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Estructura Y Cambio Social


Enviado por   •  6 de Marzo de 2012  •  7.436 Palabras (30 Páginas)  •  654 Visitas

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INTRODUCCIÓN

El proceso de envejecimiento se ha convertido en un objeto de estudio por parte de las ciencias humanas y sociales. De hecho, se podría llegar a decir que el envejecimiento de la población junto con los fenómenos migratorios son los hechos sociales y sociológicos más importantes en este inicio del siglo XXI.

España es uno de los países del mundo con mayor tasa de personas mayores, sin embargo no es un fenómeno circunscrito a nuestro país sino que afecta a todo el mundo y de manera muy especial a los países desarrollados.

En este trabajo nos vamos a centrar en el envejecimiento de la población española dejando las migraciones de lado; en concreto vamos a plantear el envejecimiento de la población española como un debate, puesto que podemos identificar varios estudios con posiciones totalmente opuestas respecto a este fenómeno.

Es obvio que hoy por hoy hay una preocupación creciente en la Administración por los problemas que genera el fenómeno del envejecimiento. Algunos programas y proyectos han sido esbozados varios años atrás y la preocupación se extiende ahora a la búsqueda de soluciones a los nuevos problemas que se generan. Y es que el envejecimiento tiene una especial repercusión en los sistemas de protección social y de salud. Las tensiones laborales y la presión sobre el sistema de pensiones son otros aspectos relacionados con el envejecimiento poblacional, todos ellos representan temas actuales de debate que vamos a exponer en este trabajo de investigación.

Esto desde el punto de vista económico y también sociológico, pero sin restar importancia a otors aspectos sociológicos que según ciertos autores (como por ejemplo María Teresa Bazo de la Universidad del País Vasco) se están manifestando en las últimas décadas en nuestra sociedad ciertas premisas que llevan a ver la prolongación de la vida humana más como una carga social que como logro. Esto último es un aspecto importante del que hablaremos detenidamente.

Antes de empezar, cabe señalar que no todos los artículos y publicaciones a los cuales me voy a remitir datan de las mismas fechas, por lo que un puede haber un cierto desfase temporal entre unos y otros que pueden afectar en cierta manera a las conclusiones finales.

Por otro lado, la vejez se define de un modo administrativo, siguiendo el criterio de edad y por tanto siendo la edad de la vejez una edad cronológicamente arbitraria aunque generalmente aceptada para hablar de personas mayores. Ésta corresponde con la edad de jubilación en España y por tanto diferirá en función de la fecha en la que se haya publicado el artículo o el estudio a tratar, dado que la edad de jubilación ha sido recientemente modificada en el Pacto de Toledo pasando de los 65 a los 67 años. Como veremos a continuación, esto presenta el inconveniente de que homogeniza grandes diferencias existentes entre individuos y en la propia percepción de la vejez.

Por último es preciso añadir, antes de entrar en materia, que iremos exponiendo las diferentes proyecciones a través de las cuales iremos extrayendo las diferentes conclusiones.

HOMOGENEIZACIÓN DE LA VEJEZ

Como ya hemos señalado en la introducción, un error que suele cometerse es considerar a las personas ancianas (de 65 años y más) como un grupo homogéneo. En esta concepción se descuidan las diferencias por clase social existentes al igual que en cualquier otro grupo. Son también importantes las diferencias debidas a la pertenencia a los distintos subgrupos de edad y, sobre todo, por género (varón/mujer). Al hablar de las personas en edades comprendidas entre los cero y los 40 años se suelen realizar distinciones según los tramos de edad diferentes en que se encuentran. ¿Por qué se tiende a homogeneizar a las personas de «65 y más años» con las de 80, 90 o incluso 100 años? En la definición social de la vejez se observa un rechazo a la hora de realizar estas matizaciones, puede que bajo el influjo de la percepción negativa, aversión y temor que suscita la vejez –de la que hablaremos en el siguiente punto–.

Hasta recientemente no se han realizado análisis desagregados del impacto en los costes sociales de los diferentes grados de envejecimiento. Percibir la importancia de ese hecho lleva a que el estudio de las personas más ancianas se convierta en tema de interés considerable. El grupo de quienes sobrepasan el umbral de los 85 años es el que está aumentando a un ritmo mayor. Ese segmento concentra a las personas ancianas más dependientes, que precisan más atención y cuidados. Esta circunstancia incide en la planificación de los servicios sociosanitarios. Conviene matizar que en general, es un grupo compuesto por mujeres en gran proporción, en su mayoría viudas y solteras, y en muchos casos viviendo solas en sus propios domicilios (Svensson, 1989: 297; Alberdi y Escario, 1988)

Pero es que hay autores como Robert Pérez Fernández que ya no sólo critican la homogeneización del grupo de personas de 65 y más años, sino que defienden la importancia de diferenciar a los ancianos individualmente: “La ONU ha investigado la vejez de forma generalizadora, por un tema fundamentalmente económico, lo que si bien permite generar políticas, no hacen a la individualidad de cada anciano en particular. La población de ancianos es muy heterogénea, pero su homogeneización se sostiene desde los prejuicios sociales que lamentablemente muchas veces se instalan en el campo científico y académico”.

No obstante, parece que está última afirmación es demasiado extremista. Bien es cierto que Robert Pérez Fernández no rechaza la investigación de la vejez de manera generalizada con el fin de adoptar una serie de medidas evidentes, sin embargo la deja en un segundo plano destacando la importancia del análisis individual de cada anciano. En contraposición a esto último (dado que se trata de una opción no viable en la actualidad) están aquellos autores que atribuyen un gran margen de seguridad a los análisis demográficos del envejecimiento poblacional así como a las proyecciones demográficas (Antonio Abellán García o Mª Teresa Bazo). A pesar de ello entran muchos otros aspectos que, como veremos a continuación, pueden afectar en gran medida a dichas previsiones.

¿SON FIABLES LAS PREVISIONES?

Como hemos adelantado en el punto anterior, existe un debate acerca de la fiabilidad de las previsiones demográficas.

De hecho, tanto Antonio Abellán como Mª Teresa, de igual modo que atribuyen esa confianza en las proyecciones demográficas, afirman que existen otros factores cuya evolución se desconoce como serían los relativos al PNB, el impacto tecnológico en la producción, desempleo, consumo y gasto, o los estilos de vida que tienen una repercusión directa sobre

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