarrollo capitalista, que a futuro generó conflictos producto del intercambio desigual y desorden económico. Lo anterior, estimula un fuerte desarrollo de la industria bélica y una creciente inestabilidad en las relaciones internacionales, desembocando finalmente en la rivalidad de los imperios. (La Primera Guerra Mundial). Como consecuencia de esta guerra, el poder económico pasa de Europa a EE.UU. y Japón, principales acreedores. Gran Bretaña, comienza a compartir la hegemonía con EE.UU.  

En el escenario mundial, durante el período de entreguerras, se gestaron complejos procesos políticos, económicos e ideológicos. Procesos interrelacionados que desencadenaron en un nuevo conflicto bélico a escala mundial, la Segunda Guerra Mundial, conflicto que significó, en el plano económico, una salida de la crisis para las economías capitalistas industriales más importantes.

Con el término de la Segunda Guerra Mundial, se desarrollaron importantes cambios políticos, originándose un orden mundial bipolar, manifestado en el desafío competitivo de dos superpotencias: EE.UU. y la URSS, la llamada Guerra Fría. La incertidumbre de los propósitos y de las capacidades del adversario llevó a una “carrera armamentista”, un continuo crecimiento de las capacidades ofensivas, donde la Unión Soviética fue altamente competitiva. En ese escenario, se corría un riesgo muy alto, ya que al mínimo ataque, se podría desencadenar un conflicto que aseguraría la destrucción de ambas potencias. Conocido como el principio de “mutua destrucción asegurada”. Situación que establecía las condiciones para mantener el escenario mundial en un equilibrio relativo.

En los aspectos económicos, no aconteció lo mismo, la Unión Soviética no logra competir con el nivel de desarrollo del bloque de occidente, generando su colapso y del “bloque socialista”, dando término a la Guerra Fría, surgiendo un nuevo escenario que generó una serie de hechos de índole políticos, económicos, sociales y geopolíticos que representaron un reordenamiento de las relaciones geopolíticas internacionales. Se inicia el proceso de descolonización y se da paso a un mundo multipolar, donde surgen potencias como China, India y dos nuevos polos de poder económico: Japón y la Comunidad Económica Europea. EE.UU., también se vio afectada principalmente por una crisis económica, disminuyendo la brecha con las otras potencias del mundo. Por su parte, Europa no se ajusta al modelo de la Unión Europea, sumándose a esta problemática, el renacimiento de potencias con pretensiones de poder, generando conflictos, dominados por intereses individualistas y nacionalistas, llevándola nuevamente a una crisis.

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