Espacio social y espacio simbólico.
Enviado por magalisantoro • 17 de Octubre de 2016 • Práctica o problema • 2.336 Palabras (10 Páginas) • 1.021 Visitas
Espacio social y espacio simbólico:
Perspectiva estructuralista constructivista:
En este sentido se toma la palabra estructuralismo de una manera muy diferente a aquel de la tradición saussureana.
Estructuralismo → existen en el mundo social mismo, y no solamente en los sistemas simbólicos, estructuras objetivas independientes de la conciencia y de la voluntad de los agentes que son capaces de orientar o coaccionar sus prácticas o representaciones.
Constructivismo → hay una génesis social de una parte de los esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son constructivos de lo que llamo habitus, y por otra parte estructuras y en particular de lo que llamo campos y grupos, de lo que generalmente se denominan clases sociales.
La ciencia social oscila entre dos puntos de vista: OBJETIVISMO y SUBJETIVISMO.
El objetivismo trata los hechos sociales como cosas, según la vieja tradición durkheimiana.
Tanto Durkheim como Marx expresaron con sus teorías fundamentan la posición objetivista.
Afirmaban “creemos en la idea de que la vida social debe explicarse por las causas profundas que escapan de la conciencia”.
El subjetivismo reduce el campo de la observación a las representaciones que hacen los agentes de él.
Como afirma Schutz “el campo de observación, tiene un sentido y una estructura de pertenencia específica para los seres humanos que viven, actúan y piensan en ella”.
Las estructuras objetivas que constituye el sociólogo en el momento objetivista, al apartar las representaciones subjetivas de los agentes, son el fundamento de las representaciones subjetivas y constituyen las coacciones estructurales que pesan sobre las interacciones; pero por otro lado esas representaciones deben ser consideradas si se quiere dar cuenta especialmente de las luchas cotidianas, individuales o colectivas, que tienden a transformar o conservar esas estructuras. Esto significa que ambos momentos están en relación dialéctica, que no existe uno sin el otro.
Para superar verdaderamente la oposición artificial que se establecen entre las estructuras (O) y representaciones (S), es necesario terminar con el modo de pensamiento de Cassirer llamado sustancialismo, que lleva a no reconocer ninguna otra realidad que aquellas que se ofrecen a la intuición directa en la experiencia ordinaria, los individuos y los grupos.
El aporte principal de lo que bien puede llamarse “revolución estructuralista” ha consistido en aplicar al mundo social un modo de pensamiento relacional, que es el de la matemática y física moderna, y que se identifica lo real no con sustancias sino con relaciones.
La sociología en su momento objetivista, es una topología social, un análisis de las posiciones relativas y de las relaciones objetivas entre esas posiciones. Es decir, que con esta topología social, lo social se vuelve un espacio y hay que relevar ese espacio→ por eso el termino topología, porque el espacio es definido a partir de cómo se estructuran las practicas, que no son arbitrarias, sino que lo que los agentes hacen en el espacio social depende de una estructuración simbólica.
Hay que distinguir dos tipos de espacios:
- Espacio real o geográfico: personas muy próximas que se encuentran cerca, pero que están lejos de relacionarse.
- Espacio social: van a encontrarse cerca quienes posean los mismos habitus. Las personas que compartan este tipo de espacio forman las clases.
El espacio social está construido de forma tal que los agentes que ocupen en él posiciones semejantes, son situados en condiciones y sometidos a condicionamientos semejantes, y tienen todas las posibilidades de tener disposiciones e intereses semejantes, y de producir por lo tanto prácticas semejantes.
Debemos aclarar que así como el subjetivismo inclina a reducir las estructuras a las interacciones; el objetivismo tiende a deducir las acciones y las interacciones de la estructura.
Así el error principal de Marx, constituiría en tratar a las clases como reales, en concluir la homogeneidad objetiva de las condiciones, de los condicionamientos, que resulta de la identidad de posición en el espacio social, la existencia en tanto grupo unificado, en tanto clase, la noción de espacio social permite escapar de la alternativa del nominalismo y del realismo en materia de clases sociales: el trabajo político destinado a producir clases sociales, en tanto órganos sociales dotados de permanente representación, tiene tantas posibilidades de lograrse cuanto más próximo en el espacio social estén los agentes que quiere juntar, unificar, constituir en grupos.
Las clases para Marx, están para hacer por un trabajo político que tiene tantas más posibilidades de tener éxito si se arma de una teoría bien fundada en la realidad, ejerciendo un efecto de teoría, es decir imponiendo una visión de las divisiones.
Con el efecto de la teoría, se ha salido del fisicalismo, sin abandonar las adquisiciones de la clase objetivista: los grupos.
La clase obrera tal como puede aparecérsenos hoy, a través de las palabras para designarla “clase obrera”, “proletariado”, “trabajadores”, “movimiento obrero”, es un artefacto histórico bien fundado.
Pero eso no quiere decir que se pueda construir cualquier cosa, de cualquier manera, ni en la teoría, ni en la práctica.
Se ha pasado de la física social a la fenomenología social.
La realidad social de la que hablan los objetivistas, es también un objeto de percepción.
La ciencia social debe tomar por objeto esta realidad y a la vez la percepción de esta realidad, las perspectivas, los puntos de vista que en función de su posición en el espacio social objetivo, los agentes tienen sobre esta realidad.
Las visiones espontaneas del mundo social, o lo que Bourdieu denomina como sociología espontanea, como también las teorías eruditas y la sociología, forman parte de la realidad social, y como la teoría marxista, pueden adquirir un poder de construcción completamente real.
La ruptura objetivista con las prenociones, las ideologías, la sociología espontanea, es un momento inevitable necesario en la trayectoria científica.
Pero es necesario operar una segunda ruptura con el objetivismo, reintroduciendo en un segundo tiempo, lo que fue necesario descartar para construir la realidad objetiva.
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