¿Escuelas privadas? ¿Buena o mala calidad?

¿Escuelas privadas? ¿Buena o mala calidad?[pic 2]

Por: Sandra Salas

Los estudios sobre la historia de la educación en el país han cobrado gran impulso en los últimos años debido a las reformas y planes educativos, pero  la enseñanza privada suele ocupar un muy pequeño espacio; se le menciona globalmente sin atender mayormente a sus fortalezas y debilidades.

Según informes de la SEP la enseñanza privada atiende a proporciones considerables de los alumnos del sistema educativo nacional, sobre todo en los niveles básicos: 7.7% en preescolar, 6.3% en primaria, casi 7% en secundaria, 19% en el bachillerato, 23% en la enseñanza profesional media, 29.1% en la normal, 24.5% en los estudios de licenciatura y 32.2% en los de posgrado.

Más allá del ámbito estrictamente educativo, el conocimiento de la historia de la educación particular resulta indispensable para comprender fenómenos fundamentales de la actual sociedad mexicana.

¿DE DÓNDE VIENEN LAS ESCUELAS PRIVADAS?

La enseñanza católica quien era el principal contingente del universo privado logró sobreponerse a las dificultades de un entorno político que le fue de fastidio durante muchas décadas; empeñada en el cumplimiento de sus objetivos religiosos, sacó adelante un proyecto educativo diferente del oficial. Las escuelas católicas se enfrentaron a extremas dificultades por la Revolución y la persecución religiosa. Los años cuarenta marcan el inicio de una larga negociación con el Estado; aceptan el juego de simulaciones que se les impone y apuestan a una callada demostración de su fuerza; así logran expandirse y consolidarse.[pic 3]

Pero no todo es color de rosa, por su propósito de formar líderes que influyeran en la conducción social, por la selección de sus alumnos, su aspiración a una "excelencia académica" que obligaba necesariamente a elevar sus colegiaturas y por algunas de sus prácticas pedagógicas que inculcaban valores meritocráticos y una conciencia de superioridad en sus alumnos, acabaron prestando un servicio de clase, y dejaron de lado los valores cristianos por los que desde un principio lucharon.[pic 4]

En palabras de un testimonio vivo tenemos al historiador de una escuela lasallista el cual nos dice: "los alumnos

de los años treinta eran bien conservados, muy corteses, inteligentes, desarrollados, fácilmente llevados a la piedad, pero también de carácter bastante egoísta, faltos de energía y de voluntad, consecuencia de la extrema facilidad que tenían para contentar sus caprichos y la debilidad reconocida de sus padres".

Estudios posteriores han documentado esta contradicción esencial de las escuelas católicas orientadas a las clases pudientes; atrapadas por los hábitos de vida y los valores de su clientela, no pueden contrarrestar influencias que acaban por hacer imposible su misión. 

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