ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Estado capitalista en México


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2019  •  Monografía  •  1.060 Palabras (5 Páginas)  •  275 Visitas

Página 1 de 5

EL ESTADO CAPITALISTA EN MÉXICO

Particularidades del desarrollo del Estado-Nación mexicano

Poulantzas sintetiza muy bien la situación cuando dice que tanto en el campo de la teoría marxista como en las crisis sociales anglosajonas falta una adecuada teorización del fenómeno estatal.

No puede entenderse la expansión del capitalismo en México sin el análisis de la intervención de la institución estatal. Cabe preguntarse si el Estado no ha jugado casi en todas partes un papel activo y preponderante en el desarrollo de las sociedades modernas.

Para los intelectuales liberales mexicanos al Estado le correspondía tanto poner las condiciones generales para el desarrollo del capitalismo como asumir funciones activas como promotor y productor, en el campo de las relaciones económicas y sociales, y en la educación y cultura.

Como dice José Revueltas; “El desarrollo histórico ‘normal’ de México debió ceñirse al siguiente esquema…

  1. Desarrollo de las relaciones capitalistas de producción;
  2. Consumación del proceso de integración nacional,
  3. Independencia política del país (nacimiento de la nación mexicana)”.

Las contradicciones del liberalismo mexicano

El liberalismo se impone sobre la ideología feudal, que consideraba a los hombres como miembros de cuerpos específicos. El concepto del individuo-ciudadano-libre, y el de Estado representativo y soberanía popular, son nociones que se enfrentan a la cosmovisión feudal y que surgen a partir de las modificaciones que se registran en las relaciones sociales de producción.

El cuerpo doctrinario liberal se instala en la nueva República y conquista la hegemonía en el interior del campo de los intelectuales y políticos, pero las relaciones sociales, la cultura y el sentido común están lejos de ese ideal.

Frente a la magnitud de la tarea, el liberalismo mexicano tenía una debilidad estructural.

El liberalismo era el portador de lo ideal, de la utopía. Para Lucas Alamán, “el remedio que los males de México requieren no puede ser otro que acomodar las instituciones políticas al estado de las cosas y no pretender que las cosas se amolden a las instituciones”.

La fórmula del progreso era muy simple: “Déjese, sobre todo, plenísima liberta para que cada cual haga cuanto no perjudique a un tercero, y el fomento vendría por sí solo”.

Los individuos ciudadanos son los generadores y los resultados del proyecto liberal. Mariano Otero afirma que: “Todo lo que sea aumentar el número de las propiedades particulares, que solos forman la población de la mayor parte de las ciudades y los lugares de la República, será dar fuerza a esas poblaciones, y extender por todas partes la vida y la ilustración: independientes estas clases de todos los yugos que imponen la necesidad y el error, y dueñas de los recursos materiales y morales que dan a influencia, ellas vendrán a ser el verdadero principio constitutivo de la República”.

Los cambios introducidos por los liberales en la estructura de la propiedad agrícola son pequeños. Por una parte se proclamaba la necesidad de la subdivisión de la propiedad, y por otra se levantaba la bandera del respeto al sagrado derecho a la propiedad.

La coherencia histórica del liberalismo europeo se transforma en discursos abstractos cuando se lo traslada a la realidad mexicana. En México, mientras el liberalismo se convierte en ideología política dominante, las relaciones sociales continúan inmersas en la tradición.

El liberalismo en el poder

La carga negativa y disolvente del orden establecido que caracterizó al liberalismo de la primera época fue cediendo lugar a la defensa del orden.

El énfasis que se comienza a dar a la idea de orden para el progreso tiene sus implicaciones en cuanto a un replanteamiento de la idea de libertad y las funciones del Estado.

Puesto que la realidad ya responde a los intereses del grupo liberal dominante, “ya no es necesario de normas constitucionales llenas de ideas sublimes –afirma el positivista Francisco G. Cosmes- que ni un solo instante hemos visto demostradas en la práctica [la sociedad] prefiere la paz a cuyo abrigo poder trabajar tranquila, alguna seguridad en sus intereses, y saber que las autoridades, en vez de lanzarse a la caza, al vuelo del ideal, ahorcan a los plagiarios… a los ladrones, a los revolucionarios”.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (7 Kb) pdf (53 Kb) docx (10 Kb)
Leer 4 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com